pamplona - El catedrático escocés, un experto en nacionalismos y cambios constitucionales, explica a este periódico su visión sobre el independentismo y el brexit.

¿Cree que la diferencia entre el caso catalán y el escocés es una cuestión de Constitución?

-Parcialmente, porque en España hay una Constitución escrita, cosa que no existe en Gran Bretaña como tal. El Gobierno británico facilitó un acuerdo para el referéndum de independencia en Escocia, cosa que no ha hecho el Gobierno español amparándose en la Constitución. Sin embargo, hay otra diferencia importante, y es que el Reino Unido siempre ha reconocido que somos parte de una unión de naciones, nadie niega el hecho de que Escocia es una nación y que, eventualmente, puede determinarse. En Gran Bretaña se trata de en qué condiciones se puede ejercer ese derecho, mientras que en España ese principio de autodeterminación no existe.

¿Y cómo ve la situación en Catalunya a un año del polémico referéndum?

-(Risas) Polarizado totalmente..., porque hay una insistencia por parte del sector dominante independentista de que la independencia es el objetivo final, mientras que el Gobierno español lo considera una violación del Derecho Penal y no una cuestión de derecho político. Con estas posiciones tan alejadas es muy difícil imaginar un encuentro.

¿Le parece viable la independencia de las naciones en el marco de la UE?

-No hay nada en el derecho comunitario sobre el reconocimiento de los estados independientes, pero en la práctica se ha reconocido la independencia de los países del Este y de la exYugoslavia, Chequia o de la antigua URSS. Tampoco hay nada sobre el derecho de autodeterminación de un territorio que forma parte de un Estado miembro, pero si llega a crearse un nuevo Estado con el acuerdo del Estado original al que pertenecía, es prácticamente imposible para la UE excluirlo. En el caso de que Escocia llegara a ser independiente con el acuerdo de Gran Bretaña, ningún otro Estado miembro tendría razones para negar ese reconocimiento.

Y este no es el caso catalán...

-El caso de Catalunya es totalmente distinto, porque partimos de que no hay un reconocimiento por parte del Estado español, ni del resto de estados miembros. Está claro que todo este proceso pasa por ese reconocimiento. Es imposible que la UE reconociera a Catalunya sin la aceptación del Gobierno español..

¿Podría ser el brexit la tabla de salvación para el nacionalismo independentista en Escocia?

-Los escoceses votaron en 2014 por la permanencia en el Reino Unido. En aquel referéndum los unionista argumentaban que la única manera de permanecer dentro de Unión Europa era votar no a la independencia. Dos años después Escocia votó en el referéndum sobre el brexit y lo hicieron a favor de la permanencia en la UE. En las últimas semanas hay un incremento a favor de la independencia entre quienes votaron por permanecer en Europa, porque a lo largo de dos años se han ido dando cuenta de que, quizás, la única manera de seguir siendo parte de la UE es pasar por la independencia de Escocia. Esto no significa que el nacionalismo independentista esté ganando fuerza.

¿Cómo ve usted a Escocia independiente dentro de la Unión Europea?

-Si Escocia es independiente se puede solicitar su ingreso de forma natural, pero a través de una vía rápida y directa, como se hizo en el caso de Noruega en los años 90. Fue un proceso de solo seis meses, aunque al final el país decidió no integrarse. Ningún estado miembro tendría razones para objetar este proceso de integración.

¿Cree que Reino Unido permitirá a Escocia un segundo referéndum sobre independencia?

-Es imposible saberlo, pero es poco probable porque los nacionalistas escoceses han decidido no seguir la vía catalana, cualquier referéndum debe ser pactado con el Gobierno británico, además, es improbable que Londres lo autorice antes de las elecciones escocesas de 2021. Ahora hay una mayoría independentista en el Parlamento escocés, pero si la perdieran sería una oportunidad para los unionistas.

¿Qué desenlace le augura al brexit?

-Llevamos dos años de proceso y no hay acuerdo en el Gobierno británico sobre lo que es el brexit. No hay una línea clara, lo que sí hay es el acuerdo de Chequers, pero no es aceptable para el sector duro del partido conservador ni para los europeos. Se habla de un acuerdo ciego, un acuerdo de forma pero no de fondo sobre los detalles. En este caso, que es el más probable, tendremos un nuevo periodo de transición para concretar las cuestiones más importantes, con lo que el plazo del 29 de marzo para una entrada en vigor del brexit es imposible. También podría ser que no se llegara un a un acuerdo y llegáramos al brexit duro, una salida sin negociación.

En esta situación la línea roja es la frontera con Irlanda del Norte...

-Es un gran problema porque la ausencia de frontera física entre las dos Irlandas es un elemento fundamental en los acuerdo de paz. Pero si la república de Irlanda permanece en la Unión Europea, como será el caso, e Irlanda del Norte sale de Europa, esa frontera va ser inevitable, quizás invisible, quizás eléctrónica, pero afectará a las relaciones, los mercados, la integración, los servicios sociales, la sanidad, e incluso a infraestructuras y viviendas, que se verían partidas por esa línea. Esto será un problema también psicológico que perjudicará seriamente al proceso de paz.