Los 22 monjes del Monasterio de Leyre se despertaron este miércoles sin saber que había un incendio activo en la sierra. "Ha sido el panadero el que ha subido y nos ha dicho por la mañana que había fuego. Hemos seguido con nuestra actividad hasta que a las 15.30 horas han venido agentes de la Policía Foral y nos han dicho que nos preparásemos para evacuar. El fuego no se veía, pero ya se notaba el humo", explica el prior del Monasterio de Leyre, fray Óscar Jaunsaras, de 67 años.

Los monjes han cogido algo de ropa y en sus propios vehículos han bajado hasta Javier, a la residencia de los Padres Jesuitas. Tres hermanos, de unos 90 años y "algo pachuchicos", han sido evacuados en ambulancias. "Suponemos que pasaremos aquí la noche. Esperemos que el fuego pueda ser apagado lo antes posible".

Quien ha permanecido "al pie del cañón" ha sido el abad Juan Manuel Apesteguía. "Él ha preferido quedarse allí, en la calle y bajará más tarde", indica el prior. "El Monasterio nunca se había quedado vacío. Ahora tiene que ser un remanso de paz", concluye.

VISITAS CANCELADAS HORAS ANTES

El padre Norberto, ecónomo del monasterio, ha explicado que horas antes ya se habían cancelado las visitas al lugar, uno de los monumentos históricos de Navarra, enclavado en la sierra donde también hay un hotel en el que se han tenido que anular las reservas y desalojar a los clientes, en ambos casos por hoy y para mañana.

"Nos han dicho que estuviéramos preparados para el desalojo", ha señalado el ecónomo del monasterio, y poco después, la Policía foral nos ha confirmado la decisión de desalojar por el fuego cercano".

Preguntado por la preocupación con la que vivía esta jornada la comunidad de monjes benedictinos, el padre Norberto ha restado importancia, porque "estas cosas pasan. De momento aquí no hay más problema que el humo que nos va envolviendo y el fuego que se va a cercando. Ahora estará a unos 3 kilómetros", ha tranquilizado antes de la evacuación.

Además, ha descrito que desde el interior del monasterio no veían ni el humo ni las llamas, aunque ya en el exterior era el humo el que se intuía con más cercanía.

El económo ha recordado que desde que reside en Leyre no ha vivido ninguna situación similar, aunque sí lo hizo en el monasterio de Silos, donde le tocó vivir desde su interior un incendio en el que no se necesitó desalojar a los residentes. "Aquí no hay más clave que la precaución, sobre todo por razón del humo para que no haya intoxicaciones", ha dicho el monje.