ECLIPSADA - La agonía de la curva pandémica que se revuelve, las pirotecnias de Moncloa en forma de leyes que vaya a usted a saber en qué terminan y/o la eterna noria del procés están dejando fuera de foco el enorme escandalazo de la trama Kitchen. Estoy convencido de que si fuera una serie de Netflix o HBO recibiría mucha más atención pública que siendo lo que es: un marrón estremecedoramente real en el que están implicadas principalísimas personalidades que retuvieron el Gobierno español durante dos legislaturas. Se les acusa nada menos que de haber diseñado y ejecutado un operativo para robar a Luis Bárcenas y a otros pájaros de cuentas las pruebas de la implicación del Partido Popular en los pufos de la Gürtel y, más específicamente, en el cobro sistemático por parte de dirigentes del PP de sobresueldos procedentes de mordidas a poderosas empresas privadas.

eme punto rajoy - Todo eso se está sustanciando ahora mismo en el sumario que instruye el magistrado Manuel García Castellón y que tiene como testigos de cargo principales al arriba citado extesorero y, sobre todo, al inefable comisario jubilado -así le nombramos los medios- José Villarejo, que está suministrando toneladas de ponzoña inculpatoria contra los que, según él, le encargaron la trapisonda. De perdido al río, el gran señor de las cloacas está certificando su venganza contra quienes, además de renegar de él, no evitaron que acabara con sus propios huesos en el trullo. Aparte del santurrón de pega Jorge Fernández-Díaz, que lleva meses oliendo a presidio, en este instante la más acorralada, casi a punto de caramelo, es la otrora todopoderosa María Dolores de Cospedal. Los audios filtrados -faltaría más- de su declaración y de la de su siniestro marido ante el juez producen una rara mezcla de pena, vergüenza y estupor. Nada parece que vaya a librar a la ex secretaria general de los genoveses. Inmediatamente después iría ese expresidente del que usted me habla, también conocido como Eme Punto Rajoy.