La Mancomunidad ha urgido a los ayuntamientos a implementar medidas para agilizar la velocidad comercial de las villavesas. De siempre el atractivo de este servicio público es su rapidez pero los conductores se las ven y se las desean para cumplir horarios y eso que -aseguran- pisan a más de 30 km/h.

La gran ciudad que es Pamplona y su Comarca no funciona como un continuo urbano. Los carriles bus se despliegan a pedazos por algunas avenidas y faltan plataformas exclusivas como reclama, por ejemplo, la MCP para la línea 4 Burlada-Barañáin aprovechando las obras del nuevo carril bici de Beloso. Los chóferes dicen estar estresados para cumplir los horarios porque el tráfico de la ciudad lo impide y, en especial, en el centro de Iruña. Coches que invaden el carril bus de Labrit para evitar retenciones.

Y es que la mayoría de los carriles bus son compartidos con el vehículo privado y no hay paradas en el mismo carril. Miramos las ciudades de nuestro alrededor como Bilbao (metro), Donosti, Zaragoza o Vitoria y la diferencia es abismal. En Vitoria se han priorizado los desplazamientos a pie o el transporte público con la ampliación del tranvía y la creación de una red eléctrica de Bus Rapid Transit. Y en Donosti, reiteran los conductores, los carriles bus son sagrados. El trayecto entre Villava y Barañáin (registra 36.000 usuarios al día), de cabecera a cabecera, debe hacerse en 55 minutos. Parece mucho tiempo pero ni siquiera se cumple debido al tráfico que soporta la ciudad que lejos de bajar ha aumentado en una gran metrópoli que camina hacia los 400.000 habitantes. Crecemos en carriles bici pero no en carriles bus. Para pensárselo.