Jennifer López busca el amor, pero parece que a su prometido Álex Rodríguez le va más el sexo. El waka-waka ligero. El jugueteo tonto y sin compromiso en cada momento. ¡Es adicto! O así al menos lo afirman fuentes próximas a la pareja, amigos bocachanclas como Michael Gross, autor del incendiario libro House of Outrageous Fortune: Fifteen Central Park West, The World's Most Powerful Address, una publicación que narra, sin reservas, las locas fiestas que A-Rod, como también se le conoce en USA, organizaba antaño en su lujoso apartamento de Nueva York. "Del piso salían mujeres y hombres, día y noche, como por una puerta giratoria", detalla la novela.

Informaciones que también ha confirmado en más de una ocasión Star. "Le encanta el sexo rudo, se muere por los tríos y su gran fetiche sexual es el voyeurismo", recalcó a dicha revista la modelo Lauren Hunter, quien se despachó a gusto en una entrevista solo cuatro meses después de que se hiciera público el noviazgo entre Rodríguez y J.Lo.

Y claro, si a este desenfreno sexual se le suma la incertidumbre lógica por una pandemia, quien siempre sale perdiendo es el amor verdadero. Jennifer ha vuelto a suspender por segunda vez su boda, y todo ello a pesar de que se daba por hecho que iban a contraer matrimonio en secreto en breve, pero basta con leer sus mensajes en Instagram para cerciorarse de que la diva pop ha cambiado radicalmente de opinión: "Contraer matrimonio no entra entre nuestros planes a corto plazo", señala.

De momento, y mientras calma su último enfado por una posible infidelidad del exdeportista, al que ahora relacionan con Madison LeCroy, concursante de un reality de Estados Unidos, López se centra en lo suyo: la canción, el baile y la interpretación, en esos temazos como On the floor, Una noche más o Qué hiciste, que le recuerdan que no necesita a tiparracos como Álex Rodríguez.