Contemplar auroras boreales en la oscuridad de la noche y en medio de la naturaleza en algún lugar remoto de Islandia suena como un auténtico planazo. Y es que este fenómeno de la naturaleza se presenta como uno de los grandes atractivos a la hora de visitar este país.

Consideradas un espectáculo impresionante y místico, su nombre significa ‘brillo del sol naciente’ (aurora) y ‘septentrional’ (boreal) y han inspirado muchas leyendas y mitos en diferentes culturas. Hace miles de años se creía que eran espíritus de serpientes o dragones que bailaban o incluso puentes construidos por los dioses para llegar al cielo.

Las luces que se ven en el cielo pueden tener forma de rayas, espirales, arcos o de cortinas de luz.

Aunque este fenómeno se lleva observando más de 4.000 años, no fue hasta 1908 cuando el científico noruego Kristian Birkeland supo dar una explicación científica a las auroras boreales del Polo Norte, también conocidas como luces del norte, o a las llamadas auroras australes del Polo Sur, luces del sur. 

Se trata de un espectacular fenómeno natural que ocurre cuando las partículas cargadas del sol, conocidas como viento solar, chocan contra el oxígeno, el nitrógeno y el hidrógeno de la atmósfera terrestre, concretamente en la termosfera, a una altitud de 100 kilómetros sobre nuestras cabezas.

Tonos verdes, rosas y morados cubren el cielo de Islandia. Freepik

Estas partículas son atraídas después por el magnetismo de la Tierra tanto hacia el Círculo Polar Ártico (auroras boreales) como hacia el Círculo Polar Antártico (auroras australes). Este hecho hace que sean más visibles en los Polos, aunque también pueden ser vistas desde otros muchos lugares del mundo. Islandia, Alaska, Groenlandia, Canadá, Noruega, Suecia y Finlandia se presentan como los destinos ideales para contemplarlas.

En España se tiene constancia de que se han producido varias auroras boreales, aunque se trata de un fenómeno realmente insólito y muy complicado de poder contemplar. Una de ellas tuvo lugar en 1938, en plena guerra civil, y muchos pensaron que se trataba de un incendio o de una explosión; en 1989, en Galicia y en otros puntos del norte tuvieron el privilegio de volver a disfrutar de este fenómeno. La última vez fue en 2003, con avistamientos en Gijón y Valencia.

La aurora boreal se produce al chocar el viento solar contra las partículas de la atmósfera.

Un fenómeno poco predecible

Las auroras boreales son un espectáculo difícil de prever y pueden durar desde unos pocos minutos hasta varias horas, dependiendo de la magnitud del viento solar entrante. En la actualidad, y gracias a los satélites, algunos sistemas y aplicaciones muestran con dos o tres días de antelación si existe la probabilidad de ver o no este curioso fenómeno, aunque al basarse en estimaciones y predicciones nunca ofrecen un pronóstico totalmente certero.

De esta forma, las auroras boreales son muy caprichosas y no se sabe bien cuándo se van a poder ver ni en qué momento van a estar más activas. A menudo aparecen en forma de rayas, espirales, arcos o cortinas de luz que se mueven en el cielo. Pueden sorprenderte y comenzar como una tenue luz gris y pasar en cuestión de segundos a mostrar un intenso abanico de colores verdes, rosas, rojos, blancos, azules, morados, púrpuras...

Cómo suena la aurora boreal

El sonido que producen las auroras boreales es un sonido insólito y según quienes aseguran haberla escuchado se parece a algunos sonidos conocidos: se trataría de unos extraños crujidos que recuerdan al crepitar de la electricidad estática, a una radio mal sintonizada, al caminar por encima de las hojas y la hierba seca y al estrujar un celofán. Los expertos aseguran que esto ocurre a 70 kilómetros de la Tierra y los sonidos no pueden ser escuchados a tanta distancia. Incluso si el aire polar fuese lo bastante denso como para apoyar las ondas sonoras, estas se dispersarían y perderían su energía mucho antes de alcanzar la Tierra.

El Hotel Rangá en Hella ofrece vistas espectaculares. Booking

Las mejores fechas

Aunque también pueden ocurrir en verano, las auroras boreales son más comunes en los meses de otoño e invierno. Los días más cortos de los meses de diciembre, enero y febrero, con hasta veinte horas de noche, son ideales para contemplar este fenómeno. En esos meses se puede llegar a producir incluso la noche polar, un fenómeno meteorológico que ocurre durante esta época del año en Islandia y que quiere decir que la noche llega a durar 24 horas seguidas.

