Condenado a expulsión por sus robos reincidentes a personal del Hospital de Navarra, huir por el tejado y resistirse a la Policía
El acusado, magrebí de 26 años y en situación irregular, llevó a cabo media docena de robos en 15 días en diciembre de 2024
En apenas 15 días, se hartó de robar móviles en el Hospital Universitario de Navarra. Incluso se los sustrajo a las enfermeras que le atendían por algún tipo de corte y, aprovechando un descuido, se llevaba su teléfono al bolsillo. Varios de los aparatos no han aparecido y alguno se encontraba en el recinto de la antigua Ikastola Jaso, donde este magrebí de 26 años, y que ya tenía antecedentes por un delito de resistencia, pernoctaba si es que no iba al centro hospitalario a cometer alguna fechoría. En otra ocasión, incluso trató de escapar de la Policía huyendo por el
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tejando con algunos efectos que había sustraído.
Ahora, la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra le ha condenado a penas que suman dos años y siete meses de prisión a este hombre, que sembró el pánico por su actividad delincuencial sin freno en el complejo médico en torno a las Navidades del pasado año. La Audiencia le contempla la atenuante de drogadicción, por consumo de cannabis y cocaína, que no le había apreciado el Juzgado de lo Penal número 1 de Pamplona, que le condenó en primer lugar a 4,5 años de cárcel. Sin embargo, tanto el juzgado como la propia Audiencia mantienen la sustitución de la pena de prisión (de 13 meses por el hurto continuado) por la expulsión durante cinco años del territorio nacional.
Robó a las enfermeras que le curaban y se colaba en los despachos de madrugada
La sentencia relata que el acusado, con ánimo de obtener un enriquecimiento ilícito y en ejecución de un plan preconcebido, acudió en diciembre de 2024 al hospital "introduciéndose a hurtadillas en los diversos servicios y despachos para llevarse móviles y otros efectos de valor que pudiera encontrar".
Así, el 12 de diciembre entró en Urgencias con un corte en la mano. Una vez en la zona de triaje, y aprovechando que la enfermera que le estaba asistiendo salía momentáneamente de su puesto de trabajo, se aproderó de su teléfono y se fue del lugar.
Tres días más tarde, el 15 de diciembre, entre las 22.45 y las 23.59 horas, el acusado entró en la planta 4 del pabellón H del hospital, donde abrió el armario del control de enfermería y se llevó consigo el bolso, que dejó abandonado cerca de los ascensores, apoderándose de un Iphone y de 60 euros en metálico. Igualmente, esa noche sustrajo otro móvil que se encontraba dentro del armario de las auxiliares de enfermería.
Posteriormente, el 17 de diciembre, entre las 1.45 y las 2.20 horas, el procesado se encontraba en la plaza de Baluarte y forzó el candado de una bicicleta, se llevó consigo una bici pero esta fue inmediatamente recuperada ya que se personó una patrulla de la Policía Nacional que le identificó y evitó que se llevase la misma. Esa misma noche, entre las 4.00 y las 5.00 horas, accedió a la UCI del hospital, entró en un cuarto donde los empleados guardan sus efectos personales y se puso a rebuscar bolsos. Obtuvo de la zona Norte 2 del hospital y sustrajo un móvil que usaban los celadores en dicha unidad. También se hizo con una mochila con documentos, cargador de móvil y ropa deportiva que se encontraba en el módulo de descanso de dicho edificio y pudo ser recuperada.
Huida por el tejado
No terminaron ahí sus ganas de sustraer objetos. En el mismo edificio cogió un móvil, propiedad de una auxiliar de Enfermería, que lo había dejado en una sala de relax. Dicha profesional se encontró al acusado saliendo de la zona y, tras decirle que no podía estar allí y alejarse él del lugar, se dio cuenta que se había llevado su móvil y salió corriendo detrás del encausado pidiendo ayuda. Cuando le alcanzó, el acusado llevaba unas tijeras que la auxiliar le consiguió tirar al suelo y luego se produjo un forcejeo entre ambos. A continuación, inició su huida por el pasillo restringido de la UCI donde fue visto por agentes de la Policía Nacional que estaban de custodia con un preso ingresado. Los agentes intentaron cerrarle las salidas, ante lo cual abrió una ventana y comenzó a correr por el tejado de la primera planta, desde donde se descolgó al segundo tejado, los agentes bajaron a la carrera por las escaleras dándole el alto en varias ocasiones al grito de ¡Alto, Policía! El procesado hizo caso omiso de las órdenes, hasta que un agente lo agarró y empezó a bracear hasta ser reducido.
Detenido por agentes de paisano de la Policía Foral
Por último, el 27 de diciembre, el mismo acusado accedió al despacho de secretaría de TAC y Resonancia y cogió un teléfono Iphone 14 que había en un despacho. Al regresar a su puesto una de las profesionales que trabaja en el mismo, se cruzó con el procesado en el pasillo, y al comprobar que le faltaba el teléfono, salió tras él llamándole a gritos. El investigado dejó el teléfono en una ventana y luego salió por otro pasillo con actitud aparentemente calmada.
Ante los gritos de la enfermera, uno de los vigilantes de seguridad le dijo al procesado que se detuviese. Éste, sin embargo, comenzó a correr pero el vigilante le pudo dar alcance. El acusado se resistió con empujones, zarandeos y manotazos hasta que pudo ser detenido e inmovilizado. La Policía Foral se hizo con él después de haber establecido un dispositivo de vigilancia por la continua sustracción de móviles en el HUN y dos de los agentes de paisano del cuerpo autonómico fueron quienes finalmente arrestaron al encausado.