- El navarro Unai Oyón es una de las doce personas con una beca de la Fundación Ramón Areces, una de las cuatro más grandes del Estado. Previamente obtuvo matrículo de honor en su TFG y fue uno de los diez mejores expedientes en la universidad Pompeu Fabra. Estudia actualmente un posgrado en Paris School of Economics, el mejor departamento de Economía de Europa, donde ya estuvo de Erasmus el año pasado. Fue entonces, en marzo, cuando tuvo que volverse de urgencia a Pamplona, por los problemas que le estaba dando su desfibrilador automático implantable, que lleva a causa de una dolencia cardiaca hereditaria.

¿En qué consiste la dolencia cardiaca que tiene?

-Tengo una Miocardiopatía Hipertrófica, una enfermedad genética, la misma que tenía mi padre. Implica que el corazón es algo más grande y va creciendo de forma anormal, lo que puede derivar en diversos problemas, pero el principal es la muerte súbita.

Lleva un desfibrilador automático implantable (DAI), ¿le condiciona en el día a día?

-A ver, es cierto que es una garantía una tranquilidad, porque te salva de la muerte súbita en caso de que ocurra, pero también es cierto que te limita en muchas otras cosas. Tener problemas con ellos es relativamente habitual, sobre todo si eres joven, por el tipo de vida más activa que llevas. A mí me ha limitado muchas cosas en mi vida y lo he llevado mal en muchos momentos, porque te limita el deporte y de algún modo la interacción social también. Yo he tenido la mala suerte de tener problemas con los dos que he llevado. En marzo, estando aquí en París, me empezó a pitar el pecho y era que se me había roto el cable del desfibrilador. Tuve que ir volando a Pamplona para que me hicieran el cambio. Fueron dos operaciones, con varias semanas de recuperación física, y fueron un palo muy psicológico muy duro, con todo lo que tenía en ese momento con el Erasmus en París y porque yo me veía bien físicamente y acabé en un quirófano dos veces en una semana.

¿Con el nuevo va mejor?

-Este nuevo, que era una mejor opción, porque hay dos tipos de desfibriladores, uno que va dentro del corazón y otro que va debajo de la piel, que te evita llevar el cable en el corazón, pero, por otro lado, al no llevarlo en el corazón las señales que capta pueden ser más confusas en algún momento. Es el que llevo ahora y me ha dado descargas cuando no debía, por lo que ahora estamos viendo si me libro de otra operación o si efectivamente me toca volver a operarme para cambiarlo.

¿Cómo se lo detectaron?

-Curiosamente fue a raíz de que un primo mío por parte de padre tuviera una muerte súbita. Se salvó con un desfibrilador externo y a raíz de ahí empezaron a hacer el estudio familiar. No sé cuantos años tendría, pero en ese momento no la tenía. La desarrollé a los 8 años y el primer desfibrilador me lo colocaron a los 14 o 15.

Supongo que en ese momento es un palo sobre todo por las cosas que tiene que dejar de hacer.

-Claro. Por ejemplo, a los 8 años tuve que dejar de hacer futbito y en ese momento, al final eres un chaval, no entiendes del todo por qué tienes que dejar de corretear para cualquier cosa, como el resto. Además, a raíz de ahí tuve muchos problemas. Sufrí bullying en el colegio durante varios años y lo pasé mal también en ese sentido, pero al final todo eso ya pasó.

En la actualidad estudia un máster en máster en Investigación en Política Pública y Desarrollo en ‘Paris School of Economics’, el mejor departamento de economía de Europa. ¿Cómo es estudiar en un sitio así?

-Creo que es interesante a dos niveles. Lo primero, porque es un centro que tiene muchísima actividad de investigación, aquí están los investigadores más citados y que están teniendo trabajos más relevantes en el tema a nivel europeo. Y, por otro lado, también es un entorno muy interesante a nivel de alumnos. Hay gente con todo tipo de fondos, gente muy internacional. Tenemos un grupito de gente muy, muy bueno. De aquí va a salir gente que probablemente sea relevante tanto a nivel académico como a nivel político en Europa.

