¿Cómo se atiende a una mujer en el Centro de Atención Integral a la Violencia Sexual de Navarra?
El CAIVS cuenta con un equipo de 17 profesionales que ofrece asistencia psicológica, social y jurídica. Es todo un referente en el ámbito de la atención a mujeres
“Lo importante es ofrecer un espacio seguro, confidencial y lo más cercano posible. Muchas veces, de eso depende que la mujer vuelva, que es lo que a nosotras nos interesa. Escuchamos el relato y vemos qué necesita, siempre poniendo a la mujer en el centro”. Así resumen Mari Recalde García, coordinadora, y Elena Vélez Yárnoz, trabajadora social, la labor que realizan en el Centro de Atención Integral a las Violencias Sexuales de Navarra (CAIVS).
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El equipo lo conforman 17 profesionales: tres trabajadoras sociales, cinco educadoras sociales, seis psicólogas, dos abogadas y la coordinadora. Siempre hay una educadora y una psicóloga en el Centro para atender cualquier caso que llegue. El recurso ofrece asistencia psicológica, social, educativa y jurídica y se adapta a las necesidades de cada mujer.
Al Centro, ubicado en Arrosadia, puede acceder cualquier mujer mayor de 16 años. Es posible ponerse en contacto a través del teléfono 848 463 999, por WhatsApp en el número 621 69 03 51, en el correo caivs@fundaciongizain.es o presencialmente.
Trabajadoras sociales: “Somos la puerta de entrada al Centro”
“Cuando una mujer acude al CAIVS, la primera atención la hacemos siempre las trabajadoras sociales, que somos las que nos encargamos de la acogida”, cuenta Elena Vélez. “Somos como la puerta de entrada de las mujeres al Centro. Demostramos que es un espacio seguro y confidencial”.
El equipo de trabajadoras sociales realiza el primer apoyo y la primera contención emocional. “Escuchamos el relato y vemos qué necesita, siempre poniendo a la mujer en el centro. Les explicamos el tipo de apoyo que podemos brindarles y el funcionamiento del Centro. Valoramos qué es lo que necesita y cómo se puede abordar la atención interdisciplinar”.
Equipo de abogadas: Asistencia jurídica y ayuda a la comprensión
Siempre hay una abogada en el Centro y se dan por lo general dos casuísticas: que la mujer quiera poner una denuncia o que tenga ya un proceso judicial abierto. “En el caso de que quiera denunciar, se le explica el procedimiento al que se va a enfrentar, se le ayuda a preparar el relato y se le acompaña en todo el proceso. Aunque luego no denuncie, también se le explica. El objetivo es que ellas tengan la información y puedan decidir qué hacer”, remarca Mari Recalde.
“El segundo caso es el de mujeres que vienen ya con procesos judicializados. Desde aquí, se les refuerza todo el tema legal. Les damos las claves para el proceso y les explicamos todo a lo que tienen derecho”.
Recalde señala que la figura de la abogada no estaba en Navarra dentro de ningún equipo especializado en violencia contra las mujeres y que han notado que es una figura muy importante. “Les ayuda un montón a las mujeres a entender el proceso. Muchas veces, entre lo nerviosas que están y el lenguaje propio del juzgado es complicado. Aquí, se les explica de una manera más amable”.
“Sirve para que todo sea lo menos hostil posible”, añade Elena Vélez. “Son procesos muy largos y que desgastan mucho. Te cuestionan, te desestabilizan y es muy complicado. Sobre todo, intentamos evitar la revictimización”.
Equipo de psicólogas: La recuperación del hecho traumático
Las profesionales que acompañan a las mujeres en el proceso a medio y largo plazo son las psicólogas y las educadoras sociales. “Teniendo en cuenta la sintomatología y cómo acude la mujer al Centro e insistiendo siempre en lo que ella necesita, vemos qué es lo que le puede venir mejor. Si se percibe que hay una sintomatología muy activa y que la mujer necesita trabajar en la recuperación de ese hecho traumático, empieza un proceso psicológico terapéutico que puede ser individual o grupal”, comenta Mari Recalde.
“Las psicólogas analizan el impacto emocional y psicológico de la violencia sexual que ha sufrido la mujer, desarrollan los planes de intervención adaptados a las necesidades y abordan esa experiencia traumática mediante estrategias que promueven el bienestar mental y emocional. Se intenta ir de la mano en el tiempo con ellas porque, en función de los casos, les puede costar más o menos”.
Educadoras sociales: Acompañar el proceso de empoderamiento
Se trata de una figura muy importante y la mayoría de los centros de crisis que se han abierto en otras provincias no cuentan con ella. “Es algo que siempre reivindicamos”, asegura Recalde. “Las educadoras también intervienen en contextos de crisis, hacen acompañamiento individual y grupal y ayudan mucho a contextualizar la violencia, a comprender por qué ha pasado. Explican el sistema patriarcal, la cultura de la violencia, los roles de género... Eso muchas veces facilita que luego, cuando esa mujer inicia un proceso terapéutico, lo tengan ya construido y sirve para mejorar la recuperación”.
“Trabajan la recuperación de la autoestima y de la confianza y promueven la creación de redes sociales y comunitarias, que hacen un poco de soporte emocional. Acompañan en el proceso de empoderamiento y en los aspectos de autocuidado”.
Otra función muy importante que hace el Centro es el asesoramiento al entorno más próximo de las mujeres. “Es algo muy puntero de este recurso. Un entorno que cree y sostiene marca una diferencia enorme en la recuperación”.
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