Zdravko Iskrenov Hadzhiev toma cuatro Nolotiles al día, entre medias un Paracetamol y un Lorazepam a la noche. Ese cóctel, propio para mandar a la siesta “a un caballo”, como él dice, fue recomendación médica y se ha convertido desde hace años en su acompañante para poder realizar una vida normalizada, continuar trabajando y, a su vez, conciliar el sueño y descansar. Zdravko sufre unos dolores acentuados desde la pandemia que le recorren todo el lateral derecho del cuerpo, desde el cuello hasta el glúteo. Tiene reconococida cervicabraquialgia, lumbalgia y omalgia en el hombro, con una pérdida de movilidad superior al 50% que, por ejemplo, le impide poner el brazo en horizontal.

Este búlgaro de 53 años, vecino del barrio de San Juan de Pamplona, lleva casi dos décadas trabajando en el matadero de la Comarca de Pamplona y gran parte de todo ese tiempo lo transcurrió en un puesto de trabajo donde su hombro ha sufrido de tal manera que ha hecho crack. Además, una intervención quirúrgica destinada a limpiarle una infección entre los huesos y a retirarle un linfoma, acabó por dejarle una limitación mayor que la que tenía al acceder al operatorio. El operario trabajó durante tres lustros en la empresa cárnica limpiando la zona del cular del ganado vacuno. Se encargaba de atar en bolsa la zona del recto del ternero para que no haya contaminación de impurezas en el resto de la carne que se aprovecha.

Para el desempeño de esta labor, Zdravko cuenta que es un trabajo que exige “rapidez y fuerza” y en el que además la posición del hombro es forzada, porque debe tenerlo en altura para efectuar la operación. Por ello, ha desarrollado esa dolencia que, finalmente, le ha repercutido en una incapacidad permanente total para su puesto de trabajo reconocida en un juzgado de lo Social de Pamplona y que es firme.

Debido a que la jurisprudencia más reciente del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, aplicada ya por el Supremo, exige a las empresas a reubicar siempre que sea posible a los trabajadores con incapacidad permanente antes de ser despedidos, la firma gestora del matadero (Almameat) ha encontrado finalmente un puesto –el de tripería, donde la postura para trabajar es más cómoda, tiene que hacer cortes finos a la carne y sin tanto esfuerzo de brazo– acorde a las dolencias que padece Zdravko. Pese a que tras conocerse la sentencia se tramitó su despido, la empresa readmitió al empleado y se enteró así del alcance de la doctrina judicial.

No tenía ni para los gastos

Zdravko es por ahora un caso único en Navarra, pero aspira pronto a que sean más quienes le acompañen. El operario, en palabras de su hija Suzana, espera que una sentencia a favor como la que ha obtenido “ayude a que otros compañeros de trabajo en una situación similar a la suya no se sientan desamparados y sepan que la ley les protege. No tienen por qué ser despedidos y quedarse solos y en la calle”. Lo que Zdravko saca a la luz no es otra realidad que el hecho de que, con 53 años, con semejantes limitaciones en su hombro y con una incapacidad que le otorga el 55% de su base reguladora (es decir, 750 euros) “sería imposible que siguiera con mi vida. No podría pagar el piso, los gastos, el coche... Al final, aunque sea con pastillas y con dolores, puedo seguir trabajando”, reconoce Zdravko. Pero todo el periplo por el que ha transitado hasta llegar al desenlace actual es un nudo gordiano de sufrimiento.

Este búlgaro, que en su país fue cocinero “obligado” durante dos años en el Ejército y guarda forestal, se ha convertido ahora también en todo un experto en procesos de incapacidades de salud, y su hija, Suzana Hadzhieva, de 24, asesora jurídica tras haberse licenciado en Derecho, se ha convertido en su mejor guía explicativa.

El protagonista de esta historia estuvo durante tiempo, al comienzo de sus dolores, reclamando una derivación a la Mutua para que le pudieran comprobar el estado de su hombro. A su vez, era reticente a acudir al médico para cogerse una baja por enfermedad común debido a que entendía que podía estar en riesgo de ser despedido. Durante la pandemia, el dolor se volvió insoportable. Acudió al médico de cabecera y obtuvo pocas soluciones. Empezó un carrusel de pruebas médicas. Pasó varias resonancias magnéticas, le pusieron inyecciones para mitigar el dolor y también le realizaron varios bloqueos. Y, finalmente, inició el proceso para someterse a un tribunal médico que valorara su situación. Tuvo que esperar dos años en situación de baja, de septiembre de 2020 hasta el mismo mes de 2022, para esperar a ser visto por los especialistas de la Seguridad Social.

