Una furgoneta cargada hasta arriba de droga, con más de una tonelada de hachís. El vehículo interceptado en la tarde del pasado domingo en la Autovía del Pirineo (A-21), en la salida de la localidad navarra de Izco, iba repleto de fardos de hachís, por lo que los responsables del traslado de droga habían adoptado las máximas medidas de seguridad para proteger el cargamento. Iban armados y llevaban un vehículo lanzadera varios metros por delante, para que les pudiera avisar de la presencia policial.

De hecho, ese coche de avanzadilla que prestaba las labores de vigilancia fue el encargado de avisar a la furgoneta de que la Policía les venía pisando los talones. El operativo estaba dirigido por agentes de la Policía Nacional, que contaron con la colaboración de la Policía Foral y de la Guardia Civil.

La furgoneta se quedó encajada en las biondas

El Grupo de Estupefacientes de la Jefatura Superior de Policía de Aragón interceptó los vehículos a los que estaban realizando el seguimiento desde Zaragoza y se vieron obligados a hacer uso de sus armas reglamentarias durante la persecución, después de que incluso fueran embestidos por los narcotraficantes. La operación se saldó con tres arrestados de nacionalidad francesa y de origen magrebí y más de 1.200 kilos de hachís. 

El dispositivo se activó en la tarde del domingo y finalmente fueron interceptados merced a que la furgoneta quedó encajada en una de las biondas de seguridad de la autovía. Sin embargo, el trabajo policial no terminó con el apresamiento en la Autovía del Pirineo. Gracias a la orden de entrada y registro cursada por un juzgado de Zaragoza, los responsables de la investigación accedieron al piso de uno de los narcotraficantes en Sos del Rey Católico (Zaragoza) donde también se halló una cantidad de droga equivalente a la hallada en la furgoneta, ascendiendo la cantidad total a los 2.500 kilos, así como un fusil y un arma corta.