La rectora de la Universidad de Navarra, María Iraburu, ha ensalzado el papel de la ciencia y la investigación y abogó por potenciar su comunicación “para que el conocimiento generado en la Universidad tenga mayor presencia e impacto en los debates contemporáneos y contribuya a una sociedad menos polarizada y más reflexiva”.

Este es uno de los retos que se marca la UN, que en los próximos cinco años quiere tener un “especial impacto social” en cuestiones como la irrupción de la inteligencia artificial, la ética de las profesiones y la educación científica y STEM.

El Aula Magna del Edificio Central de la Universidad de Navarra ha acogido un año más el acto de apertura del nuevo curso académico, una ceremonia solemne que comenzó con el colorido desfile de doctores y doctoras. Nada más y nada menos que 222 personas , con sus togas y birretes, participaron en el cortejo, que cerró la rectora Iraburu acompañada de la presidenta de Navarra, María Chivite y el presidente del Parlamento foral, Unai Hualde. Al acto ha acudido también el rector de la UPNA, Ramón Gonzalo, la directora de la UNED Pamplona, Teresa Imízcoz, y el rector de la Universidad de Deusto, Juan José Etxeberría así como representantes de los partidos políticos del arco parlamentario y de distintos ámbitos culturales y profesionales.

Antes del discurso de Iraburu ha intervenido el secretario general de la UN, Jesús María Ezponda, que ofreció los principales datos de la memoria académica del pasado 2024-25, que se cerró con 14.158 estudiantes y 7.365 profesionales. También ha salido al estrado la profesora de la Facultad de Educación y Psicología Concepción Naval encargada de pronunciar la lección inaugural de nuevo año académico que versó sobre la importancia de la educación cívica.

Talento, ciencia y compromiso

La rectora de la Universidad de Navarra ha aprovechado el acto de apertura de curso para avanzar los principales ejes que marcarán la Estrategia de la Universidad de Navarra para 2025-2030.

“En sus más de 70 años de vida la Universidad ha crecido y ha dado lugar a distintos centros e iniciativas, y podríamos pensar que ya es un proyecto cumplido. Pero la realidad es que está todo por hacer”, ha reconocido.

El primero de los ejes está relacionado con potenciar el talento. “Nos fijamos ante todo en las personas: son ellas las que conforman el presente y el futuro de la UN y de la sociedad”, afirmó Iraburu. En un tiempo de la llamada crisis del talento, el reto ha asegurado es “ofrecer al profesorado, investigadores y, sobre todo, estudiantes un entorno que les ayude a desplegar sus potencialidades”.

El segundo eje es la investigación, una aportación “no siempre suficientemente apreciada y últimamente denostada en algunos ambientes y países”. “Apostar por la investigación es apostar por el futuro, y es propio de instituciones y personas con visión. Vivimos en un mundo complejo y sabemos que no hay respuestas únicas ni simples a los problemas”, ha reconocido la rectora, para destacar que “la investigación nos permite adentrarnos en esa complejidad, sin agendas partidistas o ideas preconcebidas; hacer aportaciones desde el rigor de la ciencia”.

En los próximos años, la UN se centrará en varias líneas de investigación, entre las que destacan las terapias avanzadas para cáncer y otras enfermedades, la teología del trabajo, el valor de las profesiones del cuidado, el envejecimiento o la presencia de la verdad a través de una información rigurosa. También resaltó la importancia de la investigación que se llevará a cabo en el centro BIOMA y la necesidad de “contribuciones científicas sin sesgos ni aprioris”.

La tercera pata de la estrategia es el “compromiso” en cuestiones en las que la UN quiere ser referente y tener impacto social. Se trata de dar respuesta a la irrupción de la inteligencia artificial (IA) en entornos profesionales, la educación científica y el fomento de vocaciones STEM, la ética de las profesiones y la comunicación de la investigación. “Queremos que los resultados de nuestra investigación lleguen a la ciudadanía y contribuyan a una sociedad menos polarizada y más reflexiva”, ha zanjado Iraburu.

7.365 profesionales. De ellos 1.288 docentes y 3.893 trabajadores de la Clínica (Pamplona y Madrid.)

14.158 estudiantes. De ellos, 9.838 eran estudiantes de grado, 3.217 estudiantes de máster y 1.103 estudiantes de doctorado. Se defendieron 164 tesis doctorales. La UN contó con 4.374 estudiantes internacionales de 133 países (30,8% del total). Finalizaron sus estudios 3.488 estudiantes de grado, máster y doctorado. Los alumnos superaron el 92,11% del total de créditos en los que se habían matriculado.

210.740 profesionales. La cifra de antiguos alumnos, incluido el IESE, fue de 210.740, de más de 120 países. 

Más de 650 estudiantes con distintas becas. La contribución de 8.642 donantes permitió aplicar 28,1 millones a distintos proyectos de investigación y becas. Becas Alumni concedió 444 becas de grado por una cuantía de 3,9 millones y se graduaron 91 estudiantes. Becas Alumni Perpetuas logró consolidar cinco nuevas donaciones por importe de 1,2 millones y cuenta con 18 benefactores. Además, 63 estudiantes se beneficiaron de un programa de Caixabank por importe de 490.000€; Becas Banco Santander concedió ayudas a 42 estudiantes de máster por valor de 134.000 €; y la Asociación de Amigos becó a 95 estudiantes de doctorado (2,2 millones)

186,7 millones para investigación. Con ese dinero se financiaron 725 proyectos. Se suscribieron 324 nuevos contratos de I+D+i con empresas, por importe de 23,6 millones.

6.875 prácticas gestionadas por el Servicio de Prácticas y Empleo. 6.529 para estudiantes y 325 para graduados.

Concepción Naval:  “Hay que fomentar una educación cívica antes, más y mejor de lo hecho hasta ahora” 

Carácter y ciudadanía: 10 tesis sobre la educación cívica es el título de la lección inaugural que ha impartido la profesora de la Facultad de Educación y Psicología Concepción Naval en la que ha reflexionado sobre la necesidad de fomentar una educación cívica entre los y las jóvenes “antes, más y mejor de lo que hasta ahora hemos hecho”.

En su intervención, Naval ha sugerido cómo la educación cívica no es un “concepto nuevo”, sino clásico, con profundas raíces en el pensamiento filosófico, político y pedagógico occidental. Sin embargo, ha puntualizado, se observa en las últimas décadas un creciente interés en distintas partes del mundo “por una educación que suponga una preocupación por el tipo de persona que el alumno es y puede llegar a ser, no sólo como ciudadano, sino como persona”. En este sentido, la catedrática de Teoría e Historia de la Educación ha afirmado que existe una estrecha relación entre una educación cívica y una moral, dependiente la una de la otra. 

“Mi propuesta es apostar por actitudes sociales, tales como el altruismo optimista, la responsabilidad (social y política), el respeto, la lealtad y la justicia, apoyadas todas ellas en la libertad personal”, ha asegurado Naval y ha añadido “un buen ciudadano sabe y siente que forma parte de la sociedad”.

Asimismo, la profesora ha abogado por revisar “la ciudadanía digital”, ya que los medios virtuales se han convertido en “elementos centrales para la participación pública, suponen un modulador relevante de los movimientos sociales y constituyen un canal clave de influencia social y cultural y de comunicación de ideas políticas