Unión del Pueblo Navarro celebrará el próximo domingo 28 de junio su 12º Congreso. Lo hará 5 años y dos días después de que Barcina anunciase en la asamblea del partido que dejaba la política. Cinco años en los que UPN no ha salido de su laberinto, y continúa en la oposición ahora fundido en una alianza con el PP y Ciudadanos que comienza a despertar dudas, por su estrategia comunicativa y por su pobre efectividad electoral fuera del ámbito municipal. Navarra Suma es la primera fuerza del Parlamento, pero con el amargo regusto de verse relegada habitualmente a la soledad. En esta segunda legislatura consecutiva fuera del poder, UPN se situá lejos del PSN en Navarra y del PSOE en Madrid. El partido tiene su capacidad de influencia muy tocada respecto a tiempos pasados, y su marca 41 años después de su fundación, ha quedado diluida en Navarra Suma. Así que visto con perspectiva, la operación no ha resultado desde luego óptima para UPN, sumido en una suerte de frustrante penitencia, que lejos de ser gestionada con apertura ideológica, se ha afrontado con redoble de tambores. Una huida adelante que garantiza titulares al partido que un día fundó Aizpún, pero que le aleja de la centralidad e incluso desgasta su carácter regionalista o foralista. Navarra ha evolucionado en otra dirección, y aquella hoja de ruta de antaño de UPN, gobernar desde su propia fortaleza o ejercer una suerte de tutela sobre el PSN, de momento ha pasado a mejor vida.

repaso cronológico A lo largo de la historia de UPN, cinco personas han ocupado la presidencia del partido. Un panorama ciertamente estable en 41 años de existencia, aunque un repaso más pormenorizado aporta matices. De esos cinco presidentes, no hay que olvidar los largos mandatos de dos de ellos: Jesús Aizpún, de 1985 a 1997, y Miguel Sanz, que también sumó 12 años en la presidencia, de 1997 a 2009. El resto de mandatos han sido más breves. Javier Gómara, desde 1981 a 1985; Yolanda Barcina, desde 2009 a 2015, y Javier Esparza, desde 2015. Si renueva ahora como presidente, Esparza superaría los 6 años de Barcina en el cargo, aunque tendría su reválida en las elecciones forales previstas para 2023.

Ningún partido es una balsa de aceite de forma continuada. UPN no es una excepción. El partido vivió un momento estructuralmente muy delicado con el surgimiento del CDN liderado por Juan Cruz Alli, que había alcanzado la presidencia del Gobierno de Navarra en 1991, bajo el paraguas de un acuerdo a largo plazo entre UPN y PP . Seis años antes, Alli se había postulado a la presidencia del partido, cayendo frente a Jesús Aizpún con un resultado que difícilmente pudo ser más ajustado. Solo 17 votos separaron a ambos contrincantes. A partir de entonces se fraguó de facto una bicefalia que terminó en ruptura. Con su vetusto perfil, Aizpún no podía ser el cartel más idóneo del partido, mientras Alli, exitoso candidato, acabó chocando con el aparato. No hubo congreso más reñido desde 1985 hasta que en 2013 Yolanda Barcina se impuso por la mínima (51% de los votos) frente a Alberto Catalán. La imagen de archivo que adjuntamos de ambos candidatos hoy resulta llamativa y recargada de significado. Con Esparza y Sayas, ahora rivales, bien colocados en la fila de atrás, como agurdando turno, o como los ciclistas que saben situarse en cabeza del pelotón.

Lo cierto es que el Congreso de la semana que viene parecía de trámite y puede no serlo. Está por ver la influencia del impacto del coronavirus, que además de haber obligado a retrasar la cita, tiene una derivada política muy potente. Comparando con el resto de los congresos donde hubo más de un aspirante, tanto José Ángel Zubiaur en 1993, como Francisco Javier Octavio de Toledo en 2001, cayeron goleados. En 1989 Aizpún fue el único candidato. Lo mismo le pasó a Sanz en 1997 y 2005, a Barcina en 2009, y a Esparza en 2016. Esta vez será distinto, y como en aquel disputado Congreso de 1985, a UPN le pilla en la oposición. El partido no está para luchas fratricidas ni sangrías internas. Gane quien gane será inmediata la llamada a la unidad.

'Navarra Unida'

Impulso inicial

Celebrado en un clima de cordialidad, Javier Gómara alcanzó la presidencia sin oposición. Balbino Bados se convirtió en el vicepresidente.

