Las instalaciones en Tafalla de la antigua empresa Unibolsa S.A. se convirtieron en semejante manjar para expoliar que la maquinaria de imprenta que se guardaba en su interior fue fruto de robos a mansalva. Incluso de un contrato falsificado por el que varios hombres acudieron a dicha nave para hacerla chatarra y, de hecho, se llevaron 140 toneladas por haber despiezado las máquinas que había en el interior.

El problema surgió cuando en uno de esos episodios trataron de trocear un puente-grúa para llevarselo a la chatarrería pero, en dicha operativa, se originó un incendio que precisó de la intervención de los bomberos y de la policía. Ese fue el punto de origen de la investigación. Puesto que el propietario real de la nave, que solo la utilizaba de almacén, fue advertido de que se había producido un fuego en su interior y entonces aclaró a los policías que él no había contratado a nadie para que hicieran de sus máquinas trocitos de metal. Ahora, el creador del falso documento ha sido condenado por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra a dos años de prisión después de que hayan estimado parcialmente su recurso a la sentencia condenatoria que recibió previamente en el Juzgado de lo Penal número 3, donde se le llegó a condenar a cuatro años de prisión por un delito continuado de robo con fuerza en las cosas.

Los cuatro autores del expolio, que también se sentaron en el banquillo de los acusados, fueron absueltos del robo y del delito de daños por incendio al entender la jueza que habían obrado pensando que el trabajo encomendado era real y que no podían tener conocimiento que quien les contrató no era el propietario del almacén.

La sentencia recuerda que el procesado conocía que el dueño de la empresa residía fuera y que la mercantil tenía su sede en Pamplona. “Sabedor de esta circunstancia, el acusado procedió a romper los candados y el sellados de las puertas y colocó un candado nuevo para aparentar con la nueva llave estar legitimado para entrar en el interior, llave que entregó para que los chatarreros llevaran a cabo sus tareas”.

De esta forma, se elaboró un contrato en el que el acusado, Manuel G.E., manifestaba ser el propietario de la nave y contrató a varias personas para realizar las labores de corte en la maquinaria, carga en los camiones y traslado a la empresa de chatarra. De hecho, del troceado de la maquinaria llevaron hasta cuarto camiones para cargar la mercancía vendida. Se llevaron así una máquina acomplejadora, una extrusora, una incineradora, una impresora y numerosos cilindros de impresión, material que tenía un valor de 608.690 euros. La chatarrería que recibió las piezas abonó a uno de los trabajadores que se dedicó a despiezar las máquinas una cantidad de 28.000 euros por las 140 toneladas de chatarra.