La Batalla del Ebro cumple 80 años
El lugar del enfrentamiento más largo y decisivo de la Guerra Civil se ha convertido en destino turístico para quienes quieren revivir un pedazo del cruento conflicto
Las rutas turísticas por las trincheras, los búnkeres y los espacios de recreación de la Batalla del Ebro desde Mequinenza hasta la comarca catalana de Terra Alta mantienen vivo el recuerdo del enfrentamiento más largo de la Guerra Civil española que este 25 de julio celebró su 80 aniversario, recordando las cerca de 100.000 bajas que sufrieron entre ambos bandos.
Los municipios de Zaragoza y Tarragona asentados junto al cauce del río conmemoraron con representaciones teatrales uno de los movimientos militares más complejos de la guerra y que para algunos historiadores como Fernando Martínez de Baños fue “decisivo” para el triunfo final del bando franquista.
“Tanto los desembarcos navales como el cruce de ríos son dos de las fases más difíciles en una guerra”, explicó el doctor en Historia Martínez de Baños, quien ha dedicado buena parte de su carrera profesional a estudiar los vestigios de la guerra en la comunidad aragonesa.
La contienda dejó para el recuerdo estrategias militares como la apertura de embalses que permitieron la destrucción de los puentes que habían construido los republicanos o el lanzamiento de barcazas con explosivos para acabar con sus posiciones tácticas.
Es uno de los ejemplos de una batalla que para Martínez de Baños es representativa de la dureza que caracteriza a cualquier guerra civil en la que el objetivo principal es “anular al enemigo” porque el terreno ya está “conquistado”.
El enfrentamiento que se prolongó desde julio hasta noviembre obligó a los miles de militares desplegados a lo largo del río a hacer frente a las altas temperaturas del verano y a convivir con la suciedad, el calor y las plagas que asolaban las trincheras.
“El mérito es de los servicios sanitarios”, apuntó Martínez de Baños, quien señaló que algunas enfermedades como el tifus mermaron a los dos bandos durante la contienda.
El historiador detalla la batalla como una de las que precisó un mayor volumen de artillería durante la Guerra Civil. Las ráfagas de balas, los disparos de mortero y los bombardeos de los aviones se convirtieron en un elemento habitual en el escenario bélico.
conservación
Recuerdos
Memoria histórica
Durante los últimos 80 años, algunos de esos objetos han sido recogidos, restaurados y expuestos por apasionados por la historia como Miguel Ferragut, quien, junto con su compañero José Payas, han impulsado el Museo de la Batalla del Ebro de Fayón.
“Creemos que por los objetos que han aparecido y por los testimonios que nos cuentan nuestros abuelos, la batalla en Fayón fue bastante importante a pesar de que no aparezca en ningún sitio”, señaló Ferragut, quien desde hace 11 años ha tratado de involucrar a distintas instituciones en el proyecto.
La muestra alberga piezas de artillería, uniformes originales, vehículos de época, una ambulancia utilizada para el traslado de heridos e incluso una colección de 23 cartas manuscritas por un soldado, en las que narra todo lo que vivió durante la guerra.
“Nuestro museo no es solamente un almacén de armas, sino que hay bastantes historias personales tanto de un bando como de otro”, explicó Ferragut, quien reconoció que muchos de esos objetos aparecieron en las masías que los ejércitos utilizaban como centros sanitarios o puestos de mando.
El conocimiento que esta pareja de coleccionistas atesora sobre la Batalla del Ebro les ha permitido convertirse en asesores de películas como Incierta Gloria, el largometraje dirigido por Agustí Villaronga en 2017 en el que aparecen varios uniformes que actualmente se pueden ver en el museo.
Ambos colaboran en la recreación del enfrentamiento en Fayón, un espectáculo que cuenta con más de 300 artistas que cruzan con barcazas el río, sufren los bombardeos de aviones de época y combaten con armas de fogueo.
“El abrazo que se dan los combatientes de ambos bandos cuando termina la recreación es uno de los momentos más emotivos del año. Esto tiene que servirnos para hacernos pensar más sobre lo que ocurrió”, añadió Ferragut.
la última hora de los republicanos
Antecedentes. En el verano de 1938, ya había transcurrido un año de Guerra Civil Española, la situación para los ejércitos de la II República era sumamente comprometida. El desastre de Teruel y la posterior ofensiva de los ejércitos de Franco había dividido en dos la zona republicana en Vinaroz. Había que tomar una decisión rápidamente, porque en el verano de 1938, todavía se pensaba en la victoria de los republicanos. Una vez caída Teruel y dividido el territorio republicano, Negrín necesitaba un gesto, tenían que animar a sus tropas y países aliados. Las pérdidas de las batalla de Teruel y de la Alfambra habían sido importantes, pero todavía quedaban efectivos y el presidente Negrín y su Jefe de Alto Estado Mayor, el general Rojo, decidieron tomar la iniciativa y presentar batalla a los nacionales en un frente establecido por el río Ebro, desde Mequinenza hasta Amposta: la Batalla del Ebro.
Batalla del Jarama. Esta batalla se desarrolló entre el 6 y el 27 de febrero de 1937. La ofensiva la inició el Bando Nacional con la intención de cortar las comunicaciones a Madrid. El ejército republicano contó entre los combatientes con las Brigadas Internacionales.
Batalla de Bilbao. Después de una larga y potente ofensiva del Bando Nacional, a principios de junio de 1937 sus tropas se hallaban frente a la capital vizcaína, aunque les quedaba por superar una última barrera: el Cinturón de Hierro, un sistema de fortificación formado por túneles, búnkeres y trincheras que se construyó con el objetivo de defender la ciudad ante una ofensiva del ejército franquista. Con ayuda de alemanes e italianos los franquistas consiguieron finalmente el Cinturón.
Batalla de Brunete. Esta ofensiva lanzada por el ejército republicano tenía como objetivo disminuir la presión ejercida por las fuerzas del Bando Nacional sobre Madrid y, al mismo tiempo, aliviar la situación en el frente norte. La batalla duró desde el 6 al 25 de julio de 1937.
Batalla de Belchite. El 24 de agosto de 1937 el general Pozas lanzó un ataque simultáneo por tres puntos fundamentales y cinco secundarios en dirección a Zaragoza. Participaron 80.000 hombres, tres escuadrillas de la aviación republicana y 105 carros T-26 soviéticos. En los frentes norte y sur solo se logró ocupar terreno vacío. En el frente sur las poblaciones de Quinto, Mediana y Codo estaban escasamente guarnecidas y cayeron en poder del ejército republicano el 26 de agosto.
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