Sentados en el banquillo de la Sección Primera de la Audiencia, las justificaciones de alguno de los acusados de haber estafado 180.000 euros a una empresa navarra con una modalidad tipo man in the middle sonaron este miércoles más bien a excusas peregrinas, pero desde luego nadie pudo dar una explicación clara de que el negocio que tramaban fuera legal. El fraude que se les imputa, también llamado ataque del intermediario, consiste en interceptar una conversación o una transferencia de datos haciéndose pasar por uno de los legítimos participantes de la transacción.

Así lo hicieron en este caso al remitirse el 25 de noviembre de 2019 a la firma navarra, vinculada con la automoción, varios correos electrónicos simulados en los que, creando la falsa apariencia de proceder de una proveedora real de Palencia, le requerían el pago de una deuda de 180.081,95 euros. Asimismo, y para reforzar este engaño, los ciberdelincuentes informaron falsamente a la firma navarra que el ingreso debía hacerse en una nueva cuenta bancaria de la empresa palentina. Para ello enviaron también un certificado falso de titularidad de esa nueva cuenta de fecha 21 de mayo de 2019 en el que se indicaba que pertenecía a la empresa castellana, cuando en realidad su titular era una empresa de proyectos ingenieros ubicada en Madrid, cuyos administradores, padre e hijo, son dos de los acusados. De esta forma, inducidos por ese engaño, desde Navarra se transfirió dicha cantidad a la nueva cuenta de la supuesta proveedora, pero en realidad la Fiscalía afirma que fue a parar a los acusados.

Les piden dos años de prisión y los 180.000 euros de responsabilidad civil

Los tres procesados, a los que la Fiscalía pide dos años de prisión, una multa de 3.000 euros y que indemnicen a la empresa navarra con los 180.000 euros que desaparecieron de sus cuentas, se declararon inocentes y echaron la mirada hacia un cuarto investigado, que se encuentra en busca y captura al no poder ser localizado. Los administradores de la empresa madrileña que recibió la importante cuantía económica explicaron lo siguiente. El padre dijo no tener responsabilidad en los hechos porque se había jubilado en 2010 y en 2019 no realizaba actividad alguna empresarial. Se quejó de que durante la tramitación de la causa, de la que se enteró al embargarle el juzgado las cuentas corrientes, "solo he recibido perjuicios. Es bochornoso e inaudito", aireó.

Negocios desde la embajada de Nepal a las piedras preciosas de África

El hijo del anterior, y al parecer el principal gestor de la sociedad madrileña, reconoció haber recibido la transferencia de algo más de 180.000 euros. A su juicio, el origen de la misma era que el cuarto procesado, el que no pudo ser juzgado al no ser localizado, era un intermediario con el que trabajaba desde 2016 en varios negocios, incluso con la Embajada de Nepal, y él se dedicaba a realizarle proyectos de ingeniería y arquitectura para esos proyectos. En el caso de Navarra, dice que nunca habló con la empresa de la Comunidad Foral, porque el negocio "me vino hecho. Era una persona de confianza con la que ya había trabajado y él se encargaba del proceso por nuestro contrato de colaboración". Según dicho contrato, el acusado en busca y captura y el otro que sí compareció, un intermediario africano, iban a cobrar unas comisiones de 21.000 euros de la transferencia por el negocio en Navarra y otros que también hablaron.

La mecánica para recibir la transferencia no era la más habitual. Este empresario relató que los otros acusados le habían ofrecido los números concretos de cuatro facturas que justificaban el cobro de dicha cantidad, con arreglo a unas obras de actualización que se iban supuestamente a realizar en la empresa navarra. Los otros acusados también le dijeron que tenían su cuenta monitorizada y que, por tanto, sabían cuando iba a cobrar el dinero par que les pudiera realizar los correspondientes ingresos. Así fue. Tras recibir la transferencia por engaño desde Navarra, el empresario mandó varios envió de dinero de 5.000, 9.000 y 7.000 euros, respectivamente. La primera al procesado enjuiciado, cuya firma aparece en un recibí pero dice que es falsa, y la segunda y tercera, al ilocalizable. Su cuenta bancaria quedó bloqueada poco después, pero antes le había dado tiempo a transferirse 12.000 y 48.000 euros a otras dos sociedades de las que es propietario. Este acusado asegura que quiere devolver el dinero pero que no puede porque tiene todo embargado. "No puedo pagar nóminas,impuestos, ni seguros sociales, ni puedo recibir dinero de las obras que estoy haciendo", afirmó.

El tercer acusado recordó que en 2019 conoció al empresario por medio del otro intermediario en busca y captura y que en principio le propuso un negocio de compraventa de oro y piedras preciosas en África ya que conocía que tenía un socio en Corea que negociaba con ellas. Aseguró que aquello no había fructificado, y tampoco unas supuestas conversaciones que tuvieron para realizar trabajos de construcción. Solo reconoció que había recibido dos transferencias de 1.000 euros por unos supuestos bienes inmobiliarios en África que tampoco supo aclarar.