Investigadores del Centro de Investigación Médica Aplicada (Cima) y de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) han logrado potenciar la función de las células responsables de eliminar a los tumores, los linfocitos tipo T.

Mediante modificación genética, obtienen unas células capaces de adaptarse al adverso microambiente del tumor y mejorar su actividad proliferativa y antitumoral, una estrategia de terapia celular con la que han conseguido retrasar el crecimiento de la enfermedad y aumentar la supervivencia en ratones con melanoma y hepatocarcinoma.

Lo señala el Cima y la CUN en una nota, en la que informa de que los resultados de este estudio se han publicado en el último número de la revista científica Oncoimmunology.

Explican las mismas fuentes que el microambiente tumoral es un entorno complejo y cambiante en el que las células malignas conviven con las células inmunitarias, y que se caracteriza por ser un ambiente ácido, con un pH muy bajo.

"Cuando baja el pH, los linfocitos se acidifican y 'se apagan', no son capaces de ejercer su función. Entonces, nos fijamos que algunas células tumorales sí sobreviven en ese ambiente porque expresan unas proteínas que les permiten modular su pH intracelular, consiguiendo una ventaja sobre los linfocitos", apunta Juan José Lasarte, director del Programa de Inmunología e Inmunoterapia del Cima.

"Analizando este concepto buscamos la manera de modular el pH de los linfocitos para que no se acidificaran y así aumentar su capacidad proliferativa", añade Lasarte.

Así, la terapia celular adoptiva es un tipo de inmunoterapia basada en administrar linfocitos T al paciente para ayudarle a combatir su enfermedad. Se trata de una terapia de medicina personalizada, ya que se extraen las células T del propio paciente, se multiplican en el laboratorio y se vuelven a infundir en él.

En ocasiones, estas células se modifican en el laboratorio para mejorar su capacidad de reconocer al tumor y destruirlo, como es el caso de las células CAR-T. Otra terapia celular adoptiva es la terapia con linfocitos infiltrantes de tumor, células inmunitarias que se encuentran de forma natural en el tumor del paciente.

En la actualidad se están ensayando terapias experimentales para tratar de neutralizar el pH ácido del tumor, pero estos tratamientos afectan a todo el cuerpo, no siendo muy eficaces.

Por ello, en su investigación buscaron "una alternativa más focalizada y nos centramos en mejorar las células inmunitarias para que pudieran sobrevivir en el ácido ambiente tumoral", asegura Lasarte.

En concreto, la investigadora del Cima y primera autora del estudio, Flor Navarro, indica que en el laboratorio han modificado genéticamente los linfocitos T "añadiendo a su membrana unos 'trasportadores' que las capacita para expulsar de su interior los protones que se infiltraban desde el medio tumoral y causaban su acidificación. Con esta modificación, conseguimos que el linfocito no 'se apague' en ese medio ácido adverso y pueda ejercer su actividad antitumoral".

El trabajo se ha realizado en estudios in-vitro e in-vivo en ratones con melanoma y hepatocarcinoma. Empleando diversas estrategias de inmunoterapia, han logrado "retrasar significativamente el crecimiento del tumor y aumentar su supervivencia", confirma Navarro.

"Actualmente hay en marcha ensayos clínicos con CAR-T para el tratamiento del hepatocarcinoma. Con nuestra investigación hemos comprobado que podríamos potenciar esa terapia CAR-T disponible con nuestro 'trasportador'.

Así, los resultados de este trabajo sugieren que superar 'la barrera' de la acidez del pH del ambiente tumoral con linfocitos-T modificados con el 'trasportador', podría potenciar la eficacia de las inmunoterapias combinadas que existen", apunta la investigadora.