Si decides viajar en invierno, recuerda que el mes más frío del año en Islandia es enero, con una temperatura mínima promedio de -3 °C y máxima de 4 °C y además el viento puede reducir la sensación térmica. En tu maleta no pueden faltar: camisetas y pantalones térmicos, jerséis, calcetines gordos, abrigo impermeable para la nieve, gorros, braga para el cuello y guantes impermeables.

Los meses de otoño e invierno son los mejores para disfrutar de este fenómeno natural.

Los escenarios ideales

Ver las auroras boreales en directo es un lujo por lo que un sitio apartado, libre de contaminación lumínica, en una noche con cielo despejado y luna nueva y entre las once de la noche y las dos de la madrugada es el lugar, el momento y la hora ideales para disfrutar de una aurora boreal en todo su esplendor.

Si vas a cumplir tu sueño de ver auroras boreales y tu destino elegido es Islandia, te preguntarás cuál es el mejor lugar para contemplarlas. Muchos de los espacios naturales más impresionantes del país son de hecho lugares populares para observar este fenómeno. El cañón Asbyrgi al norte, la montaña Kirkjufell al oeste, el Parque Nacional Thingvellir al sur o la laguna glaciar de Jokulsarlon al sudeste son algunos de ellos.

El cañón Ásbyrgi es un inmenso cañón en forma de herradura con acantilados enfrentados de hasta 100 m de altura. Es un gigante de 3,5 km de largo y más de 1 km de ancho. En su extremo interior tiene un pequeño estanque rodeado de exuberante vegetación conocido como Botnstjörn.

Por su parte, la montaña Kirkjufell mide 463 metros de altura, tiene origen volcánico y a sus pies podrás ver una pequeña cascada que hace el paisaje aún más impresionante.

En el Parque Nacional de Thingvellir se encuentra la división entre las placas tectónicas euroasiática y norteamericana. Además, este forma parte del Círculo de Oro, la principal ruta turística de Islandia junto con Gullfoss y Geysir. A solo 18 km de este parque, en Nesjavellir, se encuentra el Hotel Ion Adventure el cual ofrece un bar con vistas panorámicas y habitaciones con vistas al lago Thingvallavatn.

Espectacular colorido del cielo sobre una playa de Islandia.

Espectacular colorido del cielo sobre una playa de Islandia. Freepik

A cinco horas en coche desde Reikiavik, la capital, se encuentra la laguna glaciar de Jokulsarlon junto al glaciar Vatnajokull, el más grande de Europa. Se trata de un paisaje de ensueño, un lago de 18 km2 en el corazón del Parque Nacional de Vatnajökull Norte, el segundo parque nacional más grande de Europa.

Si buscas un lugar remoto, a dos horas en coche de Reikiavik se encuentra el lujoso Hotel Rangá, en Hella, el cual ofrece un servicio de despertador para cuando aparezca la aurora boreal. Además, apagará toda la iluminación para que puedas disfrutar de la experiencia visual de contemplar una aurora boreal.

Un espectáculo tan hermoso como este no necesita mayor explicación, sino que basta con sentarse y admirarlo. Si además tienes el privilegio de contemplarlo en un entorno de una belleza inigualable como los que ofrece Islandia vivirás una experiencia única que quedará grabada en tu memoria de por vida.

Un espectáculo de color

Que la aurora boreal tenga un color u otro va a depender de la composición de los gases de la atmósfera terrestre, de la altitud a la que se forman las auroras, de la densidad de la atmósfera y de la cantidad de energía involucrada. De esta forma cada tonalidad tiene una explicación científica:

  • Verde. La aurora boreal verde es la más común y se produce cuando las partículas cargadas chocan con las moléculas de oxígeno a una altura de entre 100 y 300 km. 
  • Rosa y rojo oscuro. A veces el extremo inferior de la aurora puede estar teñido de un tono rosa o rojo oscuro debido a la presencia de moléculas de nitrógeno a unos 100 km de altura en la atmósfera.
  • Rojo. A mayor altura de la atmósfera (entre 300 y 400 km de altitud) las colisiones con los átomos de oxígeno producen auroras rojas.
  • Azul y púrpura. Las moléculas de hidrógeno y helio pueden producir auroras azules y púrpuras, colores raros porque se mezclan con las tonalidades del cielo.

Como curiosidad, las cámaras de fotos o de vídeo pueden captar los colores con más precisión que el ojo humano ya que, por ejemplo, la retina del hombre a veces no tiene la sensibilidad suficiente para captar todas las luces que emiten las auroras boreales, en concreto las rojas.