a gravedad que presentaban los primeros pacientes de la covid-19 en Navarra fue uno de los aspectos que más sorprendió a los profesionales sanitarios que les atendieron en los hospitales en aquellos aciagos días de marzo y abril. Y, como muestra de la fuerza con la que el bicho irrumpió en el territorio foral, está la primera paciente, que fue diagnosticada el 29 de febrero de 2020. Esta mujer de 39 años fue directamente a la unidad de críticos, donde ingresó grave, y estuvo hospitalizada 55 días. "Entró por Urgencias a la UCI. En 12 horas estaba intubada, en 12 horas con todas las terapias que disponemos, tuvo que ir a ECMO -a una circulación extracorpórea para poder oxigenarla-, o sea, de 100 cosas que se ponen en la UCI ella llevaba 120; no teníamos ningún aparato, ningún soporte que no hubiera necesitado", recuerda la médico Isabel Jiménez.

Esta intensivista reconoce que antes de eso pensaba que "esto iba a ser como el ébola, que nos preparamos todos, hicimos equipos, nunca llegó. Como la gripe A, que nos preparamos, llegó pero no fue para tanto, pero nunca pensé que iba a llegar, que iba a ser como ha sido y que, un año después, íbamos a estar así. Para mi fue muy sorprendente, impensable y nos tocó muy de lleno". Una experiencia que, confiesa, "luego nos desbordó totalmente, tanto personal como profesionalmente". Jiménez no trabajó cuando el viernes 28 de febrero ingresó en la UCI B la primera paciente, pero entró de guardia a la mañana siguiente. "Se empezó a sospechar que podía ser porque el comportamiento era muy diferente a todo lo que habíamos visto hasta entonces. Pensábamos que no iba a ser, pero se hizo la prueba por si acaso. Esa mañana se intubó a la paciente en unas condiciones muy delicadas y, a las 15.00 horas, cuando nos llegó la confirmación desde el laboratorio, fue una sorpresa y una revolución total en nuestra unidad". Aquella tarde los responsables de Salud informaron en rueda de prensa del primer caso de coronavirus en la Comunidad Foral. Hoy, un año después, ya vamos más de 51.000.

Como en las UCI están acostumbrados a trabajar con personas que son infecciosas, estaban habituados a emplear los equipos de protección individual (EPI). En este sentido, Jiménez explica que "ese miedo no lo teníamos en ese momento, pero luego sí el miedo social. Fue tan rápida la ola, fue tanto ingreso, tanta gente que no pudo ingresar, muchas cosas mezcladas a la vez que sí que supusieron mucho. Mucho desconocimiento, los protocolos iban variando al minuto. Salíamos con uno y a las seis horas había otro, con mucha información de muchos sitios, que nos confundía bastante, nos hacía sentirnos muy inseguros de lo que hacíamos y esa inseguridad, afortunadamente, con el año ha ido desapareciendo. Nos hemos ido aclimatando y ya no es una cosa nueva para nosotros, sino una enfermedad que la tenemos aquí y que nos hemos hecho con ella más o menos".

Más de 500 ingresos en una semana El servicio de Urgencias del Complejo Hospitalario (CHN) puso en funcionamiento el primer protocolo especial de asistencia el 24 de enero de 2020. No obstante, como señala el jefe, Javier Sesma, este virus cogió a "todo el sistema occidental un poco a contrapié". "Occidente, en general, no previó la avalancha que hubo en tan poco tiempo y se dio una circunstancia curiosa, y es que en las primeras fases hubo incertidumbre de protocolos, de tratamientos, etc, y puso de manifiesto la fragilidad del propio sistema sanitario, porque parece que somos muy fuertes, pero una cosa tan sencilla hipotéticamente, como disponer de equipos de protección, que en las primeras fases fue complicado disponer del volumen que se necesitó, generó incertidumbre y mucha angustia", recuerda. De hecho, uno de los peores momentos que vivió Sesma fue cuando escuchaba a compañeros decir "así no se puede trabajar. Es como mandar a un bombero a apagar el fuego sin agua, sin manguera, sin nada. ¿Cómo lo va a apagar?". Transmitieron la carencia y "la receptividad y el trabajo que hubo para intentar solucionarlo fue ímprobo".

