La Audiencia Nacional califica de "extrema" la "peligrosidad" del autor confeso del atentado perpetrado el pasado 25 de enero en dos iglesias de la localidad gaditana de Algeciras, quien no sólo no mostró signo alguno de "compasión, arrepentimiento" o "empatía" con sus víctimas, sino que justificó ante el juez su acción al sostener que éstas eran "merecedoras" del ataque por ser "enemigos del islam" y estar relacionadas con "Satán".

Con estos argumentos rechazó la Sala de lo Penal el pasado 7 de febrero poner en libertad a Yassin Kanjaa, el joven marroquí de 25 años investigado por el ataque que acabó con la vida del sacristán Diego Valencia y dejó heridas a cuatro personas, entre ellas un sacerdote.

En su auto, los magistrados plasmaron que existía un claro riesgo de fuga y reiteración delictiva en el investigado, a tenor de la declaración que prestó ante el juez, donde justificó su acción -dijo que "Alá" le había encomendado una misión que debía cumplir- y confesó su propósito de "continuar llevando a cabo sus acciones con conductas similares", indicaba la Sala.

"Él mismo reconoce que su propósito es matar a más personas, 'quitar de en medio', en su propia expresión, añadiendo que si lo dejan en libertad la situación va a empeorar más porque no está nada tranquilo", señalaba el tribunal.

La Sala vio por tanto en el investigado una peligrosidad "extrema" y "por tanto incompatible con la vida en libertad" o con la imposición de cualquier otra medida alternativa a la prisión preventiva, "que no podrían impedirle llevar a cabo el propósito homicida confesado".

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Un muerto en el ataque a varias iglesias en Algeciras

El discurso que mantuvo tanto ante la Policía como ante el juez que investiga el caso, Joaquín Gadea, fue "coherente dentro del propósito homicida confesado y su interpretación radical de su fe religiosa, que le lleva a identificarse con personajes propios del Corán y entender que su misión es eliminar físicamente a quienes considera 'enemigos o satanes'".

Kanjaa también relató ante el juez que los tres días previos al ataque había experimentado una sensación extraña que definió como "verlo todo negro, ver la muerte o pensar en suicidarse", indicó la Sala, que vio justificado que el investigado fuese examinado por forenses de la Audiencia Nacional, aunque precisó no obstante que "recordó todo lo sucedido sin dificultad y sin signos de arrepentimiento".

Unas semanas después de aquella decisión, Kanjaa fue sometido a dicho examen forense, que dio como resultado un informe preliminar en el que los peritos apuntaron que podría tener un posible trastorno delirante y plantearon la posibilidad de internarlo en una unidad psiquiátrica dependiente de Instituciones Penitenciarias para observar su evolución y poder examinarlo mejor en un futuro.

Los forenses no concretaron aspectos sobre la imputabilidad del investigado al considerar que necesitaban información adicional y una evaluación más exhaustiva del joven para sacar conclusiones definitivas.