Josef Fritzl, condenado en Austria 2009 por encerrar y violar a su hija durante 24 años, seguirá cumpliendo su pena de cadena perpetua en una prisión normal tras aprobar este martes un tribunal su traslado desde el centro para delincuentes con problemas mentales, al tiempo que rechazó la petición de su puesta en libertad.

La decisión, que aún no es firme, se basa en un informe pericial que dictamina que debido a la demencia que sufre el condenado, que tiene 89 años, y a su deterioro físico, "ya no existe ningún peligro que haga necesario su internamiento en un centro terapéutico forense".

Fritzl fue condenado por haber encerrado a su hija Elisabeth durante casi un cuarto de siglo en un sótano, donde la violó sistemáticamente y con la que concibió siete niños, uno de los cuales murió durante el cautiverio al poco de nacer.

"Primer paso" para su puesta en libertad

En declaraciones a la agencia APA, la abogada de Fritzl, Astrid Wagner, calificó de lógica la decisión del traslado y la calificó como "un primer paso" para la puesta en libertad de su cliente, del que dijo "estará" muy satisfecho".

El tribunal rechazó hoy que Fritzl, que tras ser condenado cambió su apellido a Mayrhoff, fuera puesto en libertad, como había solicitado su defensa argumentando su mal estado de salud.

La solicitud fue descartada ante la "energía criminal sin precedentes implicada en los delitos condenados".

La Fiscalía tiene catorce días para recurrir el traslado a la prisión convencional del conocido como 'monstruo de Amstetten, por la localidad austríaca donde cometió sus crímenes.

Casi 25 años encerrada

Fritzl encerró en 1984 a su hija Elisabeth, que entonces tenía 18 años, en un zulo en el sótano de la vivienda familiar, en la que también vivían su esposa y otros seis hijos.

En aquel momento explicó la desaparición de la joven en que se había fugado para unirse a una secta.

La esposa de Fritzl y sus otros hijos aseguraron, tras destaparse el caso en 2008, que nunca se percataron de que Elisabeth llevaba casi 25 años encerrada en el sótano, donde dio a luz a siete niños.

Tres de sus hijos-nietos fueron adoptados por Fritzl, que fingió que los menores habían aparecido en la puerta de su casa abandonados por Elisabeth.

Mientras, los otros tres y Elisabeth siguieron encerrados en el sótano hasta 2008.

Al año siguiente fue condenado a cadena perpetua por los cargos de asesinato por omisión de socorro, esclavitud y violación.

Durante el juicio, el "mostruo de Amstetten" afirmó que violar a su hija se convirtió en una adicción y los peritajes psicológicos lo describieron entonces como una persona sin ninguna empatía hacia sus víctimas.