La cita con Kristian Pielhoff es en el restaurante de Karlos Arguiñano en Zarautz, el lugar en el que hace casi 27 años se enteró de que había un casting para un programa de bricolaje, se presentó con pocas esperanzas y acabó siendo el elegido. Es técnico en Turismo y completa su bagaje laboral organizando viajes y haciendo a la vez de guía. Mira al cielo con añoranza, no hay aviones; en las estaciones no hay bullicio, no hay anuncios continuos de llegadas y salidas de trenes o autobuses. Sufre este mundo congelado, pero también ha aprendido a sacar chispa a los lugares de proximidad y ha descubierto que Lourdes, su compañera, y él, pueden disfrutar a cinco minutos de su casa, en el camping de Zarautz. Destinos tan lejos y tan cerca. Respecto a la televisión aclara que no se ha jubilado y que está preparando un nuevo programa. Mientras hablamos mira con intensidad el mar que se extiende más allá de la playa: "Soy bávaro euskaldún, pero creo que soy más de aquí que de Alemania", dice.

Veintiséis años en televisión. Un tiempo increíble para un medio tan voluble.

Acabamos en octubre de 2020 y ahora estamos como el aceite y el vinagre, uniendo cosas para que liguen bien y sacar un formato nuevo, algo más moderno, dinámico y que se adapte más a mis ideas. Estoy llevando yo el tema.

¿Sigue con Karlos Arguiñano?

Sí. Lo vamos a hacer con Bainet. Grabaremos en Orio y es un pequeño secretillo. Te estoy dando una primicia, pero tampoco voy a dar muchas pistas.

¿Serán consejos para que tengamos nuestra casa a punto?

Sí, pero va a ser más rápido, más informal, menos tele€ Todo más natural. Si me doy un golpe en el dedo, me lo doy y que se vea. Un programa más cristiano.

¿Más cristiano?

Ja, ja, ja€ Donde se vea más todo lo que ocurre. La televisión no es la misma que cuando yo empecé hace 26 años y hay que adaptarse a los tiempos que corren. No vale quedarte con lo conocido.

Ha estado más de un cuarto de siglo delante de las cámaras y sabemos que su idea nunca fue hacer televisión.

La vida te lleva por caminos insospechados, que desconoces. Me he dedicado al turismo, lo sigo haciendo, y el bricolaje antes era un hobby para mí. Pasa el tiempo y lo que era mi hobby se convierte en profesión y la profesión, viajar, en un hobby. En estos momentos he conseguido ligar todo: hago viajes, trabajo de guía, escribo libros, y estoy haciendo programación de viajes para 800 agencias en España y con proyecto de tele.

Usted no hace viajes al uso, ¿no?

El que hago con una agencia de Bilbao es un turismo alternativo, pero más cómodo. Ese turismo de la mochila y la tienda de campaña ha desaparecido, desgraciadamente. Se han cambiado los campings por los hoteles, que antes eran de una o dos estrellas y ahora vamos a tres si se puede. Pero siempre son destinos curiosos. He estado mucho en el desierto, en Kenia, Tanzania, Mali, Uzbekistán€

¿Y cuál es su función como programador de viajes?

Son viajes de diez días, soy también el guía y giran alrededor del mundo. Es un proyecto muy gratificante, pero el mundo se congeló en marzo de 2020, nos han puesto una máscara a todos, se nos ha dado información a saco, con lo cual nos hemos quedamos todos asustados y acojonados. Me dije: Para de hacer cosas para el mundo y hazlas para Europa.

Pero ahora Europa está congelada.

Sí, cierto, pero hubo un momento en esta paralización que hice programaciones muy curiosas: pequeños cruceros por canales del Loira, en la zona de Berlín hay bosques que tienen lagos, en Portugal hice el Duero€ Pero volvieron las informaciones, nos pusieron doble mascarilla, nos volvimos a acojonar otra vez y decidí que había que parar hasta que todo se calmara y se pudiera dar a la gente una calidad y unas garantías de viaje como Dios manda. Si no puedes dar esas garantías es mejor no viajar. Para viajar hay que hacerlo con fundamento, yo no voy a contaminar a nadie y tampoco quiero que nadie me contamine a mí.