No obstante, en enero la dirección del CHN había encargado el material de protección que se había gastado en los seis primeros meses del año anterior, contando con que ese periodo es cuando más material se utiliza y pensando que "estábamos casi pasándonos de frenada", apunta el director gerente, Alfredo Martínez. "Ese material se gastó en el primer mes", pero "nos dio la energía suficiente para que empezaran a llegar los siguientes materiales, que se habían encargado posteriormente, cuando vimos lo que venía", indica. Desde diciembre, según explica, estaban "con un ojo en China, siguiendo la información que teníamos entonces, que era contradictoria. Por un lado, los datos no eran para preocuparse. Si se hubieran extrapolado no hubiéramos tenido ningún problema, pero, de repente, empezamos a ver que algo que pensábamos que no iba a llegar llegaba por Italia". Así, además de los EPI, encargaron camas para las UCI, respiradores... "Todo el material que tuviera que ver con la covid que fuéramos a comprar en los próximos 2 ó 3 años lo adquirimos", asegura. "Todo eso, dentro del estrés y de la tensión que vivimos, nos ayudó a estar algo más preparados, pero para lo que no lo estábamos es para la reorganización interna del hospital. Llegamos a tener preparadas cerca de 1.000 camas en toda Navarra -tanto públicas como privadas- para dedicarlas a la covid y posibilidad de haber crecido más si hubiera hecho falta", sostiene. No obstante, ese primer mes se produjo una verdadera "eclosión" de la covid, que hizo que el hospital se pusiera patas arriba. Así, la primera semana hubo 9 personas ingresadas; 8, la segunda; 312, la tercera, y 507, la del 23 de marzo, que "fue la peor".

"Enorme capacidad de adaptación" Tras señalar que vivieron aquellas jornadas con "mucha incertidumbre, miedo e inseguridad", Ana Mariñelarena, jefa de área de Enfermería de Cuidados en Procesos Médicos I, destaca que "la capacidad de adaptación fue enorme. La gente tiró del carro como bestias. Hubo personal que hacía actividades que habitualmente no hacía, se cambió personal de unidades, de turnos, de jefes inmediatos..." En ese momento, ella era la jefa de enfermería de Hospitalización a Domicilio y, al ver lo que estaba sucediendo en comunidades limítrofes, "nos dimos cuenta que teníamos que hacer algo parecido a lo que veníamos haciendo con las crecidas de la gripe, que era crear equipos paralelos -formados por un médico y dos enfermeras para atender 12 pacientes-. Todos los años creábamos 2 o 3 equipos pero en una semana se crearon 10", de los cuales uno era para residencias. Este último estaba integrado por un geriatra y de una a tres enfermeras, que fueron "a 25 residencias, las cuales no hacían más que llamar. Vivimos momentos durísimos cuando iban, tremendos. Los profesionales volvían llorando... Eso fue lo peor". De hecho, considera que "la sensación de equipo, de tirar para adelante, la fuerza con que se vivió aquello creo que no lo volveremos a ver, porque es verdad que todo el año estamos viviendo esta pandemia, pero ya de otra manera. Nos hemos ido adaptando, estamos cansados, no ha sido aquella cresta tan bestial que tuvimos, han sido quizás crecimientos más suaves, que nos ha dado tiempo a adaptar más los espacios físicos, el personal, todo, pero esa primera ola fue tremenda".

El primer caso que atendieron en domiciliaria fue el 15 de marzo. "Para entonces la sexta planta general estaba llena y se estaba bajando a la quinta, pero en esas tres semanas se dio vuelta al hospital. Las especialidades que no podían parar se redistribuyeron, sobre todo al antiguo Hospital de Navarra, todo Virgen del Camino se reconvirtió en covid, llegó al E y otros espacios que ni siquiera eran plantas se convirtieron en plantas covid. El esfuerzo que hizo el personal fue muy grande, con jornadas interminables", sostiene Mariñelarena, que recuerda que se hospitalizó el Hotel Iruña Park, donde se ocuparon cuatro plantas.

Respecto a la reacción de los pacientes y sus familias cuando recibían el diagnóstico, Jiménez dice que estaban "muy asustados", si bien después de un año "se ha normalizado mucho más". Recuerda que "en la primera ola no se dejaba ir a las familias, lo cual fue muy duro para ellas y para nosotros", pero "cuando al final decidimos que si estaban muy mal o creíamos que iban a fallecer vinieran, había algunas que no se atrevían a venir; tenían miedo a contagiarse". Por eso, tras el análisis crítico que se hizo en junio de la gestión, apunta Sesma, se constató que "por un afán de protección de la población privamos al enfermo y a la familia de un contacto suficiente y se valoró como muy negativo. Vimos que no se podía hacer y en la 2ª y 3ª ola se ha permitido".

Tras un año de pandemia parece que "ha pasado una vida", pero Jiménez dice que también ha traído cosas buenas: "Como equipo nos hemos reforzado muchísimo. Hemos estado todos juntos en lo bueno, en lo malo, en lo peor, pero como equipo profesional hemos crecido mucho. Nos hemos dado cuenta de verdad que lo que importa es remar todos a una". Lo mismo piden a la sociedad.

"La sensación de equipo, de tirar para adelante, la fuerza con la que se vivió aquello creo que no lo volveremos a ver"

Jefa de área de Enfermería

"En la semana del 23 de marzo hubo 507 ingresos y llegamos a tener preparadas cerca de 1.000 camas en toda Navarra"

Director gerente Complejo Hospitalario

"Hubo incertidumbre de protocolos, de tratamientos, etc y puso de manifiesto la fragilidad del propio sistema"

Jefe del servicio de Urgencias del CHN

"Como equipo hemos crecido mucho; nos hemos dado cuenta que lo que importa es remar todos a una"

Médica de UCI en el CHN