Le han dado una de las becas más importantes que hay en España, y de forma completa, ¿cuáles son los requisitos? Porque no tienen que ser sencillos.

-No, no son nada sencillos la verdad. Es una de las cuatro grandes becas de España, que están la de la Fundación La Caixa, la Rafael Del Pino, la Ramón Areces y la del Banco de España. Yo tengo la de la Fundación Ramón Areces y básicamente es un proceso bastante selectivo en el que tú tienes que especificar cuál es tanto tu perfil investigador como los proyectos que tienes para llevar a cabo durante el posgrado. Además de eso necesitas varias cartas de recomendación, por lo que es bastante complicado. Esto fue también gracias a la ayuda de mi madre y de varios amigos, porque el plazo para pedir la beca terminaba un día después de mi primera operación y había dejado algunas cosas para el último día.

Entiendo que el importe sin la beca sería más difícil de soportar.

-Curiosamente no, porque la universidad es pública, el Gobierno francés la subvenciona prácticamente en su totalidad. Un año son solo 250 euros de matrícula, aunque sí es cierto que vivir en París es muy caro. Me parece muy interesante que en Francia las matrículas de los másteres sean tan baratas, porque abre las puertas a que mucha gente que quizás no podría estudiar de otra manera pueda hacerlo. En España, por ejemplo en la Pompeu, que es donde estudié, los másters rondan los 16.000 euros y eso es una barrera tremenda para gente con ciertos orígenes socioeconómicos.

¿A qué le gustaría dedicarse cuando termine el posgrado? No se si le gustaría seguir con esa labor investigadora o pretende moverse a otros campos.

-Por el momento sí que me gustaría seguir con la investigación. Me gustaría hacer un doctorado después del máster, especializándome en evaluación de políticas públicas, econometría, que es el campo que más se toca en la facultad en la que estoy ahora y el que más me atrae en mi caso particular. Lo que sí que tengo claro es que, una vez que termine mi formación, me gustaría volver para ejercer en España y continuar la investigación en España.

Yendo un poco más atrás, estudió en el Instituto de Barñáin. ¿Cómo recuerda esa etapa? Aunque tampoco hace tanto de ella.

-No, no hace tanto. Lo recuerdo con muchísimo cariño, venía de haber tenido problemas en otro colegio en Barañáin y cuando llegué al IES Barañáin me sentí muy cómodo. El ambiente era muy bueno y con todos los profesores me entendía muy bien y aprendí un montón. De hecho, fue en ese momento, gracias a la que fuera mi profesora de Economía, Susana Idoate, cuando me empezó a interesar la economía. Ella siempre se preocupaba mucho en pincharnos a los que nos interesábamos por el tema, nos dio mucha orientación con el abanico de opciones que te ofrece la economía a nivel profesional y creo que eso marcó de verdad lo que quería estudiar, porque no lo tenía claro en ese momento.

Sacó un 13,27 en la EvAU, y en un momento muy difícil para usted. ¿Cómo fueron esos momentos?

-Fue una muy mala época, porque mi padre venía de un trasplante de corazón, todo había ido genial y a los dos o tres meses de la recuperación tuvo un ictus y dos semanas más tarde murió. Todo eso fue poco antes de llegar el examen de la EvAU y para mí fue un golpe muy duro, me costó mucho llegar a ese nivel en los exámenes, porque obviamente estaba muy tocado a nivel psicológico. Por otro lado, sí que tenía la motivación, porque tenía clarísima la meta en Barcelona y sabía que era una ilusión grande para mi padre, porque él no pudo estudiar, que yo pudiera hacerlo en los mejores sitios. Y para eso necesitaba una nota muy alta.

Lo logró y se marchó a Barcelona, a la Pompeu Fabra, donde empezó InternationalBusinessEconomics (IBE) para pasarse después a Economía. ¿Por qué el cambio?

