La actriz francesa Marion Cotillard opina, tras debutar en la televisión estadounidense con la cuarta temporada de la serie de Apple TV+ The Morning Show, que “son tiempos complicados para la prensa. Quizá más que nunca, y representar a alguien con ese nivel de poder obliga a hacerse muchas preguntas sobre cómo se toman decisiones y cómo se construyen las narrativas”.
La ganadora del Óscar a mejor actriz por La vie en rose explica cómo abrazó el reto de interpretar a la ejecutiva Céline Dumond, un trabajo que le requería actuar en inglés durante meses y representar a las mujeres que determinan qué ve el público en los canales de noticias.
Su personaje es una de las dueñas y ejecutivas del conglomerado UBA, eje de la producción protagonizada por Jennifer Aniston y Reese Witherspoon. Su llegada altera los equilibrios internos de un canal de noticias que lucha por adaptarse a la fragmentación de audiencias y la creciente desconfianza social hacia el periodismo televisivo. Cotillard subraya que su personaje opera en un entorno sometido a tensiones editoriales y económicas que definen el rumbo de la información y en este contexto enriqueció su proceso de interpretación. “Me encantó cómo estaba escrita. Tiene tantas áreas de su mente y de su corazón visibles al mismo tiempo..., sus debilidades y sus fuerzas”.
La actriz cuenta que su decisión de unirse a The Morning Show nació de un entusiasmo como público. “Había visto las dos primeras temporadas en tres días. Me obsesioné. Cuando me preguntaron si quería participar, ni siquiera me planteé decir que no”.
El reto del inglés
La cuarta temporada de la serie mantiene la vocación crítica que la ha definido desde su estreno pero ahora también examina la responsabilidad editorial. “Y lo que hacemos las mujeres con ese poder que hemos adquirido. Como vemos en la serie, la corrupción no tiene género. Tenemos un largo camino por recorrer. Pero estas historias cuestionan nuestra conciencia y nos obligan a mirar lo que damos por sentado”, agrega.
Aunque Cotillard ya cuenta con trayectoria en producciones en inglés, reconoce que trabajar en televisión en ese idioma fue un desafío distinto por el volumen de diálogos y la velocidad del rodaje. “El inglés fue mi dificultad técnica más grande. No es mi lengua materna y necesito tiempo para aprender mis líneas. Cuando me las daban a última hora, era realmente duro”.
Ese proceso implicó dominar el texto y encontrar la autenticidad del personaje. “Me gusta descubrir cómo respira un personaje, cómo habla, dónde está su tono”. A pesar de la dificultad, asegura que “cuanto más complejo es un personaje, más interesante es para mí. No lo vivo como un obstáculo, sino como algo emocionante de construir”.