“Muy buenos días, Pedro, tenemos a tu hijo”. La llamada del agente de la Ertzaintza al aita de Aimar puso fin a una pesadilla que duró diez horas en las que la pareja de la localidad de Durango que habían sido padres el pasado martes pasó los momentos más angustiosos de su vida. Afortunadamente, la rápida actuación de la Ertzaintza junto a la colaboración ciudadana lograron un final feliz a esta macabra historia.

Todas las alarmas se encendieron la noche del miércoles cuando una mujer de 24 años y 1,60 de estatura entró en el hospital de Basurto vestida de enfermera y se dirigió a cumplir su objetivo: robar un bebé. El plan para llevarlo a cabo debía haberse pergeñado hace tiempo ya que la secuestradora, vecina de Santutxu, había simulado durante este tiempo estar embarazada. Incluso su pareja, que ya tiene una niña de dos años, pensaba que estaba embarazada. La madre de la joven también se había creído el falso embarazo y de hecho había comprado ropa de bebé, un cochecito y alguna otra cosa que se encontraron en el registro de la vivienda en el barrio de Zorrotza.

La Ertzaintza ha abierto una investigación para esclarecer las razones que motivaron a la joven a secuestrar a un bebé del hospital de Basurto la noche del miércoles. Sobre las 21.00 horas, la presunta raptora, vestida de auxiliar de Enfermería, accedió a varias habitaciones del pabellón de Maternidad sin éxito hasta que se encontró con Laura, que en ese momento estaba sola con el pequeño Aimar. Para poder tomar al recién nacido, mintió a la madre y con el pretexto de hacerle unas pruebas cogió al bebé y se lo llevó.

El consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, confirmó que la arrestada entró en varias habitaciones e intentó llevar a cabo la misma operación con otros bebés. Dos horas y media más tarde, en su segunda comparecencia ante los medios de comunicación, el consejero matizó sus palabras iniciales en torno a este asunto: “No he dicho que haya intentos de secuestro, he dicho que la mujer se ha movido por el hospital y que ha abierto algunas puertas de algunas habitaciones”, manifestó.

Las alarmas de la desaparición del bebé se encendieron pasadas las diez de la noche cuando el padre del niño regresó a la habitación. Al preguntar a las enfermeras por su hijo, se dieron cuenta de que el niño no había sido trasladado para realizarle ninguna prueba médica como le habían dicho a Laura, la amatxu.

A partir de ahí se activó el protocolo de seguridad y comenzó una carrera contrarreloj para localizar a la mujer y al niño y recuperarlo sano y salvo. El tiempo, era clave. La Ertzaintza difundió la noticia del suceso, la descripción de la mujer y siguió la pista de la secuestradora gracias a las cámaras de seguridad existentes en la ciudad.

En cuestión de horas la mujer ya había sido identificada, según explicó el consejero de Seguridad, Josu Erkoreka. La colaboración ciudadana fue esencial para lograr que este suceso tuviese un feliz desenlace. La presunta raptora del recién nacido debió de verse acorralada por la cantidad de información que en poco tiempo fue difundida tanto por las redes sociales como por los propios medios de comunicación que hicieron públicas las primeras imágenes previas y posteriores al secuestro. Todo apunta a que este fue el motivo por el que la joven –que ya había compartido con sus amistades la falsa noticia de su alumbramiento– decidió dejar al bebé en casa de una vecina de la plaza del Carmen, en el barrio de Santutxu, en Bilbao.

¡Ya está Aimar entre nosotros!

Muchas gracias a todos por vuestros mensajes, llamadas, etc. Hago esta publicación para responder un poco a todas, ya que de una a una me es imposible. En primer lugar, quiero agradecer a Arkaitz, el jefe de investigación de la Ertzaintza, probablemente, la mejor policía de Europa y del mundo, y él sin duda, nuestro mejor jefe en unos momentos tan difíciles. En segundo lugar, a Olga, la celadora que estuvo toda la noche arropándonos y se convirtió en nuestra mejor amiga y psicóloga aunque no fuese su trabajo; a todo el equipo de Osakidetza y a todo el equipo de la Ertzaintza, policías, ambulancias, etc. A la ciudadanía por su apoyo y a Terry por su grandísimo apoyo y, sobre todo, a la mujer que recogió a nuestro pequeño Aimar en la puerta de su casa. Las personas como tú merecen un reconocimiento y estaremos contigo pronto, para agradecerte el enorme gesto que has tenido con nosotros. A partir de hoy, Aimar tiene dos cumpleaños: uno el 18 y otro el 20 de octubre. Han sido las peores de horas de nuestras vidas, pero ahora pasarán a ser las más felices cuando presentemos a nuestra hija Alaia a su hermanito Aimar. Gracias a todos, de corazón.

