Con una bendición sacerdotal y la actuación del coro Joaquín Gaztambide el Ayuntamiento de Tudela ha inaugurado esta mañana el Humilladero, cuyas obras se han prolongado durante casi un año. El proyecto de la obra recogía dos partes diferenciadas. Por un lado, la restauración del monumento, que concluyó el pasado 10 de julio y, por otro, la obra civil que lo rodea, cuya acta de recepción es de finales del pasado mes de octubre. Pese a que el alcalde en su día anunció que se iba a instalar un mapa explicativo e interpretativo, el monumento ha quedado señalado solo con un cartel donde se dice qué es el humilladero y un código QR.

Las obras de restauración del Humilladero de Tudela fueron adjudicadas a la empresa Valuarte Conservación de Patrimonio SLU, por un importe de euros 309.289 euros, y cuentan con una subvención de 75.000 euros de las ayudas europeas Leader. “Estamos, pues, en un lugar en el que han confluido esfuerzos y financiación. Un lugar para el que las administraciones hemos tenido que caminar juntas. Gracias a todas ellas, aunque quiero destacar el impulso de este equipo de gobierno, su voluntad de presupuestar esta obra y devolver el Humilladero a la vida después de tantos y tantos años de ruina”, ha añadido el alcalde.

La financiación obtenida para la recuperación del Humilladero se enmarca en la quinta y última convocatoria de la Estrategia de Desarrollo Local participativo-LEADER, periodo 2014-2022, que gestiona Consorcio EDER y que financian el Fondo Europeo de Desarrollo Rural Feader en un 65% y el Gobierno de Navarra en un 35%.

El proyecto y dirección de obras ha sido acometido por la empresa de Joaquín Torres y Verónica Quintanilla, arquitectos especialistas en restauración de patrimonio.

Concretamente se ha intervenido en la recuperación integral del inmueble, ubicado en la entrada a la ciudad por el puente del Ebro y que, pese a su valor patrimonial e histórico, se encontraba en estado ruinoso. Según ha resaltado el alcalde “este edificio será el punto de partida de las visitas guiadas, ampliando la zona histórica visitable y creando un punto inicial muy importante que vendría a completar la recuperación de la zona con el corredor verde del otro lado del puente”.

En la margen derecha de la entrada a la ciudad por el puente del Ebro, el Humilladero tudelano aparece ya en 1630 en documentos que describen la cruz adornada por una gran cantidad de tallas religiosas, erigida sobre varios escalones y un pedestal, todo ello cubierto por un templete de cuatro arcadas que se erigía también sobre escalinatas. Además de su originaria función religiosa, sirvió también como fortín tras la Desamortización de Mendizábal en 1834, defensa del puente en la Primera Guerra Carlista, lugar de cobro de impuestos (arbitrios) y vaquería.