Portada y página 4 de DIARIO DE NOTICIAS del pasado 8 de mayo.

Primero, un médico le estuvo revisando y palpando durante 40 minutos para comprobar su estado. Dicho facultativo le reconoció que era factible que sus dolores se pudieran identificar como incapacitantes para su puesto de trabajo. Sin embargo, al visitar a la especialista que emitía el dictamen médico definitivo, lo primero que hizo al ver a Zdravko fue preguntarle por su corazón. “Nos quedamos mirando los dos porque no entendíamos nada”, explica Suzana. “Mi padre había sufrido unos espasmos en el corazón, durante una caminata en el monte. Pero aquello le estuvieron mirando en su día, no le vieron nada y estaba bien. Lo teníamos olvidado. Pero en realidad nosotros acudíamos al tribunal por el hombro. Y la médica nos respondió que si pensábamos que nos iban a dar la incapacidad por un hombro”, afirma.

Y, en efecto, le denegó la reclamación y, de hecho, le mandaron a trabajar sin que ni siquiera hubiera sido operado. En diciembre de 2022 le intervinieron. Antes, Zdravko se cogió las vacaciones que tenía pendientes y volvió a trabajar unas semanas. Por suerte, el gerente de entonces de la empresa, a la vista de su situación, ya le reubicó en la sección de tripería para no agravar sus dolencias. Y a los días fue al quirófano, de donde salió con una operación fallida y en peor estado.

Una vez iniciado el proceso de valoración, Zdravko y su hija ya habían contactado con la abogada laboralista Concha Vidaurre que, a partir de entonces, ha liderado el procedimiento y concretó sus limitaciones a través de una oportuna pericial médica. El trabajador estuvo 14 meses de baja después de la operación y a comienzos de este año tuvo el juicio por la incapacidad. La defensa de Zdravko le reprochó a la Seguridad Social que ni siquiera hubieran esperado a la operación que iba a tener y a que finalizara su proceso de curación. Los abogados de la Seguridad Social vinieron a justificar que no esperaban nada nuevo de dicha operación. Y hay que tener en cuenta que la misma empeoró el estado del afectado. La jueza reconoció que el caso de Zdravko merecía una incapacidad total para su puesto de trabajo, adonde no podía regresar.

A los días de conocerse la sentencia y de que adquiriera firmeza, el operario recibió un mensaje en su móvil. La Seguridad Social le comunicaba que tramitaba su baja del matadero con fecha 13 de febrero de 2024. Él y su hija se movilizaron para pedir explicaciones. Y presentaron un acto de conciliación en el tribunal laboral, acompañado de una demanda judicial de medio centenar de páginas. Su objetivo era la reincorporación a un puesto de trabajo adecuado a su situación.

Y así ocurrió. La empresa reconoció que había actuado de forma equivocada, asumió el planteamiento y le ofreció reubicarle en el puesto de tripería. Zdravko considera que es una buena solución. Que no había derecho a que “después de cotizar durante tantos años, me quedara sin trabajo, con una incapacidad y muchas dificultades para encontrar otra cosa. En su día me sentí frustrado y decepcionado. Ahora agradezco el trabajo de mi abogado y que la empresa pudiera reubicarme”. Ojalá pronto vengan más Zdravkos.

LOS DETALLES

Un sufrimiento de años: Zdavko vino a Navarra hace dos décadas. Trabaja en el matadero de la Comarca de Pamplona desde 2007, primero con contratos temporales, y desde 2017 como indefinido. En 2020, en plena pandemia, empezó con el calvario de su hombro y de las cervicales. Los dolores se hicieron insoportables. Tuvo que esperar dos años hasta pasar por el tribunal médico de la Seguridad Social, que valoró que no estaba incapacitado. Al poco tiempo de la valoración, se sometió a una operación en el hombro que resultó fallida. El juzgado le dio la razón sobre su incapacidad para su puesto de trabajo. Tras despedirle de inicio, ahora se le ha reubicado.