-Al principio me llamaba mucho IBE, y cuando hacía IBE conocí a mucha gente maravillosa de toda España y de todo el mundo, pero me di cuenta de que a partir de tercero se convertía en una formación no tanto de economía teórica y aplicada sino de negocios y marketing, y tenía claro que ese no era el camino que quería seguir. Yo tenía claro que quería entender el funcionamiento del mundo e intentar cambiarlo y eso no pasaba por estudiar negocios. Tuve claro el cambio y a día de hoy tengo claro que tomé la decisión correcta.

Realizó una investigación sobre VIH, ¿cómo surgió aquello?

-Surgió gracias al profesor Guillem López, que ha sido una de las personas que más me ha inspirado y ayudado en la Pompeu, me dio su carta de recomendación para la beca y el máster, me ha ido orientando a lo largo de la carrera y fue mi tutor en el Trabajo de Fin de Grado. Teníamos la idea de hacer algo de economía de la salud, porque él es experto en el tema, y surgió la idea de hacer algo en el Hospital Germans Trias i Pujol, que son pioneros en la aplicación de la PrEP, unas pastillas que minimizan el riesgo de contraer el VIH. Básicamente la idea del trabajo era evaluar si eso era una buena idea en términos económicos para la administración y también para la gente que potencialmente se podía infectar. Trabajé en colaboración con Guillem, con Bonaventura Clotet, que es uno de los médicos más importantes de España en cuanto al VIH, y con mucha otra gente tanto en el hospital como en BCN Checkpoint, una asociación de voluntarios que acompañan a gente que está en contacto con el VIH. Llegamos a la conclusión de que sería una muy bueno que la administración pública financiara la PrEP para aquellos que la necesitaran, tanto a medio como a largo plazo. Se va a presentar en el Congreso Nacional GeSIDA y estamos intentando mover la investigación para ver si realmente tiene un impacto, porque los niveles de PrEP que se dan en España están muy lejos de lo que deberían, seguramente también por culpa de la pandemia.

Esa es la aspiración de todo el que se dedica a la investigación, y más en temas de economía aplicada, ¿cierto? Primero, que sus investigaciones tengan buena acogida en la comunidad investigadora, y segundo, que puedan llegar a llevarse a la práctica.

-Efectivamente, esa es la motivación principal que tengo yo y que creo que tenemos todos los compañeros que he conocido en el máster. Hacer investigación de utilidad social. Encontrar el modo de resolver problemáticas importantes.

Además del notable esfuerzo personal, ¿qué otras personas diría que han tenido un papel importante en su trayectoria hasta ahora?

-Esencial, ensencial para mí, ha sido mi madre. Es la persona que siempre ha estado para mí en todos los sentidos y para todas las cosas. Tengo una relación muy estrecha y especial con ella, siempre la he tenido, pero a partir de la muerte de mi padre más todavía. Siempre se ha preocupado por que tuviera curiosidad intelectual y le tengo que agradecer todo. Por supuesto, a mi padre también. Me da pena no poder compartir este momento con él, porque era una ilusión muy grande que él tenía. También mis abuelos, Carmen y Pedro, y mi tío Unai y mi tía Asun, mis amigos, tanto en Pamplona, como en Barcelona y París, y Raimon Pelach, mi pediatra en Barañáin.

Nombre. Unai Oyón Lerga.

Lugar y fecha de nacimiento. Pamplona, 12/02/1999.

Estudios. Se formó en Sta. Luisa de Marillac hasta 4º de la ESO. Después pasó al IES Barañáin, donde cursó Secundaria y Bachillerato. Estudió Economía en la Pompeu Fabra de Barcelona y actualmente cursa un máster de Investigación en Políticas Públicas y Desarrollo en el ‘Paris School of Economics’.

“El desfibrilador me ha dado descargas cuando

no debía. Puede que me toque volver a operarme”

“En Francia un máster

es mucho más barato que en España lo que abre

la puerta a estudiantes”

Estudiante becado con la Ramón Areces.