A Silgado-Goicoechea y Ganuza-Senosiáin les dio por sacar los pañuelos, por cierto, con clase, planchados, impolutos, claros, contundentes y mantenidos, no como en la plaza de talanqueras, que en este asunto se asemeja, la de Las Ventas, donde se suelen sacar moqueros dudosos de garbileku y desaparecen por arte de magia antes de que pocos se enteren. Mirarse, porfis. En la corrida que nos ocupa, los pañuelos aparecieron por doquier bikote en bikote, que se dice en lingua navarrorum. El caso es que, puestos, lo mismo deberían haber hecho los palqueros mayores del Viejo Reino en el primer toro con Perera, al que se le pidió la segunda oreja con bastante fuerza. El protocolo, perfecto, mas los movimientos, discutibles. A mí, la verdad, me gustó más el modo de blandir los pañuelos hilvanados en la Mañueta, que su abrupto reconocimiento legal sobre el repostero grana.

‘FUENTEAHOMBROS’

Sin embargo, intentando ser coherente, cosa que era bastante fácil y consta que Juan Ignacio es sabio aficionado y pragmático certero en labores palqueras, sobró más que bastante el blandir la pañuelería tan de golpetazo. Gesto que honra y evita ruidos y estridencias, cuando las faenas son rotundas, las espadas hacen yema, entrando por el hoyo de las agujas y sin travesía. Vamos, que mejor sacar el pañuelico blanco Orhimendi de uno en uno, parando, templando y mandando. Y fin a cualquier pleito de aficionados y públicos sorprendidos. En cualquier caso, aún el tocho de lineas de crónica y de la pañuelada, no hubo influencia definitiva, porque tanto Miguel Ángel Perera como Ginés Marín ya tenían, con sendas orejas en sus respectivos lotes, asegurada la salida a hombros por la Puerta Grande del Encierro.

La tarde corría medio bien con una corrida de Fuente Ymbro dispar de hechuras pero con aceptable trapío y noble movilidad. Sin exceso de brillo en el caballo en dos puyazos y con una movilidad boyante, aunque con pequeñas taras de escasez de raza y, en ocasiones, falta de entrega. Hete aquí, que los que nos preciamos de entender, alguna vez con razón y muchas, no, ya anotábamos para la reseña litúrgica que la tecla más importante de la función iba a ser la torería, el saber estar y dominio de Daniel Luque. Y va y salta al ruedo el más vareado, por no decir escurrido, del sexteto de San José del Valle. Eso sí, ese toro, un tal Judío al que atendía el burel, lucía arboladuras que apuntaban firmes y astifinas no sé si a San Miguel de los Escolapios o a los nuevos rascacielos de Salesianos.

Dirán que Judío no se empleó mucho o nada o bastante en el tercio de varas, pero, sin duda, fue muy emotivo como el torico gaditano fue creciéndose en fuerza y todavía más en clase en la muleta de Ginés Marín. Un toro que ya está anotado, sin duda, en las libretas del sanedrín del mítico premio Carriquiri o Karrikiri, si se aplica el término euskérico.

Ginés, firme, metódico, cimbreante y, en bastantes ocasiones bien colocado, supo reunirse con la bravura a más del animal para conjuntar los momentos más artísticos de lo que llevamos de feria. Además, dejó un espadazo en lo alto que, tras brava muerte de ese Judío, valió la doble pañolada descrita. Marín ya tenía asegurada la puerta grande tras la oreja, justa, aunque no gruesa, que había cortado al 3º, a otro pavo de nombre Vivales, un guapo castaño, estrecho de sienes y con unos cantos de nobleza que invitaban a estar a gusto.

Perera se mostró con gran capacidad técnica, temple y dominio de la física de los espacios y la ligazón. Topó con un buen lote y lo aprovechó en la mejor medida posible. Oreja y oreja más otra oreja (tres) pasaporte válido para salir a hombros.

Miguel Ángel Perera, vestido de verde hoja y azabache, se aplicó a fondo con los dos toros de su lote, ‘Holgazán’ y ‘Pelicano’, a los que cortó una y dos orejas, respectivamente. Fotos: Iñaki Porto

Los toros

Fuente Ymbro. Seis toros bien presentados, astifinos, hondos, aunque desiguales de hechuras. Corrida con movilidad y noble boyantía. Los mejores fueron el primero y, sobre toro un sexto muy a más y ovacionado con fuerza en el arrastre.

Los toreros

Miguel Ángel Perera. (Verde hoja y azabache). En el 1º, oreja. Y en el 4º, dos orejas.

Daniel Luque. (Blanco y oro). En el 2º, petición de oreja y ovación. En el 5º, oreja.

Ginés Marín. En el tercero, oreja. Y en el sexto, dos orejas.

Las gradas

Presidencia. Generosa a cargo de Aitor Silgado, asesorado por Juan Ignacio Ganuza y Miguel Ángel Martínez.

Ambiente. Casi lleno; lleno técnico que se suele decir. Calor sofocante, sin llegar a asfixiante, y buen ambiente en todos los tendidos, gradas y andanadas.