Se hartó Jagoba Arrasate de recalcar en la rueda de prensa de su despedida que no había razones ocultas en nadie más que en él a la hora de haber decidido su marcha de Osasuna pero el pasar de los días y de las semanas lleva al menos el ruido de que dentro del club no se hizo todo lo que habría que haber hecho para tratar de convencer al vizcaíno de prolongar su estancia en el banquillo rojillo.

La noticia ofrecida ayer en este medio por Félix Monreal, decano de la prensa rojilla, de que varios miembros de Osasuna habrían tratado de hacerle reconsiderar su decisión hace unos días no hace sino confirmar que, efectivamente, por algún lado de la baraja no se puso toda la carne en el asador. Posiblemente la decisión de Arrasate no tenga ya vuelta atrás y más teniendo en cuenta que son decisiones que una vez que se verbalizan suponen una importante descarga de ansiedad y nervios y hasta por qué no de rabia y tristeza, pero la noticia no hizo sino avivar el ya conocido fervor de la gran mayoría de la parroquia rojilla por el hombre que nos subió de Segunda en su primer año en el club y que con su inseparable Alkiza nos ha instalado en la parte mediana de la tabla como si tal cosa: no me pongáis el caramelo en la boca para luego quitármelo. Era una de las muchas reacciones a la información sobre esa reunión, como si informar fuese algo que se hace para frustrar o contentar, cuando lo que se hace, lisa y llanamente, es comunicar lo que se sabe siempre y cuando esto sea relevante.

Y lo era, claro, indicador, como digo, de que aunque se nos explicó por parte de todos que era algo exclusivo de Jagoba eso no es óbice para que Jagoba haya sentido o dejado de sentir cosas estos meses que le hayan llevado a un punto concreto. Quizás nunca lo sepamos de boca de sus protagonistas, pero todo hace indicar que en Osasuna no había un quorum total con Arrasate.