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Juantxo Agirre MauleonDirector de la excavación arqueológica en la cima de Arriaundi (Larunbe)

“Navarra es un ejemplo modélico del activismo, entrega e identificación del vecindario con su patrimonio”

Este domingo con DIARIO DE NOTICIAS se puede adquirir ‘Larrahe. Altar a una divinidad vascona del siglo I d.c en Larunbe’. Un libro sobre este importante descubrimiento

“Navarra es un ejemplo modélico del activismo, entrega e identificación del vecindario con su patrimonio”Iñigo Egia

Durante los últimos años la Sociedad de Ciencias Aranzadi está protagonizando gran parte de los principales descubrimientos que en materia de arqueología se están dando en Navarra, desde los restos del castillo de Amaiur a las pinturas prehistóricas de Alkerdi (Urdax), yacimientos como Zaldua (Burguete) o las termas de Artzi en torno a la calzada del Pirineo. Y, cómo no, la célebre mano de Irulegi. Con motivo del último descubrimiento, el ara de Larunbe, protagonista del libro que pone a la venta DIARIO DE NOTICIAS, entrevistamos a Juantxo Agirre Mauleon (Tolosa, 1965), el director de esta excavación arqueológica, y la persona que desde el año 2005 ha impulsado toda esta dinámica de investigaciones en Navarra.

¿Por qué este interés hacia Navarra? ¿Es más rica en arqueología que otros territorios?

–Yo personalmente estoy muy vinculado a Navarra ya que por parte de mi madre todos venimos de Abartzuza, y como emigraron a Tolosa siempre he vivido a 45 minutos de Iruña. Lógicamente conforme un territorio es más extenso y con más diversidad de ecosistemas hay más posibilidad de tener más restos arqueológicos. Es lo que nos ocurre en Navarra. 

¿Este éxito en las investigaciones arqueológicas significa que existen más recursos para la arqueología?

–No. Pero, afortunadamente desde 2016 el Gobierno de Navarra mantiene una convocatoria anual, de aproximadamente 150.000 euros, que sirve para apoyar parte de los gastos de aquellos Ayuntamientos que impulsan trabajos en yacimientos arqueológicos ubicados en sus términos municipales. Lógicamente con esas cantidades no se puede vivir de la arqueología. Existen ayuntamientos modélicos y con mayores recursos como los de Aranguren, Andosilla o Olazti, pero en los pequeños municipios el problema de la falta de recursos es endémico, y paradójicamente suelen tener muy buenos yacimientos arqueológicos. Todo esto es una constante no solo en Navarra sino en gran parte de Europa. 

¿Entonces cuál es la fórmula para poder desarrollar las excavaciones arqueológicas?

–Mucha pasión y entrega, es una labor muy altruista. Pero es fundamental la colaboración del alumnado universitario y de las comunidades locales. En prensa se refleja la preocupación por el despoblamiento de nuestro entorno rural, pero Navarra es un ejemplo modélico del activismo, entrega e identificación del vecindario para con su patrimonio. Por ello la arqueología más allá de sus resultados científicos se convierte en motor de cohesión social, y desde el mundo académico debemos actuar con humildad y con total cercanía con las comunidades locales.

“Desde el primer segundo fuimos conscientes de que se trataba de un ara. Pero la segunda mayor emoción fue ver que estaba escrita”

Fue testigo en primera línea del descubrimiento del ara de Larunbe. ¿Cómo lo ha vivido, ha sido un descubrimiento difícil?

–Con muchísima emoción, al ver la forma de la piedra desde el primer segundo fuimos conscientes de que se trataba de un ara. Era el típico altar de piedra y tenía una tipología claramente romana. Pero la segunda mayor emoción fue al dar la vuelta a la piedra y ver que estaba escrita. Fue cuestión de segundos y me puse a chillar para que todas las personas que estaban en el auzolan pudieran ser testigos del momento.  

La encontraron en agosto de 2022 y no la presentaron hasta 2024.

–El equipo de investigación no está liberado profesionalmente para este cometido, además necesitábamos los análisis del lingüista Joaquín Gorrochategui y del epigrafista Javier Velaza, y el estudio de su composición por parte del departamento de geología de la Universidad del País Vasco. Además, queríamos presentar la pieza con una publicación monográfica, un documental y un artículo científico para la revista “Palaeohispánica”. Todo esto lleva mucho tiempo. 

