Los actos comenzaron el viernes por la tarde con la presentación del libro Brindis y poemas de pura cepa. Aguardiente de orujo y vinos de Liébana, en el interior del Centro de Estudios Lebaniegos, donde se recitaron algunos poemas de los 66 que forman el libro. Ya el sábado por la mañana tuvo lugar la proclamación del Orujero Mayor, cargo para el que este año ha sido elegido Okuda San Miguel, artista cántabro urbano, un hombre con mucho color. Por la tarde se celebró el encendido tradicional de las alquitaras (la pieza con la que se obtiene el orujo) dentro de la carpa donde tuvo lugar la cata de los nueve orujos presentados por las nueve orujeras participantes: El Coterón, Diosanjana, El Marrubio, El Traviesu, Mariano Camacho, Martínez de Cos, Picos de Cabariezo, Sierra del Oso y Valle de Bedoya. En dicha carpa pudimos guarecernos de las inclemencias meteorológicas ?que este año en concreto llegaron en forma de agua, cuando otros lo hizo de nieve?, lo que no quita para que hubiese un ambiente magnífico. Asistieron cientos de personas que degustaron orujos, cremas y licores previo pago de un euro, que daba derecho a dos chupitos.

A las ocho de la tarde tuvo lugar la Cata comentada de orujo, organizada por Javier Hernández de Sande, humilde médico de aguas (como él se define), presidente del Colegio de Médicos de Cantabria y presidente también de la Academia de Gastronomía de Cantabria. Como miembros del jurado estuvimos Enrique Bellver, periodista gastronómico del diario Sur de Málaga; Javier Caballero, bartender; Fernando Gurrucharri, presidente de la Unión Española de Catadores; Elsa Gutiérrez, de AnnuaGastro (dos estrellas Michelin); Joserra Calvo, director del grupo Ixo; Óscar Solana, cuatro veces campeón de España en varias modalidades de coctelería; Miguel Ángel Gómez, fundador del grupo de catas de aguardientes Akelarre na Queimada de Galicia; Jean Marcos Núñez, copropietario de la vinoteca La Ruta del Vino en Cantabria y ganador del Premio cata por parejas Vila Viniteca 2015 (seguro que no suena mucho, pero es uno de los concursos más difíciles de resolver); Juan Angulo, miembro de la Asociación de Sumillers de Cantabria y dueño de la taberna Melli; y el que esto escribe. El ganador de este año fue Mariano Camacho, que es quien más títulos ha conseguido. Arrancó en 1999 y esta es la sexta vez que logra el galardón al mejor orujo del año.

En la fase visual hubo algún aguardiente que veló después del movimiento, pero todos se caracterizaron por la transparencia y por un color magnífico. En la fase olfativa también nos encontramos con aromas bastante limpios, sin defectos. Quizás ahí es donde procuraron buscar la franqueza, la armonía, la redondez, etc. Quizás lo más reseñable sea el que año tras año el orujo mejora, y mucho.

Decidimos en una cata a ciegas que el ganador fuese el número cinco, y el acto de entrega se realizó al día siguiente, domingo, cuando el notario de la villa abrió el sobre donde están las votaciones, para después declarar a Mariano Camacho como el ganador del concurso. El acto estuvo presidido por la consejera de Turismo, Marina Lombó, por el consejero de Industria, Francisco Martín, y por todas las autoridades municipales de Liébana.

Esta Fiesta del Orujo se instauró en 1984. Cuentan los lebaniegos que la primera vez que se celebró este acto fue de manera privada en la finca La Birria. Allí encendieron por la noche una alquitara para destilar el orujo del Valle de Liébana. Ese mismo año encargaron el primer cartel de la Fiesta del Orujo. Se prendió fuego con madera frente a la torre de la Infanta de Potes y destilaron este licor durante toda la noche.