¿Precavido?

Prudente diría yo. Puede que sea yo el que me vaya a África y la líe parda. Así que hemos congelado todo y a partir de Semana Santa, ya se verá.

¿De dónde nace su espíritu viajero y aventurero?

Pienso que está en mi sangre. La culpa la tiene el aita, que siempre andaba de viaje. Él siempre estaba de un sitio para otro, porque trabajaba en el departamento de exportación de las cooperativas de Mondragón. Mis padres son alemanes y él iba y volvía de Alemania a Euskadi. Aquel chavalito tímido que iba a Alemania en coche, porque no había dinero para ir en avión ni en tren, que pasaba por París, por Suiza, por sitios preciosos, se quedó enamorado de un concepto: viajar.

Veía lugares que muchos chavales de su edad desconocían.

Claro. No era como ahora, que todo el mundo viaja, o por lo menos ha viajado hasta que llegó la pandemia. Mis padres en cada viaje a Alemania hacían un recorrido diferente e íbamos parando. Creo que todo esto se me quedó dentro chispeando como el agua con gas, y he dedicado buena parte de mi vida a viajar.

¿Y ahora?

Estoy sufriendo. Miro al cielo, no hay aviones y me duele; en las estaciones los trenes no pasan y los andenes están en silencio. No hay ruido de gente, no se oyen los altavoces anunciando salidas o llegadas. Me duele esta situación que estamos viviendo.

¿Tiene mono de viajar?

Mucho. Tengo dos compañeras de vida. Una tiene cuatro patas y es rubia. Y la otra es la que me aguanta, la que me soporta, y nos llevamos muy bien en temas de viaje. Tenemos una furgoneta y aprovechamos cuando se puede para hacer salidas. Hace poco hicimos una gran salida, una de las más grandes de mi vida, fuimos con la furgoneta al camping de Zarautz.

¡No me diga! ¿Y le compensó el viaje?

Ja, ja, ja€ Noto el sarcasmo. Pues déjame decirte que pasamos un fin de semana extraordinario con vistas al mar, al aire libre, y me pareció genial, como si estuviera en Tanzania. Todo tranquilo hasta que los amigos descubrieron que estábamos arriba, en el camping, y fueron dos días de comidas y cenas. Ellos venían de forma alterna para no juntarnos muchos. La cuadrilla fue pasando por el camping, una pasada, y disfruté tanto como en uno de esos viajes largos que haces a otros países. Y tardamos solo cinco minutos en llegar de casa al destino.

Le noto encantado con sus escapadas de cercanía.

He estado en Arantzazu, en Peñas de Aia€ Fíjate, un día me llamó Andoni (Aduriz) y me dijo que me fuera a cenar al Mugaritz. Me pareció un plan estupendo, cogimos la furgo, nos fuimos allí y después a dormir a Peñas de Aia, que está aquí al lado. Una experiencia espectacular; ya la cena con Andoni lo es, y después el camping, el cafecito por la mañana, el paseo por el monte€ Lo que digo, espectacular. Son pequeñas cosas, lo sé, pero hacen que la vida tenga chispa y puedas seguir disfrutando sean cuales sean las circunstancias.

¿Recuerda su primer gran viaje?

Fue embarcarme con mi compañera de casa en un viaje como pareja. Primero y largo, muy largo€

¿Cuántos años?

Ni lo sé. Creo que somos como hermanos, toda la vida juntos. Ya casi ni nos hablamos, con un par de guiños nos hemos dicho casi todo, aunque eso no quiere decir que no haya momentos especiales. Pero si hablamos de los viajes que todo el mundo entiende como tales, recuerdo que fue a Túnez. Fue mi primera salida de Europa, era muy joven, hasta entonces viajaba en interrail, con mochila. Es algo que quiero repetir.

