Si se cumplen las promesas del equipo de gobierno de Navarra Suma, el antiguo Humilladero de Tudela será restaurado y habilitado como polo de atracción turística con una inversión de 280.400 euros. Si no se lleva a cabo, será la tercera ocasión en que un Ayuntamiento de Tudela lo anuncia y finalmente abandona el proyecto. Construído en 1540, se colocó en la otra orilla de Tudela y del puente, que entonces tenía tres torretas defensivas, para que quienes pasaran, se "humillaran" ante la cruz antes de seguir camino o entrar en la ciudad.

Aislado, como si no perteneciera a Tudela, este antiguo edificio es más relevante por lo que significó para la ciudad, y por la historia que almacenan sus casi inexistentes restos, que por lo que es hoy. La última actuación arqueológica llevada a cabo por el tudelano Juanjo Bienes en 2001 y 2002 sirvió para aclarar un poco su historia y para descubrir la primera parte del fuste de la cruz que, por su tamaño, hace imaginar cómo sería el resto (que tuvo un gran valor artístico). Sin embargo nada se encontró de la cruz, que el autor tudelano José Luis Ramírez creía enterrada en sus cimientos desde 1941. A día de hoy nada se sabe de ella, desapareció sin dejar rastro.

La primera piedra

La primera referencia histórica que existe es de 1539, cuando al maestro albañil tudelano Pedro de Garmendia recibió el encargo de hacer un Humilladero "en el cabo de la puente" para dar cobijo a una cruz que debía labrar el escultor francés Baltasar Febre con piedra del castillo, cosa que se hizo en 1540. El crucifijo debía tener "a las espaldas una imagen de Nuestra Señora labrada en la misma piedra con dos angeles que le tengan una corona sobre la cabeça" y a los pies debía figurar "entre las dos peanas, un escudo con las armas de la Ciudad". Poco tiempo después, el 3 de enero de 1552, y dada su belleza, el cardenal Juan Poggio prometió "indulgencias" a quien visitase el Humilladero de Tudela y se arrodillara ante la cruz. Cien años después de su construcción se cubrió con cuatro pilares de ladrillo y un tejado a cuatro aguas.

El historiador Luis María Marín Royo descubrió un documento escrito por un tudelano en 1630 en el que, con precisión, describe el hermoso conjunto que era este monumento con muestras del mudéjar que guardaba en su interior y una preciosa cruz de piedra de estilo renacentista. "Esta çercado de piedra picada, y tiene para subir a el çinco escalones de piedra (...) ay ençima de cada parte vn león de piedra muy bien labrado de la anchuria de la pared. El patio a donde esta el Caluario es empedrado de piedra menuda, y en medio d'el, sobre cuatro columnas muy grandes de piedra y ladrillo, se funda vn cimborrio (...) de manera que estan las cuatro columnas en escoadria (...) y en medio d'ella vna muy grande y quadrada que sirue de pedestal de la cruz, la qual es de piedra, y la columna d'ella rodeada de serafines labrados con gran arte. Luego hay otra piedra en que está la Madre de Dios y los apostoles, y sobre esta, la cruz con muy curiosos remates. El pie de la cruz, donde estan los serafines, no tiene color alguno sino la piedra, la cruz dorada, el Christo y la Madre de Dios, y el san Joan que tiene a los lados. Y la otra Madre de Dios, y los apostoles y los angeles que tienen el titulo de la cruz están yluminados y dorados en los ropajes y encarnados en lo demas. Lo de la parte descubierta, donde da el agua, es todo de açulejos de colores verde oscuro y verde mar, y azules y blancos, que encajados como las escamas de los peçes hacen vnos visos tarazcados muy apaçibles a la vista".

Muy poco después, los días 12 y 13 de febrero de 1643, sufrió Tudela una gran inundación ya que el Ebro se desbordó, superando incluso el puente, algo que recogió también otro testigo, el escribano Diego de Villamayor. Según describió el día 12 llegó el agua en el Humilladero "que efta cabe el puente principal, afta las primeras gradas y llegó a afrontar las segundas, palmo del pedestal de la Cruz, y cubiertos los leones". Aldía siguiente fue peor, "el Humilladero todo ef igualado hafta mas arriva en su entrada y cerco había". En 1690 debió ser restaurado y después desapareció de documentos durante un siglo.

Fuerte

Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), Espoz y Mina hizo volar la última torre del puente, donde se cobraba el portazgo por entrar por lo que, al parecer el Ayuntamiento decidió desmontar la cruz, cerrar los arcos y colocar sobre su fachada principal el escudo de Tudela, convirtiéndolo en edificio civil. Poco tiempo después se aprovechó como fuerte y puesto avanzado del ejército liberal para defender el puente en la Primera Guerra Carlista. Finalmente, tras desaparecer en 1905 el cobro por pasar por el puente, se vendió y se convirtió en vivienda y establo.

En 1985, seis años después de que un guardia civil matara a Gladys del Estal frente del Humilladero, el Ayuntamiento de Tudela decidió comprar el edificio, que se encontraba en ruinas. A partir de ahí se encargó un proyecto para su reconstrucción, que elaboraron Joaquín González Miranda, José Alfonso Pezonaga y Carlos Elizalde Zalba, que estimaba un coste de unos 13,2 millones de pesetas, entre obras y expropiación de edificios anexos, lo que serían unos 79.300 euros actuales. En 1990 se entregó el proyecto y el Gobierno de Navarra llegó a conceder una subvención de 9 millones de pesetas, pero no se acometió.

En 2001 y 2002 una campaña de excavación sacó a la luz el fuste, descubrió bolas de cañón, balas y monedas de Fernando VII e Isabel II, además de los cimientos y parte de los cinco escalones que daban acceso a la cruz. Pero de nuevo abandonó. Hoy el Humilladero se encuentra en la lista negra del colectivo de conservación del patrimonio Hispania Nostra.