Se nos ha ido Juana Mari aunque su recuerdo permanecerá imborrable entre nosotros. Juana Mari para unos, o Juana a secas para otros, era una de esas personas que dejan huella. Por su personalidad alegre y positiva, por su carácter bondadoso y generoso, por su trayectoria profesional, por todo. Apenados por su pérdida, a los 65 años, que nos parecen muy escasos, nos queremos despedir de ella con nuestro más sincero agradecimiento por su amistad, que valoramos y nunca olvidaremos.

Juana Mari vino al mundo en Estella en el seno de una familia muy sencilla y querida, de la que siempre se sintió, y con razón, muy orgullosa. Sus padres Pablo y Nati, le inculcaron grandes valores y habilidades, entre ellas las de montar a caballo. Se podría decir que se convirtió en amazona casi antes de comenzar a andar. Por ello, para cuando formamos nuestra juvenil cuadrilla, ya la habíamos visto desde los cuatro años dar la vuelta a gran velocidad al anillo de la plaza de toros de Estella, en el inicio de los festejos taurinos de las fiestas patronales, y recoger y entregar la llave de toriles. Participó también en pruebas de salto, doma y marchas. Sus hermanos, Feli, Juan Andrés y Pablo, compartieron con ella estas experiencias que posteriormente Pablo llevaría al límite de lo posible, convirtiéndose en un rejoneador de fama y reconocimiento mundial.

Sin dejar nunca su mirada y su interés por el mundo de los caballos, Juana se hizo enfermera y desarrolló una intensa y fructífera trayectoria profesional. Como resumía Blanca Marín Fernández, inició su andadura profesional en el Hospital la Paz de Madrid en 1975, trasladándose posteriormente a Pamplona donde continuó ejerciendo como enfermera asistencial en el Servicio de Urgencias. La estancia en este ámbito le aportó un amplio conocimiento y experiencia que posteriormente le permitiría trasladar a estudiantes universitarios en diferentes programas formativos de Enfermería.

El primer puesto de gestión que ocupó fue como responsable de Formación Continuada. En este campo le correspondió ser una de las pioneras en el desarrollo de la Formación Continuada (FC) en Navarra. Para favorecer el desarrollo de esta línea emergente en la Comunidad, realizó estancias en diversos hospitales del país. Además participó en encuentros y reuniones en los que se debatía sobre progresos y propuestas para mejorar la Formación Continua. Posteriormente su ejercicio profesional se dirigió hacia la gestión ocupando puestos durante 15 años, primero como Jefa de Unidad de Enfermería y más tarde como subdirectora de Enfermería en el Complejo Hospitalario de Navarra. Fue jefa de la Unidad de Enfermería de Consultas del Complejo y en julio de 2013 pasó a ostentar la subdirección de Enfermería del Bloque Quirúrgico y Hospitalación Médico-quirúrgica.

Desde el año 1992 y hasta el 2016 formó parte del grupo de profesores asociados de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) colaborando en la formación pre y posgraduada (Diplomado y Grado en Enfermería, Experto en Asistencia Sanitaria en Urgencias y Máster Universitario de Gestión de Cuidados de Enfermería). Colaboró en diferentes proyectos de investigación y en proyectos internacionales como el Alfa Funda Enfermería cofinanciado por la Comunidad Europea y la UPNA, con la participación de Universidades de Argentina, Italia, Perú, El Salvador y Paraguay. Su interés por la enfermería a nivel nacional le llevó a participar en múltiples y diversos encuentros enfermeros relacionados con la docencia, la investigación y la gestión. Fue evaluadora de actividades formativas para la Comisión de Formación Continuada de Navarra desde 1999 y evaluadora externa de manuscritos para la revista Anales del Sistema Sanitario de Navarra en 2012.

De toda esta vida profesional nos llegaban a los integrantes de su cuadrilla muestras de reconocimiento de pacientes, compañeros y responsables del Complejo Hospitalario. Juana nunca presumía de sus logros ni parecía darles importancia, como tampoco nunca hacía alarde de los éxitos de su hermano Pablo, a quien seguía muy de cerca, incluso con su presencia en tierras mexicanas. Hasta que Juana decidió jubilarse de forma anticipada, para contar con más tiempo y poder disfrutar con intensidad de sus aficiones y compartir su tiempo con sus padres y familia. Un tiempo que al final se ha quedado extremadamente corto, ya que apareció la enfermedad a la que plantó cara de frente ("Me han pasado muchas cosas pero voy a luchar con todas mis fuerzas por salir adelante", dijo a dos de nosotros hace tan solo dos semanas) pero que pudo con ella.

Ahora, entristecidos y apenados por el vacío que nos deja, nos consolamos contándonos pequeñas anécdotas de nuestros años juveniles, en los que compartimos paseos en Los Llanos, aventuras a cuevas, salidas en bicicleta, "guateques" en el Pedregal o en Bellín, o, más recientemente, encuentros emotivos en Baztan, en Roncal, en Oroz Betelu o en la terraza de su casa en Pamplona. Incluso, marchas casi infantiles a caballo, ya que también a nosotros, de su mano, nos tocó participar en pequeñas dosis de ese mundo ecuestre. Como ahora rememoramos, en más de una ocasión acabamos acompañando a Juana montados a lomos de los caballos de su padre y trasladándolos hasta la finca de Candelitera, que muchos estellicas conocerán. Al frente de la expedición, Juana, la única que montaba con soltura casi profesional y que no perdía detalle de lo que hacíamos los inexpertos, o la única que sabía llevar el carruaje en el que cruzamos las calle de Estella en el calor de las fiestas patronales. Bien es verdad que ese calor ambiental lo templábamos con los pies metidos en el Ega, como ocupantes de la mesa que instalábamos en el centro del río y que la prestigiosa fotógrafa Cristina García Rodero, incluyó en su notable trabajo.

Juana Mari, erizain, amazona eta, batez ere, adiskide mina, zure falta hartuko dugu. Adiorik ez.

Maru, Cristina, Ana E., Encarna, Jula, Laura, Ana B., Marilís, María Luisa, Floren, Iñaki, José Ángel, Ángel Mari, José Luis, Jesús, Carlos, Luis Su cuadrilla de Estella