Ver pequeñas notas de la historia cuando se viaja es un clásico. Catedrales, castillos, murallas, ermitas y otros monumentos suelen formar parte de itinerarios culturales o de entorno que se visitan mientras se recorre una ciudad o un pueblo. Narran devenires que construyeron nuestro presente.

Pero normalmente solemos dejar de lado periodos de la historia cuyos restos son de más difícil localización o no son notorios. El paso de los romanos por la península Ibérica ha dejado numerosos yacimientos y monumentos. Algunos muy conocidos por su importancia o espectacularidad, como son, entre otros muchos, el acueducto de Segovia, la muralla de Lugo, el puente romano de Córdoba o la ciudad de Baelo Claudia en la gaditana Bolonia.

Pero también hay otros yacimientos en nuestro entorno más cercano que hablan de la presencia del Imperio, sus legiones y sus comerciantes en lugares más escondidos, a veces inesperados.

Una ruta para disfrutar de una de romanos podría ser la que se vertebra alrededor de la calzada romana que se conoce como Iter XXXIV que atravesaba la actual Álava uniendo Miranda de Ebro con Pamplona y enlazaba con el paso occidental de los Pirineos hacia Burdeos. Esta vía tendría una bifurcación hacia el norte, hacía la actual Bizkaia en los alrededores de Iruña-Veleia y que pasaría por Amurrio y los restos encontrados en Elexazar.

Navarra, villas y ciudades señeras

Así, empezando en Navarra, la primera visita se podría hacer en Pamplona aunque supone un salto mental a Tudela. Es la Villa Romana de Ramalete. En la localidad ribera de Tudela se encuentra el soto de Ramalete donde en 1946 aparecieron casualmente los restos de una villa rural del siglo IV en la orilla derecha del Ebro entre Castejón y Tudela. Una vez hechos los trabajos de arqueología en su momento, se volvieron a cubrir y ese terreno volvió a ser un campo de labranza. La parte más importante de los restos fueron los mosaicos, que se trasladaron al Museo de Navarra en Pamplona, ciudad fundada por Pompeio sobre un asentamiento local ya existente.

Detalle de uno de los mosaicos de motivos vegetales recuperados de la enterrada Villa de Ramalete. Foto: Museo de Navarra

La Comunidad Foral cuenta con numerosos yacimientos romanos, tanto villas como ciudades o alguna torre conmemorativa. Así en la Zona Media, las ruinas de Santa Criz, junto a la localidad de Eslava. Descubierta en 1917 y puesta en valor recientemente, conserva los restos del que fuera el foro y la necrópolis de la ciudad, ofrece una extraordinaria aproximación a la esfera pública de las ciudades romanas del ámbito vascón. En este sentido, su visita es un buen complemento a las de Andelos (Mendigorria), Cara (Santacara) o Los Bañales (Uncastillo), esta ya en tierras zaragozanas. Además de contar con un mueso en Eslava, se hace visitas guiadas al enclave, aunque también se puede recorrer libremente. Esta ciudad vivió su periodo de mayor auge entre los siglos I aC y III dC.

Visita guiada por la ciudad de Santa Criz, en Eslava. Foto: Sagrario Zabaleta.

En la zona de Tierra Estella se encuentra la Villa de las Musas, nombre otorgado en la actualidad por el mosaico más importante que la decoraba, pero la denominación original de la casa, Aurelium, es la que da nombre a la actual localidad de Arellano, unos kilómetros al norte del yacimiento. Fue levantada entre los siglos I y V dC. Las excavaciones han permitido diferenciar dependencias de los siglos I-III dC vinculadas a la producción del vino. El mosaico original que le da nombre se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, por lo que es un reproducción el que se expone en el emplazamiento original. Abre los fines de semana y fechas vacacionales y organiza también visitas guiadas.

