El hombre de 51 años que en marzo del año pasado dejó parapléjico a un conocido tras dispararle en cinco ocasiones en Zizur Mayor fue juzgado este miércoles en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra. El acusado, J.R.U. y de nacionalidad española, se enfrenta a una condena de hasta 25 años de cárcel –o prisión permanente revisable– y 7 millones de indemnización, que es la que pide el abogado de la víctima, A.M.M., ahora de 43 años y de origen dominicano. La Fiscalía reclama 15 años de prisión por un delito de asesinato en grado de tentativa y 2,4 millones, mientras que la defensa solicita la absolución al entender que el acusado actuó bajo un trastorno mental transitorio.

En su declaración, el procesado reconoció la autoría de los hechos, aunque aseguró que no se acordaba “de casi nada, ni tan siquiera de haber disparado”, ya que ese día había consumido cuatro gramos de cocaína. En cuanto al herido, que quedó parapléjico y con una discapacidad del 75%, relató que no pudo defenderse en ningún momento.

Los hechos

El tiroteo se produjo el 20 de marzo de 2024 a las 20.30 horas en la calle Santa Cruz de Ardoi, donde se habían citado por teléfono. El procesado declaró que el herido era su proveedor de droga, algo que la víctima negó al explicar que “habían quedado para tomar algo como en otras ocasiones”.

 A.M.M. acudió al domicilio de J.R.U. y le esperó fuera del portal. El acusado, que tenía licencia de armas, salió con un revólver escondido bajo su ropa. El herido describió que, al ir a saludarle, el acusado sacó el arma y le disparó dos veces en la pierna derecha. “Me taponé la herida y eché a correr, pero él me persiguió y me disparó por la espalda”. Lo hizo en otras tres ocasiones, alcanzándole dos proyectiles, uno de los cuales le causó la lesión medular. 

Entonces, la víctima cayó al suelo. “Él llegó hasta donde me encontraba y me puso la pistola en la cabeza mientras me decía: ‘te voy a rematar, puto negro’. No sé si no lo hizo porque no tenía más balas o por qué no me mató”, describió la víctima, mientras que el acusado relató quetan solo quería asustarle, en ningún momento acabar con su vida”.

Cuando llegó una patrulla de la Policía Municipal de Zizur al lugar de los hechos, el procesado arrojó el arma al suelo y fue detenido. Desde entonces, se encuentra en prisión provisional. Tanto Fiscalía como acusación consideran que el procesado actuó en plenas facultades. La defensa, en cambio, argumenta que sufrió un trastorno mental transitorio por el consumo de drogas y por la presión que ejercía sobre él el herido.