La enfermedad celíaca (EC), también llamada enteropatía por sensibilidad al gluten, es un trastorno sistémico de base inmunológica causado por la ingesta de gluten y otras proteínas afines, que afecta a individuos predispuestos genéticamente. En las personas celíacas se genera una respuesta inmunológica (con producción de anticuerpos) frente a proteínas del gluten y su pared intestinal. Este ataque del sistema inmune genera un daño en las vellosidades intestinales, haciendo que no se absorban correctamente los nutrientes y generando déficits nutricionales y otras complicaciones.

Estas son siete claves sobre la enfermedad.

1. Diagnóstico tardío

La celiaquía es la hipersensibilidad alimentaria más frecuente en nuestra población, a pesar de que más del 70% de las personas permanece sin diagnosticar. Se estima que el 1% de la población española es celiaca y que la enfermedad es dos veces más común en mujeres que en hombres. Se puede desarrollar en cualquier etapa de la vida, aunque se presenta con más frecuencia en la infancia y la adolescencia. Entre los adultos la edad media de aparición es de 40 a 45 años.

2. Síntomas según la edad

En la infancia los síntomas más comunes son los digestivos, como diarrea, distensión abdominal y dolor, acidez y/o reflujo, estreñimiento o vómitos. Sin embargo, en la edad adulta son generalmente extradigestivos y más inespecíficos, ya que con el tiempo se pueden desarrollar otras enfermedades asociadas. Pérdida de peso, fatiga crónica, irritabilidad, anemia ferropénica, enfermedad tiroidea autoinmune o dolor articular o muscular son síntomas asociados a la enfermedad en adultos. Además, pueden darse manifestaciones cutáneas como dermatitis, eczemas, psoriasis; ginecológicas como abortos de repetición, menopausia precoz, primera menstruación tardía o infertilidad; y neurológicas, como neuropatía periférica (hasta en un 50% de los celíacos) con hormigueo, entumecimiento y ardor en las manos y piernas, ataxia (falta de control muscular o de coordinación de los movimientos voluntarios). También existen celíacos subclínicos (pacientes asintomáticos) durante años, que aún con daño intestinal, no presentan síntomas.

3- Factores o causas.

No existe una sola causa para el desarrollo de la enfermedad celiaca, pero los factores genéticos y medioambientales aumentan el riesgo de padecerla. Respecto a la genética, existen unas variantes de las proteínas HLA que predisponen a la aparición de la enfermedad. Estas variantes se encuentran en el 30-40% de la población general, pero en más del 99% de los celíacos. Las HLA son proteínas que se encargan de la inducción de la respuesta inmune específica, así como de reconocer los tejidos propios de los ajenos. Además, la presencia de estas variantes también predispone a desarrollar otras enfermedades autoinmunes, como la diabetes tipo I. Referente al factor medioambiental, la exposición a antibióticos durante el primer año de vida, las infecciones virales (sobre todo respiratorias) y las alteraciones de la microbiota intestinal se han propuesto como factores que pueden aumentar el riesgo de padecer celiaquía.

4- Diagnóstico médico.

La primera prueba en el proceso diagnóstico es la detección de los anticuerpos anti-transglutaminasa, anti-endomisio o anti-gliadina. Un nivel de anticuerpos diez veces por encima del límite superior de normalidad predice la existencia de lesión de las vellosidades intestinales con gran especificidad y apoya fuertemente el diagnóstico. Sin embargo, en adultos son necesarias pruebas adicionales como la biopsia intestinal para confirmar el diagnóstico. El estudio serológico (de anticuerpos) debe efectuarse mientras el paciente consume gluten, ya que el nivel de anticuerpos disminuye tras iniciar una dieta sin o baja en gluten. Además, la ausencia de anticuerpos no descarta totalmente la enfermedad, ya que, aunque muy poco frecuentes, existen pacientes con serología negativa. Por otro lado, se debe realizar una prueba de predisposición genética, cuya ausencia descarta con un 99% de seguridad la presencia del mal, ya que esta es una condición necesaria para el desarrollo de la misma.

5-Grupos de riesgo.

Las personas pertenecientes a algunos grupos tienen más posibilidades de padecer la enfermedad, por lo que es muy recomendable la realización de pruebas aun en ausencia de síntomas. Serían familiares de primer grado de un celíaco, enfermedad tiroidea autoinmune, déficit selectivo de IgA, diabetes mellitus tipo I, síndrome de Down, síndrome de Turner y síndrome de Williams.

6- Tratamiento.

Aunque la enfermedad celiaca no tiene cura, llevando a cabo una dieta sin gluten se solucionan los problemas asociados. Para esto hay que excluir de la dieta todas las especies Triticum, que incluyen trigo duro, trigo espelta y trigo khorosan; cebada, centeno y variedades híbridas como triticale. Respecto a alimentos como la avena, la mayoría de las personas celíacas pueden consumirla sin que tenga efectos nocivos para su salud. Sin embargo, existe el riesgo de que haya una contaminación cruzada durante el transporte, almacenamiento o tratamiento de la avena, por lo que solo se ha de consumir si posee un certificado libre de gluten.

7- Seguimiento médico.

Una vez que el paciente comienza una dieta sin gluten los síntomas deberían desaparecer en una media de cuatro semanas, y los anticuerpos negativizarse a los seis meses. Para valorar la evolución de la enfermedad y el correcto cumplimiento de una dieta sin gluten se recomienda realizar una analítica de serología a los tres y a los seis meses de iniciar la dieta sin gluten, para de este modo observar la respuesta en el título de anticuerpos, así como analíticas para ver el déficit de vitaminas y minerales (hierro, ácido fólico y vitamina B12). Después de la recuperación, sería suficiente con el seguimiento anual con anticuerpos.