El origen del euskara siempre ha sido un enigma y ha generado la atención de investigadores de todo el mundo. ¿La mano de Irulegi o el ara de Larunbe qué nos suponen en este ámbito?

–Son fundamentales, ya que son nuevas pruebas objetivas que aportamos a los lingüistas e historiadores especializados en este idioma que nos hacen ser originales en todo Europa. Aquí, a pesar de la presencia romana, se conservó el idioma indígena. Para conocer los mecanismos de esta supervivencia nos hacen falta testimonios escritos previos a la presencia romana y también de época romana, como Irulegi o Larunbe. El ara de Larunbe se ha convertido en el testimonio más antiguo del euskara en el norte de la comunidad foral de Navarra y además quisiera remarcar que lo protagoniza una mujer.  

¿Qué podemos esperar para el futuro?

–Mucha más luz sobre los orígenes del euskara, estoy seguro que en las próximas décadas se encontrarán más testimonios escritos en el ámbito del Pirineo occidental. Conforme más pruebas objetivas –testimonios escritos antiguos– tengamos, estaremos más cerca de la “verdad judicial” sobre sus orígenes. Gracias al espacio europeo de investigación y a las nuevas generaciones de arqueólogos comenzaremos a ver el bosque natural del mundo de Vasconia, por encima de las fronteras políticas posteriores que han estado deformando y condicionando la visión científica de aquel pasado. 

¿A qué se refiere con fronteras políticas?

–No tiene ningún sentido que las actuales “Ventas Peio” de Dantxarinea o la gendarmería de Behobia sean el límite de realidades culturales de hace dos mil años. Es ridículo analizar el pasado en base a fronteras generadas muchos siglos después y como consecuencia de dinámicas políticas modernas. Debemos acercarnos a la realidad de la población vascona sobre la base de sus propias dinámicas territoriales y de aprovechamiento de su entorno natural.

“El libro a la venta sobre Larrahe es una publicación de 125 páginas, muy visual, con fotografías espectaculares y todas las claves”

¿Conocemos los límites del territorio de Vasconia?

–En la actualidad todos los estados del mundo tienen perfectamente delimitados los espacios territoriales de su soberanía, pero en la Antigüedad tal vez existieron otras referencias de mayor importancia como el del control de la población más que el del territorio. Incluso pudieran tener un mayor índice de movilidad. Los límites tradicionales de los vascones los han puesto en torno a la actual frontera en el Pirineo y el este de Gipuzkoa, por el sur llegaría hasta casi la actual Zaragoza, y valles de Huesca y La Rioja. A mi me parece más acertado hablar de valles y creo que los avances se irán dando conforme bajemos a más detalle, a poblados concretos y a valles. Por ejemplo, son muy interesantes las excavaciones que desde hace 25 años desarrolla Xabier Peñalver en el poblado de Basagain (Anoeta), donde hay indicios que pudieran apuntar a que el valle del Oria también formara parte del territorio de los vascones. Considero que debemos huir de las tradicionales referencias provinciales y bajar a analizar valle por valle.  

¿Para ese reto tan ambicioso qué hay que hacer?

–Es preciso dirigir adecuadamente estrategias de investigación del alumnado de nuestras universidades Y con nuevo capital humano, académicamente bien formado, impulsar políticas transfronterizas de investigación arqueológica en las que se coordinen las universidades y los centros de investigación. El espacio europeo de investigación será el ecosistema natural para que las nuevas generaciones se acerquen con mayor fidelidad científica a la realidad cultural y económica de la antigua Vasconia. 

¿Qué podemos leer en el libro ‘Larrahe, un altar a una divinidad vascónica en Larunbe’?

–Es una publicación de 125 páginas, muy visual, con fotografías aéreas espectaculares del yacimiento del monte Arriaundi y del ara a todo detalle. Están todas las claves de cómo se ha descubierto, cómo se ha excavado y las aportaciones de lingüistas, epigrafistas, geólogas, etc. Creo que hemos conseguido equilibrar una lectura fácil, muy divulgativa manteniendo todo el rigor científico.