Formar una red de espionaje para preservar la vida en una época de continuas batallas es una tarea con mucha responsabilidad y, también, de mucho peligro. Casimiro Xavier de Miguel (Oteiza de la Solana, 1768 - Cervera de Pisuerga, 1812) fue uno de los que tejió una de esas redes en la antigua Navarra, donde las guerrillas eran frecuentes, sobre todo en el año 1800. Por toda su labor, sobre todo por mantener con vida el pueblo de Ujué, ya que los franceses intentaban constantemente atentar contra esta villa navarra, es recordado en la historia. Así, con su trabajo guiando a los soldados que vigilaban la zona para que no cayeran en manos del militar Napoleón, se convirtió en el gran jefe del espionaje, bautizándose como El prior de Ujué, el gran espía.

Casimiro Xavier de Miguel y Erice nació en Oteiza de Solana el 4 de marzo de 1768. Casimiro fue el primogénito de cuatro hermanos. La fe le llevó a trabajar en la iglesia del pueblo durante once años y a hacerse cura años más tarde, porque esa era su pasión y tampoco había más alternativas. En aquella época las tropas francesas ocuparon las principales localidades navarras sin hacer daño, pasando de puntillas, aunque la burguesía local colaboraba de buena gana con el ejército de Napoleón. Fue ahí cuando se encendió la chispa de la rebelión. Casimiro, el cura, jugó un papel relevante durante esta época.

Se dice que Casimiro fue un buen espía y un torpe guerrillero, puesto que no se atrevía a hacerle daño a nadie. Simplemente servía para vigilar las zonas y correr la voz de alarma cuando las tropas intentaban adentrarse en Ujué. Así se ganó el nombre de El prior de Ujué, el jefe de espionaje. La guerra estalló en julio de 1808 cuando varios vecinos robaron a un militar francés y a su mujer cerca de Tafalla. Ese mismo mes, con el fin de castigar al pueblo por lo que habían hecho, los guerrilleros franceses quisieron atentar contra el pequeño pueblo navarro. Allí se toparon con Casimiro, que además de cura, por su carácter conciliador, entendía francés y logró persuadir a los soldados que se encontraban allí para que no incendiaran las casas ni todo lo que componía esta villa. El resto de vecinos huyeron ya que el espía les puso en sobre aviso. Sin embargo, cuatro señores mayores que no lograron escapar cayeron heridos. Durante la fuga, todas las personas se llevaron consigo todas sus cosas personales, incluso los alimentos y el ganado. Así, el pueblo de Ujué se quedó deshabitado.

En ese mismo mes, se creó la Junta de Aragón para luchar contra Napoleón. El pueblo de Ujué ya se había movilizado por el enfrentamiento anterior, así que lo tenían fácil. Formaron una partida de vecinos armados y se fueron moviendo entre la sierra y Carcastillo. Napoleón quería convertir Navarra en un departamento francés, pero los habitantes, sobre todo los campesinos, se echaron al monte para defender su patrimonio por los impuestos abusivos a los que se iban a someter si Napoleón ganaba la batalla.

Grabado de las tropas de Napoleón en Navarra.

Grabado de las tropas de Napoleón en Navarra. Estella Info

Una red de espionaje

Con la ayuda de otros sacerdotes, Casimiro Xavier tejió una red de espionaje en Zaragoza y Navarra, e incluso de Baiona a París. Se dice que el párroco conocía todos los secretos del gobernador francés, porque dominaba francés sin que Napoleón lo supiese. Su capacidad de espionaje le llevó a convertirse en el gran líder de este grupo, puesto que luchar no entraba entre sus planes. Casimiro tenía espías por todas partes gracias al clérigo y al apoyo que recibió por parte de los vecinos navarros y otras comunidades autónomas de manera voluntaria.

El cura abandonó Ujué en 1810. Pero poco tiempo bastó para que su tío, Francisco Espoz y Mina le traicionara. Este compuso en tiempo récord una guerrilla conocida como la División Navarra, y una de las más destacadas de la época por los innumerables militares que la formaban. Poco después Casimiro regresó al pueblo, pero volvió con una mentalidad muy diferente. Decretó impuestos e intentó recaudar bienes en Estella. Su tío se rebeló contra él y reasumió el mando de la guerrilla y arrestó a Casimiro deportándolo a Palencia donde enfermó y murió dos años más tarde. Así, Francisco Espoz y Mina se convirtió en el rey de Navarra, el gran héroe, mientras que su sobrino pasó a un segundo plano. Ahora, en pleno 2022, la familia Urmeneta Salvatierra vive en el mismo lugar que lo hizo Casimiro, en Oteiza, aunque sin guerrillas ni peligros.