Se le nota en el brillar de los ojos que este joven, de 25 años, tiene tantas ganas de concienciar como de pasar página de un suceso que le cambió la vida y en que estuvo a punto de morir acuchillado. Este vecino de Pamplona, que llegó hace dos a la capital navarra desde un país suramericano, no recuerda haber tenido nunca ningún problema por su condición sexual ni de ningún otro tipo, pero desde que sufrió aquel intento de homicidio "uno tiene pánico. Es la verdad. Cuando sales por ahí, es como si te sintieras perseguido y que te pudiera ocurrir lo mismo".

La víctima del ataque recuerda que aquella noche se encontraban celebrando el día del Orgullo y acudió en compañía de unos amigos a un bar de la plaza de los Ajos. Salieron a encenderse un cigarro, cuando un joven, hoy condenado a 5 años de prisión en la Audiencia por el suceso de aquella noche, se empezó a dirigir a ellos. "Le pidió un cigarro a mi amigo y este no se lo dio, por lo que empezó empezó a amenazarle y a mostrarle la navaja. Entonces, al ver su comportamiento, le dije toma el cigarro y vete. Mientras, seguía insultándonos y diciéndonos cosas como maricones y todo eso. En ese momento, habló en su idioma con el portero y se marchó".

Amenazas, insultos y agresión

Sin embargo, este joven, luego herido, no pudo entrar de nuevo con sus amigos al local porque el portero no se lo permitió después del problema ocurrido en el exterior. De ahí se desplazaron a otra zona del Casco Viejo a continuar la noche. Eran un grupo de cuatro personas, todos pertenecientes a la comunidad lgtbi. Y, cuando iban a terminar la noche en un último establecimiento, "nos volvimos a encontrar por el camino con este chico. Entonces nos empezó a decir: "así os quería ver, maricas, os voy a matar" y empezó a escupir en el suelo. Las chicas del grupo empezaron a correr y les dije que llamaran a la Policía y entonces él nos pidió que le diéramos los móviles. Le golpeó a una amiga para quitarle la gorra y yo entonces me puse delante y empezó a soltarme puñetazos. Forcejeamos porque me quería quitar una riñonera que llevaba y empezó a bailarme la navaja cuando estaba a su lado. Otro amigo suyo llegó a intentar frenarle, le dijo que nos conocía del barrio pero nosotros no sabíamos si era un cómplice, si también quería robarnos... Ahí es cuando de repente él empieza a venirse encima de mí y a darme con el cuchillo. Al principio me zampó un navajazo en la sien (muestra la ceja derecha) y me golpeó también en el labio, donde me hizo un corte. Pensaba que solo era eso, que no me había herido más", explica la víctima.

Su amigo llamó a la Policía Municipal de Pamplona y una patrulla que se encontraba en las inmediaciones acudió rápidamente al lugar. El joven herido recuerda que entonces, al llegar los agentes, "me empecé a sentir falto de respiración. Pensé que era por el forcejeo, pero empecé a notar que estaba como sudando por dentro. Ahí fue cuando me alcé la camiseta y tenía sangre. De repente, no podía hablar, estaba sin respiración, se me inflaba un pulmón, pero el otro ya ni podía. Sentí que me iba a morir en aquel momento". La víctima fue trasladada en ambulancia al hospital, donde permaneció cinco días, y luego necesitó más de un mes de ayuda de un respirador.

Tras conocer la sentencia condenatoria y revivir el ataque sufrido, el joven afirma que las secuelas de todo aquello siguen presentes en su vida diaria. "A veces todavía me canso para caminar y me toca descansar a ratos, pero ya no es como antes, no puedo hacer el mismo esfuerzo por ejemplo a la hora de hacer deporte".