Un total de 369 mujeres presentaron el año pasado en Navarra denuncias por violencia sexual, de las que el 70 % tenían menos de 30 años , según revela el primer Estudio sobre violencia sexual en mujeres jóvenes en Navarra. De hecho, más de 150 denuncias eran de menores de edad y en torno a 110 fueron de jóvenes entre 18 y 29 años. La mayoría de estas agresiones se realizaron en el ámbito de la pareja y el resto en el entorno social cercano, señaló el vicepresidente del Gobierno de Navarra, Félix Taberna. En total, un 89% de la violencia sexual procede de personas conocidas por la víctima (familiares, parejas, amistades y compañeros de trabajo), se concluye en el estudio, promovido por el Instituto Navarro para la Igualdad (INAI). La cifra de denuncias de violencia sexual supera a la de 2023 (hubo 356) y es un 183% más alta que la que se registraba en años como 2018 (134 denuncias) y 2019 (133).
En cuanto al perfil de edad de los delincuentes sexuales, la media de edad se sitúa en los 30-49 años (el 38,9% de los agresores durante la serie 2018-2022), lo que significa que suelen ser mayores que las mujeres agredidas. La violencia sexual, según recoge la investigación, se lleva a cabo en todos los espacios, pero, sobre todo, en las familias y en aquellos espacios de ocio. El crecimiento de denuncias en el último lustro se visibiliza en los grupos de edad más jóvenes (142 casos de menores de 17 años en 2023, 115 casos entre 18 y 29 años, 74 casos entre 30 y 49 años, 21 casos entre 50 y 64 años y 2 víctimas mayores de 65 años).
Por otra parte, en lo que respecta a las zonas de mayor prevalencia, destacan el número de violencias sexuales detectadas en Pamplona y su Comarca, seguidas de Tudela y la Ribera Alta, datos en consonancia con la densidad de población.
El número de mujeres atendidas aumentó en todos los servicios de asistencia. Los recursos que más casos han atendido son aquellos que cuentan con funciones más logísticas o de gestión, como son los cuerpos policiales y el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Otros servicios, como los Equipos de Atención Integral a víctimas de Violencia contra las mujeres (EAIV) o la Oficina de Atención a las Víctimas de Delitos (OAVD), registran menos casos al año, pero ofrecen una atención más intensiva.
El estudio subraya que el avance del movimiento feminista y del ejercicio real de los derechos de las mujeres tiene como consecuencia “un rearme contestatario machista”, cuya manifestación pasa por el recrudecimiento de las violencias contra las mujeres a través de nuevos mecanismos y estrategias.
La retradicionalización patriarcal y machista El consejero de Presidencia e Igualdad, Félix Taberna, indicó que ésta “es una realidad universal, que afecta a todo tipo de culturas, de territorios” y puso de relieve que son las mujeres más vulnerables, como las menores de edad, inmigrantes o con enfermedad mental, las más afectadas por la violencia sexual. Taberna incidió en la importancia de “frenar categóricamente esta violencia que, en los últimos años, tiene una alta prevalencia en mujeres jóvenes, y de visibilizar, sacándola del silencio que la caracteriza”.
El estudio se ha llevado a cabo en colaboración con la Universidad Pública de Navarra (UPNA), cuya profesora asociada Rut Iturbide, afirmó que la juventud actualmente “tiene una situación un poco compleja”, ya que, aunque se han producido muchos avances en igualdad, se están dando “discursos de retradicionalización patriarcal y machista de amplio espectro y calado”. Se trata, explicó, de unos discursos y mensajes machistas que llegan a los jóvenes a través de plataformas como Tik Tok, los shorts de YouTube o Instagram, o “la parte del porno mainstreaming, que mayoritariamente se consulta y se visibiliza”. En este sentido, tras resaltar que uno de los vídeos más buscados en su día fue la violación en grupo de los Sanfermines de 2016, Iturbide aseguró que “habría que separar el sexo del poder”, ya que “llamamos sexualidad a algo que no lo es”.
La profesora, quien lamentó que el porno más visto sea “mantener relaciones sexuales con una mujer mientras se le golpea porque eso no es sexualidad, es una relación de poder y violencia”, pero “tenemos mucha intoxicación informativa, con mucha rapidez y pocos criterios de elaboración de esa información”. Por ello apuntó que de esta forma se llega a “naturalizar situaciones que son radicalmente desnaturalizadas y una violación de los derechos humanos”. Iturbide afirmó que es un tipo de porno que “también ven las chicas para saber qué es lo que tienen que hacer” en sus relaciones sexuales.
Analizar el problema de forma crítica La directora gerente del INAI/ NABI, Patricia Abad, comentó que el objetivo de este estudio ha sido analizar esta situación de forma crítica para poder llevar propuestas concretas a las políticas públicas y que estas no estén “desconectadas” del problema. Abad declaró que este estudio es además una oportunidad para revisar el relato que las mujeres jóvenes hacen de la violencia sexual para cambiar ciertos estereotipos que se perpetúan por una “mirada patriarcal”. Apostó asimismo por prestar especial atención a las mujeres que, aparte de la violencia sexual, sufren vulnerabilidades añadidas, como la imigración o la ruralidad.