pamplona -Tras haber sido ministro de la Presidencia con Felipe González, fiscal general del Estado, miembro del Consejo General del Poder Judicial y, anteriormente, diputado por UCD y luego por el PSOE en varias legislaturas, Javier Moscoso del Prado (84 años) se encontró al final de su carrera pública con su aventura más singular: su participación en la delegación gubernamental que se sentó con ETA en 2006 para intentar terminar con el terrorismo, según publicó ayer en El País.

Trece años después, Javier Moscoso responde al citado rotativo que no sintió miedo, pero sí preocupación e indignación por la manipulación que hicieron del tema de Navarra tanto PP como UPN. Incluso ambos llegaron a convocar una manifestación contra el presidente Zapatero en marzo de 2007 en Pamplona, dos meses antes de las elecciones. “La derecha montó un relato paralelo de que estábamos dispuestos a entregar Navarra cuando no cedimos en nada. Fue una infamia”, explica el exministro, aún indignado. “La derecha, si no dirige las cuestiones de Estado, fabrica un discurso falso. Tuve algunos disgustos. Hubo gente que me insultó por la calle. Nos habrían crucificado si hubiésemos calificado a ETA de movimiento vasco de liberación nacional, como hizo Aznar, o acercado presos o liberado enfermos como ocurrió en el proceso de 1999”, recuerda. “Pero imputar hechos falsos, como nos hizo la derecha, linda lo poco democrático y no es propio de una derecha europea. Se necesita un juego limpio y lo malo es que la nueva derecha española está haciendo algo parecido”, asegura Moscoso.

Moscoso, riojano de nacimiento pero muy vinculado a Navarra, por donde fue diputado en 1979, señala que en abril de 2006 en una reunión a la que fue convocado por Alfredo Pérez Rubalcaba, entonces portavoz parlamentario del PSOE, este le señaló que el presidente Zapatero le sugirió que acompañara a Jesús Eguiguren, presidente del PSE, a los contactos con representantes de la banda terrorista.

Rubalcaba le dijo que las conversaciones con ETA se iniciarían una vez que el presidente Rodríguez Zapatero las anunciara en el Congreso. Pero no fue así. “Unos días antes de la declaración presidencial, Rubalcaba me llamó y me dijo que se adelantaban porque ETA había avisado de que la tregua peligraba. Nos ordenó que asistiéramos y nos limitásemos a escuchar qué decían”.

El Gobierno no se comunicaba directamente con ETA, sino a través del Centro Henri Dunant, con sede en Ginebra (Suiza), amparado por la ONU, que cubría la logística. “Fijaban las citas y no sabíamos dónde nos íbamos a reunir. Nos cambiaban de sitio con frecuencia. Tampoco sabíamos dónde residían los de ETA. Todo era por razones de seguridad.”

El primer encuentro, celebrado el 22 de junio, fue en Ginebra. “Lo primero que me sorprendió fue el tremendo recelo de los etarras. Los del centro nos pidieron que saliéramos del coche porque los etarras querían comprobar que no nos acompañaba la Policía”. Una vez en el hotel, el centro presentó a Eguiguren y Moscoso al representante de ETA, Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera, y a un segundo personaje. “Urrutikoetxea, al que identificamos, aunque se presentó como George, se mostró muy educado. Al otro, más cerrado, nos costó identificarle. Más tarde supimos que era Jon Yurrebaso”.

La reunión fue muy tensa, recuerda Moscoso. “Nos presentaron una lista de agravios cuya conclusión era que, en la tregua, el Gobierno les trataba peor que antes. Eguiguren les recordó que en el preacuerdo quedó claro que las fuerzas de seguridad seguirían actuando con la misma intensidad.

La segunda tanda se celebró entre el 26 y 28 de septiembre en Lausana (Suiza). “Mi principal recuerdo es la impresión fatal que me produjo la presencia de Thierry al que no conocíamos. No tenía nada que ver en las formas con Urrutikoetxea. Nos dijo que él era el jefe de ETA y que ETA solo haría lo que él dijera, y Urrutikoetxea calló”.

“La reunión fue tan desastrosa que pensamos que no habría una tercera ronda. Thierry nos dijo que el proceso no nos iba a salir gratis, que tendríamos que ceder algo para que los miembros de ETA vieran que su sacrificio había servido para algo. Le respondimos que la postura del Gobierno era la contraria. Moscoso notó la división antes, en una reunión con Eguiguren y los dirigentes abertzales Arnaldo Otegi y Joseba Permach en un caserío vasco. “Estaban muy interesados en el éxito del proceso para poder regresar a la política. Percibí que para ellos ETA era una losa. Vimos anticipadamente lo que más adelante sucedió: que iban a empujar a ETA a terminar para recuperar la legalidad”.

La tercera tanda de reuniones se celebró en Oslo entre el 11 y el 15 de diciembre. “Fue la más larga e inútil. Desapareció Urrutikoetxea. Thierry pretendió una y otra vez meter a Navarra en las conversaciones y siempre nos negamos.” A los pocos días, el 30 de diciembre de 2006, el atentado de ETA en la T-4 de Barajas, que mató a dos inmigrantes ecuatorianos, acabó con las conversaciones y con la participación de Moscoso. - D.N.