¿Ir a Túnez?

No, viajar con interrail, esta vez para gente mayor, e irme a Rumanía, Croacia y otros muchos destinos europeos. Quiero volver al tren y me gustaría hacer un programa de trenes. Sería un sueño montarme en un tren en Donostia y hacer las rutas por Euskal Herria, por España, por Europa también. Me gustaría ir explicando los lugares por donde pasa el tren y por qué surgió el tren en esos puntos.

Pielhoff, posando en la playa de Zarautz.

En los últimos años hemos cambiado los trenes por los aviones.

Sí, eso es cierto. El avión te da tiempo, mientras que para ir en tren tienes que tener tiempo. A mí me parece un medio de transporte maravilloso. En aquel viaje a Túnez por primera vez dejé el tren y cogí el avión. Hicimos un circuito de ocho días por ese país. Era también la primera vez que pisaba un desierto. Desde ese momento hasta hoy ha sido un sin parar.

¿Lleva la cuenta de los kilómetros que ha hecho?

Habré dado la vuelta al mundo unas cuantas veces y he utilizado todo tipo de transporte.

¿Algún país le ha impresionado más que otro?

Euskal Herria. Con la pandemia me he dado cuenta de las cosas cercanas y bonitas que tenemos a cinco minutos de casa y que muchas veces no ponemos en valor. A nivel general, me han impresionado todos los países que hemos visitado. Todos tienen muchas partes interesantes. Aunque repitas el viaje, las experiencias son distintas. Los países evolucionan o involucionan; cambia la compañía que va contigo. No conozco ningún país al que diga que nunca más voy a volver.

¿Alguna situación peligrosa?

Sí que ha habido cosas, ha tocado algún golpe de Estado, me detuvieron en Camerún y en Tanzania me retiraron el pasaporte, querían mordida y me dejaron parado con todo el grupo€ [Toca madera y alza la vista como para pedir que la suerte le siga acompañando].

Pero ha tenido suerte, ¿no?

Se podría decir que sí. Para todo lo que he andado por el mundo solo he tenido pequeños problemas. He llegado a la conclusión de que en el mundo hay mucha gente buena. Creo que el 98% de la gente es buena.

¿El turismo de sol y playa es algo lejano en su mente?

Bueno, yo me defino como anarco marxista liberal pequeñoburgués€

Es decir, casi todo.

Ja, ja, ja€ Es verdad. Puedo pasar de la mochila a la samsonite sin ningún problema. Puedo disfrutar de un hotel de tres o cuatro estrellas, porque cinco me parece exagerado, y también disfruto de la furgo o de una tienda de campaña. Siempre busco sitios recogidos y no los grandes hoteles. Me gusta lo personal, el sitio donde pueda hablar con los de recepción y pueda preguntarles cosas que me interesen y entablar una relación. Yo me adapto a todo.

Haber viajado tanto tiene que ser interesante también en el mundo de la gastronomía. ¿Es de los que arriesga ante un plato de comida diferente a lo que es habitual en su entorno?

Tengo ciertos planteamientos. ¿Para qué voy a comer cocodrilo si prefiero verlo vivo y al otro lado de la mesa? No me van esas aventuras gastronómicas que dicen: Vas a comer serpiente, vas a comer ojos de no sé qué. Sinceramente, prefiero unos espaguetis o unos huevos fritos con jamón o con chorizo, unas lentejas o unas alubias, que están muy bien. Prefiero ver a los bichos vivos, que se arrastren, que corran o que den saltos a que cuatro turistas vayamos a comérnoslos por esa cosa exótica de la gastronomía del lugar. Muchas veces se cocinan para los viajeros, no son platos que ellos coman.

Es usted muy clásico.

No se trata de eso. Sé lo que me gusta e intento también ser consecuente con mi pensamiento. Muchas de esas comidas exóticas de las que se hablan en determinados países no existen en la vida normal de sus habitantes, son guiños al turista.

¿Cuántos idiomas habla?

