Las medusas se adueñan de las playas vascas
Con la llegada del verano y las vacaciones, las playas vascas se llenan de sombrillas y bañistas, pero aquí entran como protagonistas uno de los organismos más antiguos que habitan en el planeta Tierra: las medusas.
Estamos en mitad del verano y en días calurosos –aunque ahora pocos en nuestro litoral–, nos pide ir a la playa a darnos un buen chapuzón. Sin embargo, el buen tiempo no ha impedido que en varias playas de Euskadi tuvieran que prohibir el baño por la presencia de medusas, por ejemplo, en La Concha. También se avistaron varios ejemplares de medusas a escasos metros de las orillas de La Arena, Ereaga, Barinatxe, Plentzia, Gorliz o Armintza, así como en diversas playas del territorio español a través de Medusapp, la aplicación que sirve para que la población reporte los avistamientos.
La presencia de estas criaturas marinas tan cerca de las costas es una realidad que ha ido aumentando en los últimos años. En especial, el comienzo de la primavera y el final del verano marcan el periodo de máxima abundancia de estos organismos planctotróficos. En consecuencia, es importante saber cuál es la razón que subyace tras estos avistamientos, qué peligros suponen y cómo hay que actuar en caso de tener picaduras.
Los grandes bancos de medusas son habituales en todos los mares del mundo, incluidas nuestro litoral durante las estaciones más calurosas. Ahora bien, el resto del año permanecen en forma de pólipo (primera fase en la que tiene forma cilíndrica, boca y tentáculos hacia arriba) en el fondo o de huevos en el plancton. Después, con el aumento de las temperaturas, estos liberan a las diferentes especies de medusas que son arrastradas por las corrientes marinas hasta nuestras costas,
Tipos de medusa
Entre ellas están la Carabela portuguesa, presente en todas las aguas cálidas del mundo se especializa para mantener viva su colonia. Dicha agrupación de hidroides se reparte el trabajo desde la captura de presas hasta la reproducción. Su cuerpo es una vela gelatinosa de entre 15 y 30 centímetros y del que cuelgan numerosos tentáculos de alrededor de 10 metros provistos de cápsulas urticantes que pueden paralizar a un pez grande y afectar seriamente al ser humano. De hecho, su veneno tiene consecuencias altamente tóxicas, produciendo un dolor muy intenso e incluso la muerte.
La Medusa luminiscente, que brilla en la oscuridad, se encuentra en aguas del Atlántico y el Mediterráneo, aunque ocupa preferentemente hábitats pelágicos (zonas que no estén sobre una plataforma continental). Es de color violeta rosácea brillante. La parte superior es semiesférica, aplanada, con lóbulos alargados y redondeados, alcanzando hasta 20 cm de diámetro. El borde está provisto de 16 lóbulos periféricos y de la boca surgen cuatro largos y robustos tentáculos orales, además de otros 16 tentáculos marginales de casi 2 metros. Su picadura causa molestias a modo de quemadura y solo produce una profunda irritación.
Dentro de la familia de medusas blancas está la Aguamala, Aguaviva o Acalefo azul. Integrada por organismos de gran tamaño, sin velo y sin tentáculos en el borde de una umbrela de hasta 70 cm de diámetro y un metro de altura. Tiene forma de cúpula y su superficie es lisa, mientras que el borde está formado por 80 lóbulos marginales festoneados de azul intenso o violeta. Estas criaturas de ocho largos brazos bucales aparecen tanto en aguas profundas como en la costa; están repartidas entre el mar Mediterráneo, el mar Negro y el Atlántico oriental.
Otra que llama mucho la atención es la Medusa Huevo Frito. También llamada medusa aguacuajada, esta especie de la familia medusal puede ser abundante en el Mediterráneo dependiendo de la estación, aunque su picadura tiene poco o ningún efecto. Su umbrela es suave, rodeada por un anillo de pequeños tentáculos morados, y con lóbulos marginales alargados y subrectangulares. De su cuerpo de hasta 15 cm de diámetro nacen brazos largos, algunos apéndices largos y muchos otros cortos que terminan en forma de disco. Por último, tenemos la Avispa de mar o medusa cubo , una pequeña medusa transparente azulada endémica del Mediterráneo y perteneciente a la clase de los cubozoos, de las más venenosas del planeta. De entre 5 y 6 centímetros, tiene una forma cúbica y cuatro tentáculos largos de hasta 30 centímetros. Además, cuenta con cuatro falsos ojos con los que reacciona ante objetos móviles y responde a cambios en la luminosidad.
Aunque las causas son muy diversas, la mayoría de expertos señalan que el cambio climático podría estar detrás de la proliferación de las medusas. La responsable de la campaña de océanos y pesca de Greenpeace, Marta Martín-Borregón señala como las causas del aumento de estos especímenes el cambio climático, la sobrepesca y la contaminación orgánica de los océanos.
La experta de la organización ambientalista explica que el aumento de las temperaturas en el mar y el declive poblacional de algunos de sus depredadores, como las tortugas marinas o los atunes, a causa de la sobrepesca favorecen al acercamiento y la reproducción masiva de las medusas. Asimismo, la contaminación por materia orgánica de los océanos sirve de alimento a las medusas, incrementando así su población.
Mientras, el coordinador de Áreas Marinas Protegidas de WWF, Óscar Esparza, ha identificado otros factores como las estructuras artificiales fijadas en el mar, donde se pueden fijar los pólipos, y las actividades humanas están alterando los hábitats y ocasionando desequilibrios, “lo que hace que haya una mayor proliferación y que estén más en las playas”, concluye el biólogo.
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