Huyó 50 kilómetros y más de dos horas de la Policía Foral, desde que decidió marcharse sin pagar de una gasolinera de Tafalla hasta que fue localizado en el centro de salud de Cadreita, adonde acudió de urgencia al haber recibido en su huida un disparo fortuito de un policía foral, que atravesó la carrocería del coche y le hirió en la cadera.

Este joven de Valtierra que tenía 33 años, Rubén F.M., había sido condenado en el Juzgado de lo Penal número 2 de Pamplona a 5,5 años de cárcel por aquella huida de la Policía, en la que estuvo a punto de arrollar al citado policía tras saltarse un control, sembró el pánico en la carretera en el casco urbano de Peralta, golpeó a un camión y terminó varado en una yeguada de Milagro. Sin embargo, la Audiencia le ha rebajado la condena de 5,5 años a tres años de prisión por el delito de conducción temeraria (13 meses, antes fue condenado a tres años), en concurso de normas con el delito de conducción por influencia de las drogas y de atentado (2 años, antes fue condenado a 2,5 años).

La demora en dictar sentencia no se explica

El tribunal considera desproporcionada la pena de tres años en el delito de conducción temeraria, pero además, en ambos delitos, aplica la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas por haberse retrasado en dictar la sentencia de esta causa más de diez meses. La Sala reconoce que “aunque no pueda concluirse que hubiera habido una dilación extraordinaria e indebida en la tramitación del procedimiento, lo cierto es que sí se aprecia que desde que el juicio se celebró y concluyó el 11 de marzo de 2022, y hasta la fecha en la que se dicta la sentencia el 25 de enero de 2023, que supera totalmente los plazos legalmente establecidos para el dictado de la sentencia, sin que se trate de una causa especialmente compleja, ni se menciona en la sentencia circunstancia alguna que explique dicha demora”.

Los hechos ocurrieron en el mes de abril de 2019 y fueron juzgados en marzo de 2022, por lo que la jueza ha tardado diez meses en dictar sentencia. La Fiscalía pedía para él 11,5 años de prisión. En ambos casos, en la sentencia del juzgado, y tras el recurso a la Audiencia, se le aplica la eximente incompleta de toxicomanía y la resolución confirma que el acusado presenta un trastorno mental y del comportamiento debido al consumo de múltiples sustancias.

Una huida alocada

La sentencia recoge que el 12 de abril de 2019 el acusado conducía un vehículo Volvo en el que llevaba la matrícula parcialmente tapada con cinta aislante blanca. Tras repostar en una estación de servicio de Tafalla, salió del lugar precipitadamente y se incorporó a la carretera N-121 en dirección a Tudela. Conducía a gran velocidad y chocó contra la parte trasera de un camión que estaba desbrozando maleza de una cuneta. Pero dicho impacto no le frenó. Siguió a gran velocidad y, como quiera que por dichas labores de limpieza solo había un carril habilitado en la vía, condujo a velocidad inadecuada, invadió el carril en el que no tenía preferencia de paso y obligó a un operario que ordenaba el tráfico a retirarse para no ser arrollado.

Todo ello fue observado por una patrulla de la Policía Foral, que colocaron los dispositivos acústicos y luminosos y empezaron a perseguirle. Pero el acusado no desistió de su actitud y los policías le perdieron la pista en la NA-115 hasta Peralta. Más tarde, al instalar un control estático en la rotonda de entrada a Peralta, accedió a la misma a toda velocidad. Pero a que el control solo dejó un carril para entrar en la rotonda, el procesado hizo caso omiso a la Policía, enfiló hacia el coche patrulla, lo que motivó que uno de los agentes temiera por su integridad física y disparara al aire. Luego, se cayó al suelo y de forma fortuita, dice el fallo, disparó otro tiro y le hirió en la cadera al acusado, que estuvo 24 días de baja.

El conductor siguió circulando por Peralta, obligó a una conductora a dar un volantazo para no chocar con él, y logró salir de allí hacia Milagro, donde entró en una finca privada, hasta que llegó a gran velocidad a un espacio carente de salida. Tuvo que salir del coche, le dijo a un trabajador que había tenido un accidente y abandonó el lugar por un camino rural. Luego, aparcó en el cementerio de Cadreita y se fue al centro de salud.