Tras la segunda tumbada judicial que sufre UPN en el Caso Davalor, que acabó con la dimisión del entonces consejero Ayerdi, el consejero que le sustituyó, Mikel Irujo, lamentaba ayer que UPN esté en una actitud de dar la imagen de una Navarra “decadente “y negativa, una idea que no parece andar muy desencaminada si observamos que hace apenas dos días UPN presentó una enmienda a la totalidad al considerarlos un modelo erróneo para lo que necesita Navarra.

Bueno, ya se ha dicho que UPN es un barco a la deriva a la espera de llegar al puerto del congreso donde presumiblemente elegirá nuevo líder o lideresa y que pocas novedades con respecto a su actitud caben esperar de aquí a abril. En la medida en la que la oposición ha sido totalmente frontal desde 2015 y aún más dura si cabe desde 2019, solo los meses en los que Esparza se alineó con el PSOE parecen salvarse del trincherismo absoluto, así que los deseos de Irujo tendrán que esperar.

Cierto es que salvo las épocas de connivencia entre UPN y PSN la oposición que siempre se ha hecho en Navarra ha sido bastante destructiva y poco de colaborar unos con otros, también porque UPN no dejaba lugar para ello, cierto, así que ahora el pedirle a UPN que haga lo que otros tampoco pretendieron hacer en su día aunque les hubiesen dejado suena un poco o infantil o directamente irónico, aunque para políticos como Irujo que gestionan carteras siempre es mucho más cómodo tener a cuanta más gente mejor remando a favor de tu barco que no siempre una oposición que se dedica a tratar de reventarlo todo y trasladar una imagen negativa de Navarra.

En ese plano, ya desde Barcina eran capaces de irse a Madrid a dar entrevistas dando una pésima imagen de su tierra, así que esperemos que la nueva dirección de UPN vuelva a pensar algo menos en sí misma y más en la unión del pueblo navarro. Por cursi que suene, que suena. O en la imagen.