- La paralización de intercambios económicos entre Rusia y el resto de Europa por las sanciones impuestas a Moscú obliga a los empresarios europeos a buscar alternativas comerciales, como las que ofrecen Kazajistán o Uzbekistán. Las sanciones incluyen el cierre de los espacios aéreos a los aviones rusos, la desconexión parcial de la banca rusa del sistema Swift, la congelación de los activos del banco central ruso y de parte de la reserva de divisas del país o la suspensión de la aprobación del gasoducto Nord Stream 2.

La respuesta de Moscú ha consistido en la aprobación de la prohibición de distribuir beneficios en el extranjero, las restricciones a la transferencia de fondos al exterior o la suspensión de patentes, entre otras, aspectos que dificultan la actividad de los negocios por ambas partes. José Campos Nave, socio director de la consultoría alemana Rödl & Partner y abogado especializado en derecho tributario y corporativo, explica a Efe que la presencia de empresas europeas en Rusia, constante hasta que estalló la guerra en Ucrania el pasado 24 de marzo, no era solo importante para crecer en el mercado más grande de la región, sino que además actuaba como trampolín para acceder a otros países de su entorno.

Pero las sanciones impuestas por los países europeos a Rusia y la reacción de Moscú paralizaron todos estos intercambios económicos, dejando en una posición muy comprometida a las empresas que tenían filiales o fábricas en Rusia. “Las sanciones no están perjudicando solo los negocios con Rusia, sino que también están limitando los intercambios con los países vecinos a los que se accedía desde ese hub”, afirma este portugués socio director de Rödl. Las empresas europeas, expone Campos, se encuentran ante un complejo dilema en Rusia, ya que con las sanciones actuales no pueden seguir operando en el país, pero tampoco pueden dejar de pagar los sueldos y otros gastos que tenían allí, porque serían declaradas en bancarrota y sus negocios les serían expropiados y entregados a empresarios rusos.

Por eso, muchas compañías europeas podrían plantearse transferir sus negocios a otras entidades en régimen de fideicomiso, ya sea en Rusia o en otros países que no sean considerados “hostiles” por Moscú. Optar por un fideicomisario ruso no es una opción que inspire confianza en estos momentos, y ahí es donde este experto defiende que las empresas deben explorar alternativas en la región que puedan cumplir esta función. Campos pone el foco en las oportunidades que puede ofrecer un país como Kazajistán, con una economía basada en la exportación de hidrocarburos y de minerales necesarios para la producción de dispositivos electrónicos, y con potencial para alojar esas entidades en régimen de fideicomiso con las que seguir presente en el mercado ruso. Sobre Uzbekistán, con una potente industria textil, señala que podría convertirse en una alternativa a la producción industrial en Bielorrusia, en caso de que este país se vea implicado en la guerra entre Rusia y Ucrania y las actividades económicas sean también sancionadas.

Sanciones

Rusia se ha convertido en el país con más sanciones a nivel mundial, por encima de Irán o Venezuela, lo que ha forzado ya a unas 300 empresas extranjeras a cesar sus actividades en Moscú, según han reconocido las autoridades de la capital rusa. Debido a la dependencia de la economía rusa en las exportaciones de gas y petróleo, las empresas europeas tenían importantes negocios en el país. En el caso de Alemania, destaca sectores como la producción automotriz, la industria alimentaria o la maquinaria.