Cientos de personas homenajearon el domingo a los 309 ciudadanos y ciudadanas de Pamplona y a los más de 3.500 navarros y navarras asesinados a raíz del golpe militar de 1936, así como a “las miles de personas represaliadas en cualquiera de sus formas de manera cruel y sistemáticas”. En el acto, organizado en la Vuelta del Castillo de Pamplona, se reclamó una vez más el derribo del Monumento a los Caídos, un edificio que “conmemora y exalta las ideologías que instigaron y ampararon aquellos horrores”, como subrayó Amaia Lerga, presidenta de la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra (AFFNA-36). Lerga recordó que supone un “símbolo apologético del pensamiento único y totalitario impuesto” y que “cualquier intento de resignificación es incompatible con la propia esencia de este edificio, que es la exaltación material y simbólica del fascismo”.

Asimismo, la presidenta de Affna-36 apuntó que “ni el franquismo ni el fascismo se acabaron con la muerte de Franco, sino que se va trasformando”, por lo que pidió a la ciudadanía que no permitiera que “también lo haga en este edificio”. Y Lerga señaló que todo esto se logrará “sin perder el espíritu del movimiento memorialista”, a través de las “exhumaciones tempranas, el pacifismo, la defensa de los derechos humanos, el diálogo y el respeto que hemos llevado durante décadas junto a la resistencia al olvido”.  

Ofrenda floral en la Vuelta del Castillo. Patxi Cascante

Sin embargo, Lerga también recordó todas esas “piedras” sobre las que tiene que caminar el movimiento memorialista para “intentar avanzar en derechos de verdad, justicia y reparación”. En este sentido, apuntó que “siempre hay una poderosa resistencia representada por parte de la derecha a que se cierren las heridas. Una resistencia a terminar con esa división que enarbola los Caídos, en el que se enmarca a dos civilizaciones opuestas. En estos días, el movimiento de recuperación de la memoria histórica asiste a momentos difíciles”. 

UNA NUEVA REPÚBLICA

En su discurso, Lerga vislumbró la llegada de “una nueva república” gracias al “crecimiento del republicanismo” que ha observado en los últimos años. “Quizás no sea una cuestión para mañana, pero hay y habrá una generación nueva de jóvenes donde podrán debatirlo sin miedo”. Y mientras Lerga y el resto de miembros de Affna- 36 esperan este día, la presidenta de la asociación aseguró que llevarán el “espíritu republicano, esos valores en la lucha por la justicia social, a cada acto que organicemos y en el que participemos, pero también a nuestra vida diaria” para honrar a todas esos navarros y navarras que “firmaron su sentencia de muerte por el único delito de luchar por sus derechos y buscar un mundo más justo. Estos fueron sus anhelos y por eso los y las mataron”.

En el acto también hubo tiempo para solicitar un alto el fuego en Gaza. “Los palestinos y palestinas ya decían que vivían en la mayor cárcel del mundo, no permitamos que se convierta en la mayor cuneta”. Por eso alzó la voz, para que “no se contemplen más guerras, sino la imposibilidad de las mismas, ante un escenario internacional cada vez más tenso. Nunca más y para nadie aquellos horrores”.

Al acto acudieron, entre otras autoridades, la vicepresidenta del Gobierno foral Ana Ollo, Javier Remírez, Ramón Alzórriz, Ainhoa Unzu, Josemi Gaston, Mikel Asiain, Isabel Aranburu, Txema Mauleón, Carlos Guzmán.

"SIEMPRE HEMOS ESTADO DISPUESTOS A PERDONAR PERO NO A OLVIDAR"

Koldo Aranguren Larramendi vivió con “alucinante ignorancia” el asesinato de su abuelo materno durante 33 años. Teodosio Larramendi, nacido en Urroz-Villa, desapareció en Pamplona a los 44 años el 28 de julio de 1936, dejando atrás a su mujer y sus siete hijos. El lugar de su asesinato y la ubicación de sus restos son desconocidos. No fue hasta 2003 cuando su familia y él rompieron el silencio en torno a Teodosio, año en el que la madre de Koldo, a los 67 años, habló de manera abierta por primera vez de su padre, ebanista de profesión. “Me contó emocionada que un día se lo llevaron y no se supo nada más de él”, apuntó Koldo. Lucharon contra el “tabú” sobre su asesinato con una misa-funeral, un día “sanador y reconfortante” que les ha ayudado a recordar a Teodosio ya que, aseguró Koldo, “estamos dispuestos a perdonar, pero no a olvidar”.

"Seguiremos buscándote para poderte dar un entierro digno, qué menos" Patxi Cascante

“El tropezón en Mélida de mi padre abriría la puerta a otros”

A sus 96 años, Áurea Jaso Bergachorena continúa luchando para que Mélida, pueblo en el que nació, reconozca con tres tropezones el asesinato en 1936 de su padre Aurelio Jaso Garde, con 29 años, y de sus dos hermanos, Andrés, de 24, y José, de 19. Lo que se sabe de los hermanos es que Aurelio cayó en Madrid luchando con la República cuando Áurea tenía 9 años. Andrés, futbolista que jugó en Osasuna y que en aquel momento se encontraba en el Sporting de Gijón, se desconoce si fue asesinado en Asturias o Bilbao y, en el caso de José, el pequeño de la familia fue fusilado en Zaragoza. Para honrarles, Áurea espera colorar esos tropezones frente a la casa de la que un día salieron y no volvieron, un homenaje que su hijo, Javier, cree que es pionero en Mélida, pero está seguro de que no sería el último para otros vecinos asesinados.