pamplona - La periodista catalana considera que Catalunya está en un impasse a la espera de cómo se resuelve el juicio a los líderes independentistas encarcelados.

¿Podía haberse evitado llegar hasta este punto casi de colapso?

-Por supuesto, hay múltiples momentos en la historia reciente que se podían haber evitado. La sentencia del Estatut no tuvo sentido porque revocó lo decidido en las urnas por un pueblo. También se podía haber evitado que cuando se intentó que Rajoy abriera negociaciones políticas sobre el encaje de Catalunya, desde el Gobierno central se negaron en redondo. Se podía haber evitado también hace un año cuando Puigdemont tuvo la oportunidad de convocar elecciones y decidió hacer una declaración de independencia que él sabía que no iba a llegar a ninguna parte.

¿Todo empezó cuando se cepilló el Estatut?

-El conflicto catalán viene de muy atrás. Es verdad que en el Estatut se produjo una inflexión ya que desde el Parlamento español se intentó laminar lo que se había decidido en Catalunya y luego vino la sentencia que minó lo refrendado en las urnas. Pero el procés también se ha alimentado de otras cosas, sobre todo de una crisis económica muy profunda con recortes brutales.

¿Qué le llevó a Artur Mas a tomar este rumbo?

-La corrupción, el 3%, puede ser un elemento a tener en cuenta, pero se embarcó en esta aventura por otras razones. Los recortes económicos tuvieron su peso. Mas siempre dice que el factor que le lleva a sumarse a la ola independentista es que no conseguía que nadie le haga caso en Madrid.

¿Con un Concierto económico como el vasco se habría llegado a este punto?

-Es posible que no porque, si permitiera el bienestar que ha proporcionado a Euskadi, se intentaría conservar un Concierto así. Y cuando tienes algo muy valioso que conservar intentas no ponerlo en demasiado riesgo.

Los que hace un año llamaban traidor a Puigdemont por haber dudado en la declaración de independencia ahora son ellos los que se han abrazado al pragmatismo. ¿Por qué han cambiado las tornas?

-Es curioso porque hace justo un año Junqueras tuvo la ocasión de impedir que se convocaran elecciones y no lo hizo y fueron personas de su partido las que le acusaron de traidor a Puigdemont. Yo creo que Junqueras siempre ha pensado que la mejor vía era superar el 50% de apoyo ciudadano. Ahora intenta poner en práctica lo que él siempre ha pensado: conseguir que el independentismo sea la opción mayoritaria en la sociedad catalana, muy transversal ideológicamente y que a partir de ahí tiene que pedir el referéndum, no antes.

¿Cómo se vio el papel de Urkullu en aquellas horas tan críticas?

-Nos percatamos muy tarde que estaba haciendo labores de mediación. Él llevaba ya desde el verano haciendo esa labor. Y lo captamos muy hacia el final, cuando estaba a punto de declararse la independencia. Por parte de todos aquellos que querían elecciones pareció que por fin alguien conseguía influir. Si había alguien que podía mediar de verdad, tenía que ser alguien como Urkullu. Era una buena opción.

¿Podría mediar ahora?

-Yo creo que sigue haciéndolo. Creo que sigue estando ahí conversando con unos y con otros. Y el PNV sigue estando muy conectado tanto con ERC como con el PDeCAT. Quizá no tanto con la sección más cercana a Puigdemont, pero sigue haciendo una labor de, como mínimo, seguir conociendo lo que está pasando y dar su opinión.

¿Lo único que une a ERC y PDeCAT es el pegamento de los presos independentistas?

-Ahora mismo sí. La antigua Convergencia y ERC han tenido muy mala relación. Pujol no quería pactar con ellos porque decía que no eran de fiar. Después la relación de Puigdemont con Junqueras hace un año se deterioró mucho. Puigdemont consideró que Junqueras no le apoyó en el momento de convocar elecciones. Junqueras considera que Puigdemont le traicionó al marcharse y dejarle a él solo aquí. Hay rencores mutuos que hacen que la relación sea muy difícil y que alcanza también a sus respectivos partidos.

¿JxCat y PDeCat son lo mismo?, ¿representan al mismo espectro?

-Ahora mismo todo ese espectro está muy dividido. JxCat es una construcción de Puigdemont y una serie de personas independientes, algunos del partido. Y luego la mayor parte del partido son otra cosa, y además piensan diferente. Su pensamiento es más cercano a la tesis de ERC, de intentar lograr más apoyo social e intentar explicarle a la gente que es necesario más tiempo. Sin embargo, Puigdemont busca un planteamiento de poner al Estado contra las cuerdas y mostrar a Europa que el español no es un Estado democrático.

¿Cristalizará la Crida? ¿Será un movimiento que actuará como paraguas de todo el independentismo?

-Puigdemont quiere hacer de la Crida el partido de todo el movimiento independentista, quiere unificar el movimiento independentista bajo una sola sigla. Eso no lo va a conseguir porque la CUP y ERC ya le han dicho que no se suman, pero además una parte del PDeCat tampoco se va a sumar.

La división entre ERC y PdeCAT se debe a la lucha por la hegemonía del nacionalismo catalán? ¿Por qué no pueden compartir unos mínimos comunes?

-Por la lucha por la hegemonía. Es un elemento fundamental. Son dos partidos que ahora mismo están a la par en cuanto a apoyo electoral. Es una rivalidad constante entre ambos.

¿La salida a la crisis catalana es, como pretende Sánchez, una consulta sobre autogobierno o debería incluir la opción de la independencia?

-Limitarse a una reforma del Estatut sabe a poco a la sociedad catalana en general, no solo al independentismo. Ha de ser algo más imaginativo para buscar una solución.

¿Pero debe recoger la opción de la independencia?

-Si presentara una propuesta (de autogobierno) y no obtuviera el suficiente apoyo en Catalunya, esa también sería una manera de decir sí a la independencia, o no a seguir en España.

¿ERC y PdeCAT llevarán hasta el final su rechazo a los Presupuestos de Sánchez?

-Creo que hay muchas posibilidades de que sí. Depende de lo que haga Sánchez pero ahora mismo veo más opciones de que los rechacen a que los apoyen. Ellos mismos se han puesto esa línea roja de manera evidente con la cuestión de los presos independentistas. Uno de los problemas del independentismo en los últimos años es que ha establecido líneas rojas públicamente que maniata la política e impide moverse.

¿Hubo rebelión el 20 de septiembre y el 1 de octubre?

-No hubo la violencia que requiere la rebelión. Yo vi una manifestación muy espontánea al principio, luego sí hubo una llamada a manifestarse pero eso no es una rebelión ni un alzamiento.

¿La vía de la bilateralidad que propugna Urkullu es aplicable a Catalunya?

-Seguramente podría ser una buena vía. Pero sucede que en el caso de Euskadi hay unas particularidades que le vienen dadas en la Constitución porque tiene una disposición adicional y un Estatuto. Así pues, tiene las condiciones creadas para que pueda darse la bilateralidad. Cada vez que Catalunya ha intentado una relación bilateral con el Estado no lo ha conseguido, siempre ha sido en el marco de organismos multilaterales.

¿Cómo ve el papel de Torra?

-Es un papel totalmente subsidiario al de Puigdemont. Cuando convoque elecciones lo hará porque así lo ha decidido Puigdemont. El tiene muy interiorizado que el president es Puigdemont y que él es el brazo ejecutor.

¿Cuánto tiempo resistirá Puigdemont como president en la sombra desde Bélgica?

-Sigue teniendo mucha incidencia y marcando la política catalana de manera determinante y también la española, pero la distancia se está haciendo notar.