"No me esperaba volver a trabajar. Tengo 50 años, soy mujer y con una discapacidad del 60% por un accidente en la villavesa. He estado los últimos 15 años en paro y chocándome contra una pared cada vez que iba a hacer una entrevista. Hasta ahora, que vuelvo a tener empleo y me siento otra vez realizada y feliz". Quien habla es Maika López, una mujer a la que la vida le cambió por completo en un instante.

"Cuando tenía unos 34 años, ya me da pereza hasta pensar cuándo fue, tuve un accidente. Yo estaba trabajando en una constructora, donde llevaba el tema de personal. Un día cualquiera de octubre, tenía que hacerle un recado a mi abuela y cogí la villavesa número siete. A la altura de la plaza Doctor Gortari de San Jorge, donde el Mercadona -antes había una cooperativa- debió salir un niño, pero yo no lo vi. Iba de pie en la villavesa, frenó, me di contra una barra y me fui hasta donde estaba la chófer. Ella se llevó un gran susto y tuvo una depresión porque pensaba que me había matado. Yo no me acuerdo de nada más. Tuve traumatismos en cara y cuello y las manos rotas".

Los médicos no detectaron el daño

Se recuperó rápidamente de los derrames, pero ningún médico reparó en el golpe que había sufrido tanto en la columna como en la pierna. "No podía andar y me dolía mucho, pero todo el mundo me decía que no tenía nada, que eran microrroturas musculares. A los dos años y pico, cuando ya notaba que la pierna se estaba desfigurando, el médico que llevaba el seguro de las villavesas me dijo que me iban a hacer una prueba para que me quedara tranquila. Empezaron a venir médicos y se dieron cuenta de que andaba sin cadera y que se me habían desplazado los huesos de la pierna. Aun así, me dijeron que no tenía nada que ver con ellos, que igual me había tirado por el monte. Total, que me operaron y fue peor. El médico me decía que todo había salido de maravilla y, después de dos o tres años más con unos dolores terribles, todavía se atrevió a decirme que me iba a poner un mechero en la pierna para ver si salía corriendo", recuerda indignada.

"Este médico se jubiló y me mandaron a neurología, donde se dieron cuenta de que tenía dañado un nervio que sale de la espalda. Ahí es cuando me dijeron que tenía una discapacidad y que no había nada que hacer. Me subí a la villavesa bien y salí con un 60% de discapacidad. No sé si fue un cúmulo de mala suerte o si se hubiera podido evitar de alguna forma", se pregunta.

"Volví a depender de mis padres" Lo que está claro es que su vida cambió por completo. "Fue muy duro porque me quedé sin nada: sin trabajo y sin el piso que tenía en Buztintxuri y que tuve que dejar antes de que me echaran. Luego, cuando te quedas así, la pareja te dice que no está para cuidar a nadie y se va. Se pasa mal porque te ves en una situación en la que no encajas en ningún sitio. Con la muleta yo puedo moverme, pero he tenido a mucha gente detrás de mí cuidándome. Pasé de tener todo encauzado a no tener nada y depender otra vez de mis padres. Y, sin duda, lo que peor he llevado ha sido el aspecto laboral y la falta de recursos".

Después del accidente, Maika López estuvo 15 años en paro. "Entre operaciones, rehabilitación y buscar trabajo, ha pasado mucho tiempo. Iba a las entrevistas y nunca me tomaban en consideración. Para unas cosas hasta hace bien poco me decían que no tenía experiencia y en otras creían que ya era demasiado mayor", critica.

Además, Maika quiere dejar claro que el mito de que las personas con discapacidad viven muy bien no es para nada cierto. "Había mucha gente que me decía que para rato volvía a trabajar con lo bien que vivía. Madre mía. La gente cree que si tienes discapacidad te da una paga el Estado y que tienes suerte, es increíble".

Su condición tampoco sirvió para encajar con mayor facilidad en las empresas. "Les gusta mucho que tengas la discapacidad para las subvenciones, pero también les da miedo. Hice entrevistas en varias empresas y, cuando les llamé para preguntar, me dijeron que ni siquiera había estado allí. Era todo un pitorreo. Estaba totalmente desubicada e iba de decepción en decepción. Luchaba y luchaba, pero me pegaba contra una pared. Me veía ya con 50 años y la verdad es que ya no esperaba volver a trabajar".

"Tenía unas ganas locas de currar"

Pese a todo, nunca dejó de formarse. "Yo tenía unas ganas locas de trabajar y siempre he estado haciendo cosas. Tengo estudios de Grado Social, Administrativo, un Máster de Prevención y he hecho temas de recursos humanos, transporte y logística. Ahora, estoy haciendo el Máster de mediación y resolución de conflictos y sigo estudiando inglés y francés. Además, cuando me reconocieron la discapacidad empecé a ir a formaciones y talleres en Cocemfe y me ayudaron muchísimo".

Ahora, con el apoyo del programa Incorpora de Fundación la Caixa, ha logrado un puesto de trabajo en SEIN TIC, una empresa que se dedica a la transformación digital. "Trabajo en la prevención de riesgos y en algunos aspectos de recursos humanos y estoy muy contenta. Me siento muy bien, feliz y realizada. Tengo muy buenos compañeros, buen ambiente y trabajo en lo que me gusta".

"Me costó empezar porque hacía mucho tiempo que no trabajaba ocho horas seguidas. Antes, había estado los fines de semana en la recepción del centro para personas con discapacidad Valle del Roncal, pero no es lo mismo. Ahora trabajo muchas más horas, pero me acostumbré muy pronto. Es como montar en bicicleta: nunca se olvida", asegura.

De momento tiene contrato hasta octubre, pero espera poder continuar muchos años más. "De cara al futuro, me gustaría seguir trabajando donde estoy. Sería tener una estabilidad y un trabajo que me gusta y por el que me levanto todos los días. En el plano personal, me he perdido muchas cosas, pero me gustaría seguir teniendo al lado a Miguel, mi actual pareja, a mi familia y a mis amigos. También quiero completar mis estudios, seguir disfrutando de mis cinco sobrinos y viajar, sobre todo a Australia. Ahora igual no me da por correr una maratón, pero sigo pudiendo hacer de todo", bromea mientras se aleja con un paso lento pero infatigable, siempre sonriente y apoyada en su muleta rosa.

El Post-it

Programa Incorpora de la Caixa. En 2021, el programa Incorpora de la Fundación la Caixa facilitó 541 empleos a personas vulnerables en Navarra, como en el caso de Maika López Tello. Este programa fue posible gracias a la colaboración de 201 personas en este proyecto de responsabilidad social. El programa acompañó también a 72 personas con problemas de salud mental y emocional derivados de la pandemia de coronavirus y 42 de ellas encontraron trabajo. De las 541 inscripciones totales, 344 fueron de mujeres y 197 de hombres. Además, 123 fueron personas con alguna discapacidad, y 418 de personas estaban en riesgo o situación de exclusión. El programa Incorpora, puesto en marcha en el año 2006, tiene como objetivo que las personas sean agentes de su propio cambio para salir de situaciones difíciles, y lo hace a través del empleo como forma de inserción social. En Navarra, las entidades que colaboran con el programa son: Cocemfe, Fundación Gaztelan, Asociación Síndrome de Down Navarra, Fundación Ilundáin Haritz-Berri, Fundación Secretariado Gitano y Cruz Roja Navarra.