san sebastián - “La mayor parte del trabajo de base ya se ha hecho y solo queda avanzar a partir de ahí”. El abogado sudafricano Brian Currin cerró ayer en el Palacio de Aiete los siete años de andadura del Grupo Internacional de Contacto (GIC) en un acto marcado por los agradecimientos y en el que se repasó la andadura del grupo de facilitadores, que se constituyó en febrero de 2011 y dio ayer su tarea por concluida.

Lejos de la expectación que generó la Conferencia de Aiete tal día como ayer en 2011 -cuando decenas de periodistas llegados de medio mundo esperaban un hito que serviría para que ETA tres días después anunciara el cese definitivo de su violencia-, el mismo Palacio acogió ayer un acto con la mirada más puesta en el pasado que en el futuro. Más de cierre de etapa que de apertura, como constató el propio Currin al definir en euskera ese momento como “gazi-gozo”, muy dulce por todo lo conseguido, pero un punto amargo por que en su caso cierra una etapa ligada a Euskadi que ha durado casi 15 años en la que aún quedan sin resolver materias relacionadas con los presos y las víctimas.

Ante representantes de todas las fuerzas de Hegoalde e Iparralde salvo PSE -que sí se reunió con el GIC el martes- y PP, Currin recordó el mandato que el Grupo Internacional de Contacto recibió a finales de 2010, varios meses después de la Declaración de Bruselas que mandatarios internacionales firmaron para demandar a ETA que acompañara con “un alto el fuego permanente y completamente verificable” los pasos de la izquierda abertzale por vías exclusivamente pacíficas.

“Dije que si ETA respondía de manera positiva a la Declaración de Bruselas, yo formaría parte de este GIC”, recordó Currin un grupo que se presentó en febrero de 2011 en Bilbao. Él ya llevaba siete años de trabajo “entre bambalinas”, pero a partir de ahí, el “mandato de facilitar la normalización política” adquirió mayor relevancia pública.

“Aquel mandato parecía una locura, pero ustedes ya lo tienen hoy y pocos de nosotros habrían podido anticiparlo en 2010”, zanjó Currin, que explicó que uno de los objetivos prioritarios fue “facilitar la legalización de la izquierda abertzale. Hoy casi lo tenemos olvidado, pero entonces no existían ni Bildu ni Sortu”.

“Íbamos hablando con las diferentes partes. Cuando había momentos de bloqueo, nunca llegamos a mediar de manera formal. Sí hablábamos con unos, con otros, poniendo ideas sobre la mesa, aconsejando... Nos marchábamos y volvíamos a los tres o cuatro meses”, recordó Currin la tarea del GIC, que en sus regresos recibía muchas veces la respuesta de que “sí, habían progresado”.

Tanto que, sin la participación directa de los gobiernos español y francés, el “proceso de paz vasco” se ha convertido en un modelo para otros lugares con problemáticas similares: “Eso es único, no ha ocurrido en ningún otro sitio, es un modelo que se podrá transferir a otras”.

La del avance fue la idea que más subrayó Currin en la despedida. No obstante, señaló cuestiones como las de los “presos políticos, que siguen sin resolverse”, aunque consideró que “hay razones para la esperanza”. La primera, que el PP -“un partido político que no desea desarrollar un papel constructivo en esta materia”- no es el inquilino de La Moncloa, sino Pedro Sánchez, “que nadie anticipó que hoy sería presidente”.

“Encabeza un Gobierno que puede dar pasos en la materia, pero el Congreso puede dar apoyo: el PNV, claro, pero también los independentistas catalanes, Podemos y Bildu”, dibujó una mayoría parlamentaria Currin, que llamó a la sociedad civil “a seguir presionando” para avanzar.

En este sentido, subrayó las últimas declaraciones de Covite, que ayer mostró su “malestar” por que el lehendakari, Iñigo Urkullu, recibiera el martes al GIC en Lehendakaritza. “Representa a las víctimas de la violencia de ETA y se ha posicionado de manera dura en torno a los presos”, dijo Currin, que puso el foco en una de las últimas declaraciones de la asociación, en la que expresó que “apoyaría el acercamiento no al País Vasco, pero sí más cerca, mientras se cumplan los requisitos legales”.

Currin también aplaudió los progresos que se han dado en los reconocimientos de las distintas víctimas y mencionó la nueva ley que abordará a los damnificados por los abusos policiales entre 1978 y 1999: “Sabemos que hay partidos abertzales que dicen que no basta, pero es un progreso que no sabemos a dónde nos llevará”.

Tras agradecer a la extinta Lokarri y a su portavoz, Paul Rios -“sin ellos, el GIC no hubiese podido hacer su trabajo, estuvieron disponibles 24 horas al día literalmente, haciendo todo lo posible para que nuestro trabajo fuera fructífero”-, deseó buena suerte al Foro Social y a Bake Bidean “en el desempeño del papel social que tienen que desarrollar”.

“No volveremos más como GIC, pero nos hemos comprometido con este país maravilloso y con su maravillosa gente”, concluyó Currin, que dejó la puerta abierta a que “si nos piden a título individual ayudar en el desbloqueo de algo puntual, aquí estaremos”.

Antes que Currin intervino el exportavoz de la extinta Lokarri, Paul Rios, que consideró “admirables las personas que trabajan por la paz de su país”, aunque consideró que son “doblemente admirables quienes trabajan por la paz en lugares que no son el suyo, como es el caso de Brian (Currin) y Ray (Kendall), que por encima de las dificultades de estos años han mostrado un amor profundo por esta tierra. Nos han ayudado en momentos muy complicados y sobre todo a mantener la esperanza, a ser cabezones”.

“Gran hito” La cita la cerraron los organizadores del acto, los portavoces del Foro Social y Bake Bidean, Agus Hernán y Anaiz Funosas. En castellano y euskera, respectivamente, reconocieron que se han preguntado en diversas ocasiones si “hubiera sido posible llevar adelante un proceso tan singular como el nuestro sin el apoyo de la comunidad internacional”.

“Es difícil responder, pero hubiera sido aún mucho más difícil sin su apoyo”, reconocieron, que llamaron a abordar los tres retos pendientes: “avanzar definitivamente en el reconocimiento de todas las víctimas de todas las expresiones de violencia; dar solución integral a la problemática de todas las personas presas, huidas y deportadas, y afrontar una memoria inclusiva que respete todos los relatos”.

Por su parte, el alcalde de la ciudad, Eneko Goia, abrió el acto recordando “el hito de gran importancia en el camino de nuestro pueblo hacia el final de la violencia” que tuvo lugar tal día como ayer en 2011, con la Conferencia de Aiete. En este sentido, el primer edil recordó en su intervención, que realizó en euskera, castellano e inglés, la figura del recientemente fallecido exsecretario general de la ONU Kofi Annan -por quien se guardó un minuto de silencio-, que fue una de las personalidades que respaldó aquella Declaración de Aiete y que tendrá dedicado un espacio en la Casa de la Paz.

Tras mostrar su agradecimiento a los “expertos internacionales que nos han ayudado en este camino”, Goia llamó a “trabajar para que esta tierra que es hoy de paz siga siéndolo durante mucho tiempo”.