Soy un poco como las ratas.

Vaya comparación... ¿Qué quiere decir?

Que las ratas nadan mal, pero nadan; correr, corren mal, pero lo hacen. Yo con los idiomas soy igual: bien no hablo ninguno, pero me defiendo en inglés, francés, alemán, euskera, castellano, algo de swahili y entiendo perfectamente el catalán. Pero si tuviera que hacer un examen de idiomas creo que no aprobaba ni con castellano.

¿Cómo llegaron sus padres a Euskadi?

Mi madre es alemana y mi padre mitad y mitad. Mi abuelo vino a Zarautz con 18 años, montó una empresa aquí y ya no se fue más para Alemania. Se enamoró de mi abuela, que trabaja en el ayuntamiento de Zarautz, y aquí seguimos sus descendientes.

¿Tiene usted algo de alemán?

Soy una mezcla bávaro euskalduna. Un poco cabezón, terco también. Cuando tengo un objetivo voy a por él, pero quizá sea bastante anárquico, así que de alemán tengo poco en ese sentido. Me encanta Alemania, tengo un montón de amigos allí y me ha dado pena no haber estado allí en Navidades. El ambiente que se respira es impresionante. Me gustan los mercados de navidad, el frío, ver cómo se recoge la gente en sus casas. Son cosas que echo de menos. Me gusta aquello, no lo voy a negar, pero mentalmente soy más de aquí, de Euskadi, que de allá.

¿Conocía a Karlos Arguiñano cuando le cogieron para hacer Bricomania

No. Todo nació en este local en el que estamos hablando tú y yo. Una persona que trabajaba en recepción me dijo que había un casting en el camping para un programa de televisión y me presenté. Yo estaba bastante quemadito en el trabajo. Nos vimos doscientas y pico personas haciendo cola y los finalistas fuimos a Madrid. De la noche a la mañana me vi ante las cámaras, y delante de ellas he estado 26 años de mi vida.

Televisión y recorrer el mundo, ¿era la idea de vida que soñaba cuando tenía 14, 15 o 16 años?

Con 14 o 15 años, ¿quién coño sabe lo que quiere de la vida? Tenía claro que cura no iba a ser. Apuntaba a ser más golfo que otra cosa y pensaba que el mundo estaba abierto a lo que uno se propusiera. Incluso cuando empecé a hacer la carrera de Turismo tuve dudas. Tenía claro que no quería nada que pasara dentro de una oficina.

PERSONAL

Edad: 59 años (12 de junio de 1961).

Lugar de nacimiento: Donostia.

Formación: Técnico de Turismo. Estudió en la Universidad de Deusto.

Familia: Su padre es de origen alemán, pero nacido en Zarautz, y su madre de origen vasco pero nacida en Alemania.

Inicios: No tenía in mente salir en televisión, pero un casting le llevó ante las cámaras y desde 1994 hasta octubre del año pasado estuvo al frente de Bricomanía. No ha dejado el medio y trabaja en un nuevo proyecto del que no quiere contar mucho para no quitarle la emoción.

Trayectoria: Ha combinado este espacio con el mundo de los viajes. Es un experto guía que ha recorrido varias veces el mundo. En estos momentos sus ansias de viajar están en suspenso y se dedica a los desplazamientos de proximidad para su disfrute personal. Trabaja para una agencia de Bilbao y hace programaciones para 800 empresas.

Idiomas: Francés, inglés, alemán, euskera, castellano, algo de swahili y dice entender perfectamente el catalán.

Aficiones: En su día hizo surf, pero una hernia discal le descabalgó de las olas de Zarautz. Ahora hace largas caminatas con su perra y ciclismo de montaña.

Su mayor descubrimiento: Recorrer zonas de Euskal Herria con su furgo y su pareja. Disfruta a cinco minutos de su casa pasando un fin de semana en el camping de Zarautz.

Un deseo: Hacer un programa de viajes. Le encantaría hacer uno con el tren como medio de transporte.