“Me volví loco, busqué a Aimar hasta en la basura”

Pedro y Laura vivieron la noche del miércoles las horas más largas y peores de su vida. Durante diez horas, el tiempo que permaneció secuestrado Aimar, su bebé recién nacido, se volvieron locos. “Estaba totalmente descontrolado, no sabía qué hacer”, dice todavía con congoja y llanto el padre. No olvidarán nunca lo ocurrido. Aimar, el hijo de esta joven pareja de Durango –que fueron padres por segunda vez–, vino al mundo el martes, pesó casi tres kilos y el parto transcurrió con normalidad.

La pareja tiene otra niña de 3 años, Alaia, así que Pedro decidió pasar la tarde del miércoles en Durango para poder estar con la pequeña y que la niña no se sintiera sola por la llegada de su hermanito. Además, la madre y el bebé se encontraban perfectamente por lo que así lo decidieron. Al anochecer, Pedro tenía previsto regresar al hospital de Basurto y sería la hermana de Laura la que se quedaría con la pequeña en Durango. Los padres lo tenían todo organizado para que el nacimiento no supusiera ningún trastorno en la joven familia.

A las 21.00 horas, Laura llamó a Pedro para comentarle que les daban de alta a ella y al bebé, así que se iban a casa antes de lo previsto. Le pareció extraño, no le cuadraba, pero a Laura le dijeron que el pabellón de maternidad estaba colapsado y por tanto debían desalojar habitaciones para nuevas parturientas. Teniendo en cuenta que madre e hijo se encontraban bien, habían decidido que a las diez de la noche aproximadamente se fueran a su domicilio. La mujer que se hizo pasar por enfermera comunicó expresamente a Laura este mensaje. Fue ella misma también la que dijo que se llevaba al pequeño para hacerle la prueba del talón y una vez terminada se podrían ir.

A Pedro no le cuadraban tantas prisas. Sobre todo, teniendo en cuenta que al día siguiente debía volver de nuevo para hacer el registro, un trámite cuyo procedimiento ha cambiado y ahora se debe cumplimentar en el hospital.

Tal y como habían previsto, a las 22.00 horas se dirigió de nuevo al complejo hospitalario de Basurto. Laura estaba sola y ya hacía un tiempo que se habían llevado al pequeño Aimar, lo que le hizo empezar a sospechar. Le entró el nerviosismo, reconocía. “¿No te han traído a Aimar todavía?”, preguntó a su mujer que había empezado a acusar la tardanza. Nadie se imagina que estando en un hospital, en el pabellón de Maternidad, una mujer se disfrace y se haga pasar por enfermera para robar a un recién nacido. Esas cosas pasan en las películas, pero en la vida real y en Bilbao no son escenas que se contemplen como posibles.

Pedro, ya con la sospecha muy acusada, salió en busca de alguien que le informara sobre la prueba que estaban realizando al pequeño. Y fue entonces cuando comenzó una verdadera pesadilla. La sanitaria a la que preguntó le dijo que no había ninguna orden de darles el alta, ni nadie estaba realizando una prueba a Aimar. “Me volví loco, perdí el control”, comentó ayer a un amigo. “Busqué en los contenedores con el temor de que lo hubieran echado a la basura, pero Aimar no apareció”.

Para entonces ya estaba activado el protocolo de búsqueda y la Ertzaintza inició la investigación para dar con el paradero del bebé y de la secuestradora. Pedro y Laura estaban fuera de sí. Tuvieron que darles tranquilizantes para poder controlar su estado de nerviosismo y ansiedad. “Es inimaginable lo que se te puede pasar por la cabeza en una situación así”, apostillaba un amigo de la familia.

Destrozados por la pesadilla que estaban viviendo a las tres de la madrugada recibieron una llamada de la Ertzaintza que les arrojó algo de luz. Los agentes le dijeron a Pedro que tenían cámaras en las que se veía a la mujer que había secuestrado a Aimar entrar en una farmacia en Rekalde donde había comprado leche. Pedro pensó de todo, pero quiso agarrarse a la esperanza. La mujer había comprado leche para el bebe. Eso quería decir que al menos le iba a alimentar. La siguiente llamada fue a las 8.10 de la mañana. “Muy buenos días, Pedro, tenemos a tu hijo”.