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Marketing político para cazar jóvenes

Marketing político para cazar jóvenesCedida

Europa vive una creciente polarización entre los jóvenes y los partidos ya han percibido que la juventud es el atajo más rápido para crecer. La mayoría de los jóvenes no tiene madurez política sólida, busca identidad y reconocimiento, y está sumergida en redes sociales que amplifican discursos fáciles y emocionales. Es por eso que vemos cada vez más jóvenes alinearse con posiciones radicales, estudios realizados confirman una división clara entre géneros: las chicas tienden a inclinarse hacia la izquierda, los chicos hacia la derecha. España es el caso más evidente, pero Portugal no es inmune.

El marketing político que se dirige a los jóvenes no apela a la reflexión: apela a la emoción. Promete pertenencia, ofrece eslóganes, crea enemigos comunes y vende soluciones inmediatas para problemas complejos. Los partidos saben que el electorado senior es más difícil de conquistar y que la juventud es terreno fértil por las características que la definen. No es de extrañar que los extremos inviertan fuertemente en anuncios online, consiguiendo, según estudios europeos, casi el doble del alcance proporcional al gasto. Hay una estrategia clara de comunicación que no busca solo informar, sino seducir, dividir y fidelizar a los jóvenes a través de narrativas fáciles de absorber.

Pero hay un precio. El marketing político que caza jóvenes no forma ciudadanos, sino que moldea seguidores que cambian convicciones por emociones momentáneas. Su fidelidad es volátil y alimentada únicamente por la novedad. Y los seguidores no sostienen democracias, solo alimentan radicalismos. Si queremos una juventud preparada para sostener la democracia, necesitamos más educación cívica, pensamiento crítico y diálogo intergeneracional. De lo contrario, corremos el riesgo de transformar la política en un juego de caza del voto joven, un juego demasiado peligroso, donde la democracia puede salir derrotada. Y solo nos daremos cuenta cuando despertemos en un país donde el voto ya no es una elección libre y consciente, sino apenas reflejo de la última campaña viral.