Parte de la Villa de las Musas, en Arellano, tenía como objeto la producción de vino. Foto: Javier Bergasa

En el norte de Navarra, en pleno Pirineo se puede acceder a la torre de Urkulu, en la cima del monte del mismo nombre de la localidad de Orbaiceta. Los amantes de las excursiones montañeras pueden llegar hasta una torre conmemorativa del siglo I aC levantada en este punto para marcar tanto el límite sur de los terrenos conquistados por las legiones romanas en aquella época como para recordar la victoria del proconsul Marco Valerio Mesala Corvino sobre el pueblo aquitano de los tarbelos. Además domina el paso de la vía romana Ab Asturica Burdigalam (de Astorga a Burdeos) que pasa por Pamplona y de la que forma parte la Iter XXXIV.

Restos de la torre conmemorativa de Urkulu, en Orbaiceta, que domina el paso de la via 'Ab Asturica Burdigalam'. Foto: Manuel Sagüés

Álava, nudo de caminos

Con esta antigua calzada en la cabeza, que entraba en Álava desde Navarra por San Millán de San Román, y tras pasar por Salvatierra y Vitoria-Gasteiz, llega hasta Iruña Veleia en Iruña de Oca, el gran conjunto arqueológico romano alavés.

Aunque sobre este solar se ha documentado ocupación humana desde mil años antes de Cristo, la vida romana comenzaría sobre el siglo I dC y se prolongaría durante quinientos años. Su momento de esplendor serían los primeros doscientos años y culminaría con la construcción en el siglo III de las murallas de la ciudad. Durante la visita se ofrecen dos recorridos guiados para conocer los rincones más emblemáticos de Iruña-Veleia, incluyendo el Open Area o zona exterior de la muralla -donde se puede contemplar los restos lo que fue un gran mercado-, la propia muralla y la Puerta del Sur.

Uno de los mosaicos desenterrados y restaurados en Iruña Veleia. Foto: Pablo José Pérez

Pero antes de llegar Iruña Veleia haya que pasar por Arkaia, donde en 1976 se encontraron unas termas y que en la actualidad se quiere convertir en un parque arqueológico. Levantadas también en el siglo I dC, cayeron en desuso en el IV. Localizadas en el propio casco urbano de la localidad, son fácilmente visitables.

Los arqueólogos trabajan en la recuperación de los muros de la terma de Araia. Foto: Jorge Muñoz

Volviendo a Iruña de Oca, en el concejo de Trespuentes o Trasponte podemos encontrar el comúnmente considerado puente romano que cruza el río Zadorra. Se le supone origen romano por su cercanía con Iruña Veleia, pero a decir de los expertos, su actual configuración corresponde con una época posterior a la romanización.

El puente romano de Trespuentes sobre el río Zadorra. Foto: Jorge Muñoz

En Veleia abandonaremos la Iter XXXIV para ir al norte, en dirección a Bizkaia atravesando el valle de Ayala. Cercano a la localidad de Amurrio encontramos el yacimiento de Elexazar, descubierto en el año 2009 y tras seis campañas de trabajo, en 2016 se dieron por concluidas señalando el lugar con unos paneles explicativos. Datado entre los siglos I y III dC, se trataría de un asentamiento de producción agrícola y ganadera, una explotación destinada a abastecer de provisiones a la población y al comercio. La particularidad de este asentamiento del valle del Nervión es que no hay un nucleo de población local anterior a la llegada de los romanos.

Vista aérea del yacimiento de Elexazar, en Amurrio. Foto: Araceli Oyarzabal

Bizkaia, asentamientos costeros para comerciar con mineral

La mayoría de los asentamientos romanos en Bizkaia, y también en Gipuzkoa, son en la costa y con fines claramente comerciales. Se trataba de potenciar las rutas marítimas, en especial las del comercio de productos de minería y evitar así su transporte terrestre.

