El miembro del comité ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE) Piero Cipollone defendió a mediados de abril el proyecto para crear un euro digital como una cuestión de soberanía estratégica, para reducir la dependencia en proveedores extranjeros de pagos digitales, pero también frente a los planes monetarios del presidente estadounidense, Donald Trump, con criptoactivos.
En una audiencia ante la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo, Cipollone subrayó que la UE “debe garantizar también que los europeos tengan un medio digital seguro y fiable de pago que complemente” al dinero en efectivo.
“Es una debilidad estructural y necesitamos atajarla ahora. La urgencia de preservar nuestra autonomía en defensa y energía ya está extremadamente clara, pero asegurar nuestra autonomía para servicios esenciales como los pagos digitales es igual de urgente”, enfatizó.
En este sentido, afirmó que la dependencia de proveedores extranjeros de pago “debilita el potencial económico y la capacidad de competir” del club europeo, al tiempo que “debilita la resiliencia y compromete la soberanía monetaria” del bloque.
“No actuar no sólo nos expone a riesgos significativos, sino que también nos despoja de una gran oportunidad”, añadió.
Cipollone advirtió de que la “creciente popularidad” de las carteras digitales “expone a los bancos europeos a nuevos flujos de tasas y datos” y, “más recientemente, las medidas adoptadas por la nueva Administración de Estados Unidos para impulsar criptomonedas estables respaldadas por dólares representa dudas para la estabilidad financiera y la autonomía estratégica de Europa”.
“Esto podría resultar potencialmente no sólo en más pérdidas de comisiones o datos, sino también en depósitos en euro que se desplacen a Estados Unidos con implicaciones importantes para la soberanía monetaria”, añadió.
Una asociación público-privada para retener soberanía
Frente a estos “desafíos”, el miembro del BCE defendió una “asociación” público-privada para “retener soberanía” y defendió que “el euro digital sería una piedra angular de dicha asociación”.
“Ofreciendo una opción digital de pago segura y aceptada universalmente reduciría nuestra dependencia en proveedores extranjeros y esto traería beneficios para todos. El euro digital daría a los consumidores europeos una opción digital de pago simple y segura, gratis para su uso básico”, explicó.
Cipollone también argumentó que el euro digital “protegería a los comerciantes europeos de recargos excesivos a esquemas internacionales de tarjetas” y remarcó que “se podría usar también sin conexión” a Internet.
Además, apuntó que este proyecto “no competirá con iniciativas privadas” sino que, al contrario, “explotará sinergias” y permitirá que las soluciones que plantee el sector privado “ganen tamaño con más facilidad en la UE”.
“El mundo de los pagos está cambiando rápido y por eso es crucial avanzar con la legislación del euro digital. Retrasar el euro digital ralentizaría nuestra respuesta colectiva público-privada a estos riesgos”, insistió el miembro del comité ejecutivo del BCE.
Dudas tras el gran apagón
La Península sufrió el 28 de abril un corte eléctrico de gran alcance que dejó sin suministro durante horas a las principales ciudades del país, dejando en evidencia la fragilidad del sistema de pagos digitales. La crisis energética demostró que, en situaciones como esta, el efectivo sigue siendo imprescindible, mientras que las alternativas electrónicas quedaron inoperativas. La avería afectó tanto a la red eléctrica como a las telecomunicaciones, bloqueando el uso de tarjetas, pagos móviles y plataformas digitales.
El fallo comenzó alrededor de las 12.30 horas y afectó de forma desigual a varias comunidades autónomas, siendo Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía las más golpeadas. Los primeros indicios apuntan a un problema en la conexión eléctrica con Francia, agravado por sobrecargas en la red interna española. Desde Francia han negado cualquier responsabilidad, mientras que Portugal, también afectado, ha señalado directamente a España como origen del fallo.
La caída del suministro provocó un colapso instantáneo en los sistemas de pago. Tiendas, gasolineras, supermercados y bares se vieron incapaces de procesar compras electrónicas. Solo quienes disponían de efectivo pudieron seguir comprando, lo que originó largas colas y numerosas transacciones canceladas.
El parón también dejó fuera de servicio a los cajeros automáticos, lo que agravó aún más la situación al impedir que los ciudadanos pudieran retirar dinero durante la crisis. La imposibilidad de usar tarjetas afectó igualmente al transporte público y a los servicios de movilidad privada, complicando los desplazamientos en grandes núcleos urbanos.
Durante la jornada, los bancos y plataformas de pago intentaron informar a sus clientes a través de canales digitales, pero la caída de las redes móviles dificultó que los avisos llegaran. Desde el Banco de España y las asociaciones bancarias insistieron en que no hubo brechas de seguridad en los datos, y que todo se debía a la interrupción energética.
Golpe al euro digital
Este apagón también supone un serio revés para los planes europeos de implantar el euro digital. El Banco Central Europeo (BCE) planea lanzar esta moneda virtual como alternativa al efectivo en los próximos años, pero este accidente ha dejado claro que, ante fallos en la infraestructura, el dinero físico sigue siendo la única garantía real de acceso económico. El episodio podría reforzar la percepción pública de que las monedas digitales no son completamente fiables en escenarios de emergencia.
A medida que avanzaba la tarde, la electricidad se fue restableciendo gradualmente en las principales ciudades, permitiendo que volvieran a funcionar los cajeros, los terminales de pago y las redes móviles. Aun así, muchos negocios optaron por mantener las transacciones solo en efectivo hasta que los sistemas estuvieran plenamente estables.
La jornada fue un recordatorio contundente de que, pese a los avances tecnológicos, la economía digital sigue siendo vulnerable a las disrupciones físicas, y que reforzar la preparación ante emergencias será crucial en un mundo cada vez más conectado.