Euskadi continúa reforzando su protección ante fenómenos meteorológicos extremos como danas o lluvias torrenciales, con especial atención a más de 500 instalaciones críticas —escuelas, hospitales y residencias— identificadas por en el último informe del Observatorio de la Sostenibilidad. Áreas como la ría del Nervión a su paso por Bilbao y Erandio, y municipios costeros como Bakio, Ondarroa u Hondarribia concentran el mayor peligro, agravado por el cambio climático y la subida del nivel del mar.

Para intentar reducir aún más ese riesgo, La Agencia Vasca del Agua, URA, ha actualizado los mapas de zonas inundables incorporando por primera vez los efectos del cambio climático. “El nivel medio del mar ha subido y eso tiene consecuencias directas en la inundabilidad de las zonas costeras. Lo hemos constatado en Ondarroa o Bermeo, donde los episodios de mareas vivas y galernas tienen hoy un impacto mayor”, explica Rubén Santos, técnico de prevención de inundaciones del organismo.

“Las precipitaciones podrían reducirse entre un 15 y un 20% de aquí a final de siglo, pero cuando llueva lo hará de manera mucho más concentrada y agresiva”

Julen Rekondo - Presidente de la Fundación Clima

Zonas de riesgo

En el interior, los puntos de mayor riesgo se concentran en los valles fluviales más poblados: “En Bizkaia el riesgo es más alto porque hay más actividad económica en torno al Ibaizabal y el Nervión. En Gipuzkoa se ha avanzado mucho en el eje del Oria, con municipios como Tolosa o Beasain, y en la cuenca del Deba, en Eibar, donde el riesgo hoy es mucho menor que hace veinte años. En Araba las zonas inundables son amplias, pero agrícolas, por lo que el daño potencial es menor”.

Los nuevos mapas reflejan con detalle las defensas construidas, los episodios recientes y los cambios topográficos en cauces y estuarios. Estos se renuevan cada seis años siguiendo la directiva europea de inundaciones. “Durante buena parte del siglo XX el riesgo fue aumentando, ya que se construía en zonas inundables. 2003 marcó un punto de inflexión. Ese año empezaron a aplicarse criterios técnicos y normativos que condicionan los usos del suelo. Desde entonces se ha conseguido reducir el riesgo”, añade Santos.

El cambio climático complica ese escenario: temperaturas más altas y lluvias torrenciales cada vez más intensas alteran la dinámica de los ríos y multiplican los episodios adversos. Julen Rekondo, presidente de la Fundación Clima, advierte: “Las precipitaciones podrían reducirse entre un 15 y un 20% de aquí a final de siglo, pero cuando llueva lo hará de manera mucho más concentrada y agresiva”.

Hoy, alrededor de 100.000 personas residen en áreas inundables en Euskadi, pero el riesgo es menor que hace dos décadas gracias a una planificación más rigurosa, infraestructuras mejoradas y una conciencia social creciente. Esto ha permitido hacer frente con mayor seguridad a los fenómenos extremos.

La localidad de Asteguieta afectada por las fuertes lluvias en diciembre de 2021. Jorge Muñoz

Medidas de prevención

Desde el Observatorio de la Sostenibilidad, además de identificar los puntos más expuestos del territorio vasco, se proponen medidas concretas para mitigar los daños. Una de las más novedosas es crear una etiqueta de calificación de riesgo para edificios e infraestructuras, como ya ocurre en países como Francia. “Cuando compras o alquilas una casa deberías saber qué riesgo tiene”, explica su director Fernando Prieto. “El riesgo cero no existe, pero sí se puede informar a la gente que vive en zonas complicadas”.

Julen Rekondo defiende la idea con el mismo argumento: “Esta etiqueta permite que cualquier edificio o instalación disponga de información sobre los riesgos que conlleva esa ubicación. Si una zona presenta un riesgo serio, habría que valorar si es necesario un realojo o una retirada estratégica. Eso conlleva un coste, pero la prevención siempre será más barata que la reparación”.

Durante décadas, la respuesta para hacer frente a las inundaciones fue de carácter meramente técnico: canalizar, encauzar, construir diques. Esa visión ha ido cambiando con el tiempo. “Lo importante es conservar el bosque de ribera y las zonas de inundación”, sostiene Rekondo. “Se están llevando a cabo medidas mucho más eficaces y sostenibles, como las infraestructuras verdes o los parques inundables”.