Dos son los yacimientos vizcaínos más interesantes y ambos se sitúan an en la misma zona, el entorno de Urdaibai, donde se han encontrado restos de origen romano a lo largo de la desembocadura del río Oka. Pero el yacimiento más importante, tanto de esta zona como de toda Bizkaia es el poblado de romano de Forua, a dos kilómetros de Gernika.

Este asentamiento, que como casi todos los de esta ruta es del siglo I dC, fue descubierto en 1982 en la colina de Elexalde. Su extensión seis hectáreas es de las mayores de estas tierras y su ubicación en plena reserva de la biosfera de Urdaibai la hacen muy atractivo para acercarse hasta allí. A pocos metros del casco urbano de Forua, cuenta con paneles explicativos a ambos lados de la carretera que describen las nueve estructuras desenterradas y que corresponden a talleres y hornos metalúrgicos. La ocupación de este enclave se alargó hasta el siglo V dC. También se han desenterrado restos de una asentamiento anterior.

Visita al poblado romano de Forua. Foto: Borja Guerrero

Siguiendo la carretera en dirección a la costa, se llega a Bermeo, que cuenta en su municipio con una necrópolis romana, la de Tribisburu, en la ladera norte del monte Sollube. Se la considera la única necrópolis de incineración de este territorio y está datada entre los siglos I y III dC. Descubierta en 1994, cuenta con 10 estructuras funerarias cuadrangulares de mampostería de arenisca de 15 metros cuadrados. Además de las cenizas de los allí depositados, se han encontrado también restos de armas, ropa y calzado, vidrio de diversos colores y cerámica variada. Lo que todavía no se conoce es dónde está el asentamiento que se supone asociado a este enclave. Hay organizadas visitas guiadas.

Trabajos de excavación y asentamiento dela necrópolis de Tribisburu, en Sollube. Foto: Borja Guerrero

Gipuzkoa, el puerto vascón de Oiessa

Gipuzkoa es el territorio en el que menos yacimientos romanos se han encontrado, pero cuenta con uno de los mejores y más activos museos especializados en esta parte de la Antigüedad.

Es el Museo Oiasso de Irun, nombre latino del puerto romano en la desembocadura del río Bidasoa. De enorme actividad comercial, Oiasso ya aparece en textos del siglo I aC. Tras mucho tiempo tratando de ubicar este puerto vascón, del que se llegó a especular que fuera San Sebastián y de ahí su apelativo de la Bella Easo, en 1992 se descubrieron lo primeros restos del antiguo puerto en unas obras de la calle Santiago. Se han encontrado almacenes, talleres y termas que configuran una extensión de 12 hectáreas.

Fachda del Museo Oiasso de Irun. Foto: Ion Guezala

Así, el Museo Oiasso, ubicado en la calle Eskoleta 1, es un centro arqueológico que reúne los restos romanos descubiertos en Irun. Tiene la misión de dar a conocer el patrimonio arqueológico de la zona y convertirse en el centro de referencia del conocimiento y divulgación de la época romana en el Golfo de Vizcaya. Es también un espacio de desarrollo de actividades culturales en torno a la Historia Antigua y la Arqueología. Entre ellas destaca el Dies Oiassonis, el festival romano de Irun. Este museo abre todos los días de la semana menos los lunes.

Bomba de agua de la época romana encontrada en el viejo puerto romano y que se expone ene le Museo Oiasso. Foto: Xabier Sagarzazu.

Entre las visitas que organizan se encuentra el segundo yacimiento importante de la zona, la necrópolis de Santa Elena. En el interior de esta ermita se puede conocer el cementerio de Oiasso. Los restos que allí se ocultaban muestra la importancia que alcanzó esta ciudad portuaria y su alto nivel de vida. Los ajuares funerarios incluían monedas, recipientes de cerámica, agujas de hueso para el pelo, fíbulas y otros adornos de gran categoría.

Interior de la ermita de Santra Elena, convertida ahora en museo. Foto: Museo Oiasso.