Ser el hijo de Carme Ruscalleda, la cocinera que consiguió más estrellas Michelin en el mundo, no es una etiqueta de la que quiera desprenderse su hijo Raül Balam, aunque haya optado por seguir su propio camino gastronómico en Moments tras superar sus adicciones. Lo cuenta en el documental "Camí lliure".

Se estrena este miércoles en la sección Culinary Zinema del Festival de San Sebastián este relato sincero sobre una relación personal y profesional entre madre e hijo, la superación de la drogadicción y la gastronomía entendida no como trabajo sino como devoción.

"No me voy a quitar nunca la etiqueta de 'hijo de', de jovencito pensaba que era un lastre, pero conforme te haces mayor, lo disfrutas", dice a Efe Raül Balam, al frente de Moments, con dos estrellas Michelin en Barcelona.

Balam rechazó hacerse cargo de Sant Pau, el 'triestrellado' restaurante que construyeron sus padres, Carme Ruscalleda y Toni Balam, para emprender su "camino libre" cuando ellos decidieron "jubilarse" y cerrar en octubre de 2018 con una emotiva cena de despedida que también recoge el largometraje.

"Me daban con Sant Pau los deberes hechos, lo hubiera podido defender perfectamente, pero hace mucho tiempo tenía claro mi papel. El Sant Pau era el proyecto de una pareja joven ambiciosa que quería construir un restaurante donde les gustaría ir a comer, siempre hubiera habido una comparativa y, si yo hubiese caído en desgracia y destruido todo ese trabajo, sería un lastre que no me hubiera quitado en la vida", reconoce.

Ese deseo de construir su propio camino -"el hijo liberado", define Ferran Adrià en el documental- contrasta con la admiración mutua y confianza que comparten madre e hijo, aunque no siempre fue así porque él llegó a "perder el control" por sus adicciones.

Raül Balam ingresó en una clínica de desintoxicación en 2013 y sus padres no le acompañaron en todos los momentos de la terapia. Ha querido contarlo en el documental para "normalizar una enfermedad que está en nuestra sociedad y a lo mejor la gente que lo sufre no lo sabe".

Esa superación estrechó aún más la relación entre hijo y madre, capaces de comunicarse "con una mirada". "Él salió del pozo", dice Carme Ruscalleda, y Raül sigue confiando sus platos a la "bendición mamal", a la espera de reabrir en octubre Moments tras el cierre obligado en marzo por la covid-19 con el menú degustación Felicidad, que recopila lo mejor del recetario homónimo publicado por Ruscalleda con Planeta Gastro.

"Tenemos que ser más felices que nunca", defiende Raül Balam, para quien ha sido un salvavidas en este cierre temporal de Moments la dirección gastronómica de El Drac (Calella, Barcelona), que pudo reabrir en junio y le ha "dado la vida" a un cocinero tan apasionado por la cocina que se siente "inútil" si no está en ella.

Empezó en esta profesión como castigo, haciendo las tareas "menos nobles" de un restaurante obligado por sus padres por sus malas notas, rememora con Efe el productor, coguionista y ayudante de dirección de "Camí lliure", Pedro Peira, pero "ha sabido defender su camino".

Carme y Raül comparten la defensa del producto, la estacionalidad y el entorno, pero sus cocinas son bien distintas. "La mía es como un abrazo fuerte y la de mi madre uno más suave; se podría decir que la suya es más femenina y la mía más masculina", señala el cocinero aún a sabiendas de que "la gente se enfada cuando hablas de género en la cocina".

Y también comparten el amor por su trabajo. Él en Moments y El Drac, y sus padres, con Sant Pau ya cerrado -ahora está en manos de su otra hija Mercè, que lo ha convertido en un bar "sencillo"- y pendientes del Sant Pau de Tokio, siguen atendiendo proyectos y llamadas. "Creo que el restaurante fue su vida relajada y ahora empieza el mambo", bromea Raül.

Para Peira, "Camí lliure" es una "historia muy potente de superación, de legado familiar que contrasta con otros en este mundo gastronómico, de relación entre padres e hijos e incluso de cierto conflicto culinario porque las cocinas de Raül y Carme son muy distintas".

Una "exquisitez" que los responsables de este proyecto, producido por Festimanía Pictures, quieren llevarlo a las salas acompañado de la mejor cocina de los Ruscalleda-Balam, un binomino que funciona por separado para engrandecer la cocina desde distintas perspectivas.