No hay nada en esta vida como cumplir un sueño e Íñigo Amézqueta lo sabe bien. El jugador del Tafatrans de fútbol sala, de 29 años, acaba de abrir las puertas de su propio centro de fisioterapia, ubicado en Nuevo Artica, donde espera desarrollar una actividad que le apasiona, con la que ha convivido desde que era un adolescente, y que se complementa a la perfección con el deporte que ama y que practica desde que era un niño.

AMAZ –de Amézqueta y Azcárate, su segundo apellido– es el nombre del espacio que este jugador natural de Irurtzun ha puesto en marcha en la calle María Domínguez y donde ha empezado a recibir a sus primeros pacientes. Un centro multidisciplinar, como él ideó, que además de contar con una sala de fisioterapia dispone de un gimnasio y de otro espacio que destinará a ofrecer más servicios. “Mi objetivo era crear un centro con varios profesionales relacionados con la salud. Empezando por mí, que soy el fisio, junto con un entrenador personal y también otro profesional al que alquilar una sala y que se dedique a una actividad como la podología, la nutrición... Cualquier ámbito que a mí se me escape. Quiero hacer equipo y tratar al paciente desde varios puntos de vista”, asegura.

A pesar de su juventud, Íñigo Amézqueta cuenta con un amplio bagaje a sus espaldas. Sus primeros contactos con la fisioterapia los dio en el Xota, el equipo de su pueblo con el que debutó en lo más alto cuando sólo tenía 16 años, en un partido de Copa del Rey ante el Ribera Navarra. Ahí veía cómo trabajan Luis Pelluz y el resto de profesionales y poco a poco le empezó a entrar el gusanillo. “Por suerte nunca he tenido lesiones de gravedad, pero tenía mucha relación con ellos. Por entonces tenía que decidir hacia dónde ir en los estudios y no lo tenía nada claro. Quería algo relacionado con la salud y con el deporte, y me tiré por fisioterapia. Cada vez me fue gustando más y ahora me encanta”.

Amézqueta empezó sus estudios en Tudela, donde está el campus de fisioterapia, a la vez que lo compaginaba con sus entrenamientos con el Xota. Pero no era fácil. Iba y venía a Pamplona todos los días y vio que era “inviable”, más cuando “no jugaba tampoco mucho”. Así que dio un paso más. Empezó a buscar un sitio donde poder estudiar y jugar y acabó en Galicia. Ahí tuvo mucho que ver Diego Ríos, actual técnico del Ribera Navarra. “Imanol (Arregui) habló con él, que por entonces era entrenador de O Parrulo y le comentó mi caso. El equipo estaba en Ferrol y la facultad en A Coruña. Por entonces yo estaba en la sub-18 y sub-21 y Diego ya me conocía un poco. Así que allí que fui. Quería estudiar, pero a la vez jugar”, rememora.

El protagonista

Fecha y lugar de nacimiento. 21 de julio de 1993, en Irurtzun.

Profesión. Fisioterapeuta.

Trayectoria deportiva. Comenzó a jugar al fútbol sala en su pueblo, en el Xota, con 5 o 6 años. Con sólo 16 debutó con el primer equipo, en un partido de Copa del Rey ante el Ribera Navarra. En la temporada 2014-2015 se fue a jugar al O Parrulo de Galicia, donde se dedicó también a estudiar Fisioterapia, carrera que empezó en Tudela. En 2018 decidió retornar a Navarra y se incorporó al Tafatrans, de la 2ª División B, donde actualmente sigue jugando.

AMAZ. Está ubicado en C/María Domínguez, nº 21 bajo, en Nuevo Artica. El teléfono es 689471060. La web, www.centroamaz.com.

No le fue nada mal. Terminó su formación académica, ascendió con el O Parrulo de Segunda División a Primera, disfrutó de la experiencia de la elite, y a los cuatro años regresó a Navarra. Amézqueta se incorporó al Tafatrans de Segunda División B, donde actualmente continúa, y empezó a ejercer la fisioterapia.

A lo largo de estos años ha ejercido en dos centros. Pero sabía que, tarde o temprano, acabaría por tener su propio negocio. “Cuando estudias fisioterapia sabes que una de las salidas es trabajar para otras personas, pero lo de montarte algo tuyo siempre está ahí. Así había sido en mi caso. Al principio te pones muchas excusas, pero es realmente lo que quieres. Y me lancé”.

Desde que el jugador de Irurtzun pronunció esta frase hasta que ha visto cumplido su sueño ha transcurrido más de un año. Reconoce que no es un camino complicado, pero sí “lento”. Muchos trámites, licencias, esperas, esperas y más esperas... La obra en sí, lo de menos, algo que ya le habían avisado. Con todo, Íñigo Amézqueta ya puede decir que tiene su propio centro. Su propio proyecto. Un espacio donde ejercer la actividad que ama y que además le permite no dejar de lado su otra pasión, el fútbol sala. Felicidad es poco.