'Con nosotros, por Navarra'

De poder a poder

Enfrentó al fundador, Jesús Aizpún, con el entonces concejal en Pamplona Juan Cruz Alli, y a punto estuvo de saltar la sorpresa. Fue el primer choque entre los demominados sectores oficialista y renovador. Se impuso el primero por solo 17 votos de diferencia (191-174). Dos años después, Alli fue el candidato a la presidencia del Gobierno de Navarra, y se quedó cerca del éxito, a solo un escaño del PSN, en buena disposición para en 1991 el propio Alli accediera a la presidencia.

'Garantía de futuro'

Cambios en la dirección

La batalla no se centró en la presidencia, sino en dominar los órganos de dirección. Aizpún renovó el cargo al ser el único candidato, pero el control del partido pasó a manos de los renovadores. Entre ellos, emergió Miguel Sanz, afín entonces a Alli. El corellano se convirtió en vicepresidente de la nueva dirección.

'Por Navarra'

Un paseo para Aizpún

Fue la última vez que se presentó Aizpún. José Ángel Zubiaur fue su contrincante, al que derrotó con resultado aplastante (1.444 votos contra 339). UPN había alcanzado la presidencia del Gobierno de Navarra, pero las posiciones más centristas de Alli fueron chocando con el aparato histórico, hasta que se consumó en 1995 la fractura con el surgimiento de CDN.

'El centro social de Navarra'

Comienza el sanzismo

En el lema escogido se adivinaba el surgimiento de CDN en 1995. Pero el momento volvía a ser dulce. Recuperado el Gobierno de Navarra en 1996, tras la caída de Javier Otano, y del tripartito entre PSN, CDN y EA. Miguel Sanz fue el relevo del veterano Jesús Aizpún.

'Soluciones con garantía'

Bajo el control de Sanz

Sanz llegó en 2001 al sexto congreso con el partido bajo control y con el perfil guberanmental que soplaba a favor. "Solo nuestros errores nos pueden hacer caer en el socavón", dijo Sanz a la militancia. Su contrincante, Francisco Javier Octavio de Toledo, obtuvo 166 votos frente a los 994 de Sanz.

'Unidos por Navarra'

Sin rival

En 2005 nadie se dispuso a disputar el cargo a Sanz, quien se dispuso a ejercer su último mandato.

'Contigo somos más'

Llega Barcina

Fue el del relevo tranquilo entre Sanz y su sucesora. en 2011, Barcina también relevó a Sanz en la presidencia del Gobierno de Navarra. Los problemas y errores del Ejecutivo dividieron al partido para 2013.

'UPN, nuestro centro es Navarra'

In extremis

Fue un indicio del declive de UPN y de Barcina, que en los dos años escasos que llevaba presidiendo el Gobierno de Navarra estaba quemando buena parte de su capital político. Barcina abandonó en 2015.

'Todos somos Navarra'

Tiempo de Esparza

Javier Esparza consolidó su liderazgo iniciado en la Asamblea Extraordinaria de 2015 tras la marcha de Barcina. Esparza no tuvo rival en el Congreso y obtuvo el 83% de los votos a favor. El vigente presidente de UPN, a pesar del revés sufrido en las elecciones forales de 2015, tenía aún un folio prácticamente en blanco por escribir. Hoy esa hoja acumula el borrón de una nueva derrota electoral, y pese a contar con el apoyo de pesos pesados del partido, su solidez concita dudas. Aquel naciente sector crítico que asomó en el Congreso de 2016 puede aumentar sensiblemente en 2020. La presencia de Sayas en el Congreso de los Diputados le otorga además un elemento siempre interesante para cualquier candidatura.

'Navarra, nuestra razón de ser'

Esparza frente a Sayas

Y llegamos al duodécimo Congreso, sí, el 12º, porque el undécimo, extraordinario, se limitó a un trámite técnico en 2019 de cara a una ligera modificación estatutaria requerida por el Ministerio del Interior. El inminente cónclave de UPN se presenta más de corte estratégico que ideológico, más de gestión que de ideas. La cuestión de la visibilidad de las siglas, y la posible derivada que ello tenga para la coalición Navarra Suma se perfila el elemento más sustancioso, además de la pugna personal. Para un partido acostumbrado a gobernar que lleva 5 años en la oposición, parece un plan escaso. En lo estrictamente ideológico no hay grandes diferencias. Ambos candidatos se han destacado por su escoramiento frentista, y los contrastes -tampoco demasiado nítidos sobre el papel- se dibujan en el modo de dirigir el partido. Esparza y Sayas, presumen de renovación y conexión municipal, y ambos asumen la necesidad de revitalizar el partido. Posiciones previsibles para un congreso a priori de perfil bajo, donde el candidato outsider apela a la ilusión y Esparza, con el aval de Maya y Toquero, vende experiencia con toque de refresco generacional. Ayer, ambos candidatos no faltaron al paseo pro taurino que se organizó en Pamplona.