“La decisión para enviar una alerta a la población no debería ser política, sino técnica”

Fernando Prieto - Presidente del Observatorio de la Sostenibilidad

Fernando Prieto coincide: “Hay que implantar sistemas urbanos de drenaje sostenible, los llamados SUDS, que eliminan zonas de pavimento para que el agua se infiltre poco a poco en los acuíferos. Así se evita que circule tanta agua por dentro de las ciudades”.

El informe destaca, además, la necesidad de revisar los planes urbanísticos y paralizar las nuevas construcciones en zonas de riesgo. Rekondo recuerda que “aunque la legislación lo prohíbe, sigue habiendo construcciones en zonas inundables”. Y cita un ejemplo: “En Zorrozaurre, en Bilbao, se sigue edificando en una zona que se inunda con las mareas altas. Se dice que se han hecho rellenos y que se han elevado las cotas, pero puede ocurrir que ese punto no se inunde y, sin embargo, se traslade la inundación a otro lugar. Eso ya ha ocurrido más veces en Euskadi: al canalizar los ríos o eliminar los bosques de ribera, quizá evitas el problema en una ciudad, pero lo generas en la siguiente”.

Un vecino de Arcaute protege su casa contra posibles inundaciones del río Santo Tomás. Josu Chavarri

Obras recientes

En los últimos años se han llevado a cabo obras importantes en la CAV. En Bizkaia, se ha ampliado el cauce del río Gobela y se han eliminado obstáculos desde Getxo hasta Leioa. En el Kadagua se han ejecutado actuaciones concretas en Zalla y Balmaseda, mientras que se han sustituido puentes y presas en localidades como Etxebarri, Basauri y Galdakao.

En Gipuzkoa y Araba también se han realizado intervenciones destacadas. Por un lado, se ha encauzado el río Urumea a su paso por el barrio donostiarra de Martutene, ampliando su máximo de 50 metros. En Laudio se ha ampliado la sección hidráulica del Nervión para proteger el casco urbano de Llodio frente a las crecidas.

Retos pendientes

La adaptación al cambio climático en el litoral exige decisiones difíciles. “Cada año se destruyen paseos marítimos y al año siguiente se vuelven a reconstruir en el mismo lugar. Eso no tiene sentido”, alerta Julen Rekondo, quien subraya que algunas zonas deben replantear su urbanización. Zarautz y Donostia son ejemplos donde el mar “está recuperando lo que le pertenece”, añade.

Para el director del Observatorio de la Sostenibilidad, la ordenación del territorio es una de las grandes tareas pendientes: “Son los ayuntamientos y comunidades autónomas quienes deben evitar construir en zonas de riesgo”. Fernando Prieto propone soluciones naturales, como crear llanuras de inundación para que el agua llegue “mucho más remansada”. Bakio demuestra que el cambio de modelo es posible: “Se ha recuperado una marisma y se ha creado un bosque de ribera. Son soluciones que benefician al medio ambiente y también a la calidad de vida de la ciudadanía”.

“Si hoy sucediera lo del año 83, no nos pillaría desprevenidos. Estamos mucho mejor preparados”

Rubén Santos - técnico de prevención de inundaciones de URA

En Euskadi, la coordinación entre los diferentes organismos es fundamental para actuar ante fenómenos meteorológicos severos. Rubén Santos destaca que “hoy existe una buena coordinación entre URA y la Dirección de Atención de Emergencias y Meteorología del Gobierno Vasco. Nuestras previsiones hidrológicas permiten activar los planes especiales de emergencia con antelación”. Además, subraya que “si hoy se repitiera un episodio como el del 83, no nos pillaría desprevenidos; estamos mucho mejor preparados. No existe el riesgo cero, pero sí se puede evitar que lluvias torrenciales acaben siendo una catástrofe”.

Desde el Observatorio de la Sostenibilidad insisten en la importancia de alertar a la población a tiempo para evitar desastres como el vivido en Valencia en 2024. En palabras de sus presidente, “esos sistemas tendrían que acompañarse de protocolos muy claros, incluso simulacros, para que la gente sepa cómo actuar ante una inundación”, y añade que la decisión para enviar una alerta a la población no debería ser política, sino técnica”.

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“La gente debe saber cómo actuar cuando se recibe una alerta o se desborda un río”

Aitziber Urquijo - Responsable de obras hidráulicas de URA

Aitziber Urquijo, responsable de Obras Hidráulicas de URA, complementa esta visión señalando que uno de los retos pendientes es mejorar la formación y la conciencia ciudadana, porque “la gente debe saber cómo actuar cuando se recibe una alerta o se desborda un río”. Además, recuerda que es importante respetar la naturaleza y atender a los efectos del cambio climático.